Crece la brecha interna en Syriza por la negociaci¨®n sobre el rescate
El 44% del comit¨¦ central vot¨®, en la ¨²ltima reuni¨®n, a favor de romper con las instituciones

La posibilidad de que Syriza, el partido que gan¨® por mayor¨ªa las elecciones del 25 de enero, se rompa en dos si para lograr un acuerdo con los acreedores debe hacer muchas concesiones (es decir, muchos tachones sobre el programa electoral) es cada d¨ªa m¨¢s clara: el 44% de los cuadros del partido propuso en el ¨²ltimo comit¨¦ central, hace una semana, una ruptura de la negociaci¨®n con los socios y el impago de la deuda, adem¨¢s de un plan B, con medidas como la nacionalizaci¨®n de la banca y la imposici¨®n de una tasa a la riqueza, lo que en la pr¨¢ctica supondr¨ªa la salida del pa¨ªs del euro. La propuesta fue rechazada por 95 votos frente a 75, pero muestra lo igualadas que est¨¢n las fuerzas entre la mayor¨ªa gubernamental, m¨¢s pragm¨¢tica ¨Co posibilista-, y el ala radical.
Lejos de ser una gresca pol¨ªtica interna, esta escisi¨®n puede tener consecuencias para la gobernabilidad: si el Parlamento no aprueba el acuerdo por la oposici¨®n de algunos diputados de Syriza (hasta el 30% de sus 149 esca?os, seg¨²n las estimaciones), y aunque el Gobierno logre el apoyo de otros (To Potami, con 17 esca?os, est¨¢ dispuesto a respaldar ¡°cualquier pacto¡±), el pa¨ªs puede quedar al borde de una nueva convocatoria electoral, que seg¨²n las encuestas ser¨ªa favorable a Syriza (36% de los votos).
Desde las primeras se?ales de rebeli¨®n en Syriza, en febrero, durante la negociaci¨®n de la pr¨®rroga del segundo rescate ¨Cque expira en un mes-, las diferencias han ido a m¨¢s, y a menos la capacidad del primer ministro, Alexis Tsipras, de controlar el ¨®rgano central. Los radicales tienen figuras de peso, bien situadas: acad¨¦micos como Kostas Lapavitsas o Stathis Kuvelakis; europarlamentarios con tir¨®n; el hiperinfluyente ministro de Reconstrucci¨®n Productiva, Panayotis Lafazanis, o la presidenta del Parlamento, Zo¨ª Konstandopulu, que en el comit¨¦ central propuso la suspensi¨®n durante un a?o del pago de la deuda, en consonancia con las primeras conclusiones del comit¨¦ de auditor¨ªa de la misma. El antiguo jefe del equipo econ¨®mico de Syriza, el marxista Yanis Mili¨®s, ha instado tambi¨¦n a la ruptura.
Un cartel a la entrada del ministerio que dirige Lafazanis, l¨ªder de la Plataforma de Izquierda ¨Cn¨²cleo duro ideol¨®gico del partido-, recuerda que no valen concesiones. ¡°Ni un paso atr¨¢s. No nos dejamos chantajear¡±, dice el p¨®ster, que no est¨¢ colocado en el local sindical, ni en la cafeter¨ªa, sino en la recepci¨®n. Seis pisos m¨¢s arriba, Kostas Kassimis, asesor del ministro y militante de Plataforma de Izquierda, asegura que no respaldar¨¢n ning¨²n acuerdo que imponga ¡°medidas neoliberales¡±.
¡°No me gusta eso de las l¨ªneas rojas, prefiero decirlo de otra manera: cualquier acuerdo debe respetar el programa electoral del partido, porque si no es as¨ª supondr¨¢ un paso atr¨¢s para el pa¨ªs¡±, a?ade Kassimis. ¡°La ruptura con los socios no es un objetivo; el ¡®Grexit¡¯ es un arma en manos del Gobierno. Debemos usar todas las cartas que tenemos, pero soy optimista y tengo confianza en el Gobierno y en el partido¡±.
"Parece que no saben lo que hacen, o que juegan al ajedrez"
Grecia lleva semanas instalada en el d¨ªa de la marmota, en el que todo parece ya visto y suena a o¨ªdo. El anuncio de un acuerdo o de medidas equis, y su inmediato desmentido; las declaraciones a favor o en contra de lo que sea ¨Cque enseguida pueden trocarse en lo contrario; rel¨¢mpagos de ideas fulgurantes que en horas, o minutos, se desinflan (como la propuesta de gravar la retirada de efectivo de los cajeros): as¨ª es el d¨ªa a d¨ªa de las negociaciones, vividas a ras de suelo, o como mucho a la altura de un titular.
¡°Estamos muy perplejos, no s¨®lo por el tiempo perdido, sino por la forma de llevar la negociaci¨®n¡±, admite un diplom¨¢tico comunitario en Atenas. ¡°A veces pareciera que no saben lo que est¨¢n haciendo; otras, parece una partida de ajedrez en la cumbre¡±. La filtraci¨®n, este mi¨¦rcoles, de un acuerdo con los socios, que dispar¨® las Bolsas, qued¨® en nada en minutos, y ahora se interpreta como un intento deliberado de Alexis Tsipras de frenar la salida de dep¨®sitos, no como un indicativo de que el acuerdo est¨¦ cerca. Sobre la fecha l¨ªmite para cerrarlo, ya no es el 5 de junio ¨Cfecha del primer pago de junio al FMI, para el que se ignora si hay fondos -, y se ampl¨ªa hasta el 30 (cuando expira la pr¨®rroga del rescate), seg¨²n el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis.
Como otros colegas del Gabinete, Nikos Vutsis, ministro del Interior ¨Cque no participa en las negociaciones-, dijo ayer que espera que pueda firmarse un acuerdo esta pr¨®xima semana, aunque sea a costa de ¡°aplazar durante seis meses o un a?os algunas promesas electorales¡± (m¨¢s munici¨®n para el disenso del ala radical de Syriza). El propio Varoufakis propuso la compra de bonos griegos en poder del Banco Central Europeo (unos 27.000 millones de euros) para facilitar la vuelta del pa¨ªs a los mercados.
Durante este largo fin de semana de fiesta ¨Cel lunes es Pentecost¨¦s, fiesta en la Administraci¨®n y los bancos-, Tsipras pugna contra el reloj por cerrar un acuerdo inapelable para su flanco rebelde. Una facci¨®n que tampoco ha recibido de buen grado el nombramiento de Elena Panaritis, antigua diputada del Pasok y actualmente consejera del de Varoufakis como representante de Grecia ante el FMI a partir de la pr¨®xima semana.
En la sede de la antigua televisi¨®n p¨²blica, a la periodista Fuli Zabitsanu, militante en la Plataforma de Lafazanis, no le tiembla el pulso al analizar la situaci¨®n: ¡°Cualquier cosa es posible, un acuerdo o un impasse a¨²n mayor. Personalmente, en estas circunstancias, defiendo la ruptura con los acreedores, aunque eso suponga la salida del euro¡±. Zabitsanu ha acudido el primer d¨ªa de los 20 h¨¢biles para pedir la readmisi¨®n en la nueva ERT, una de las promesas electorales que ha sacado adelante el Gobierno, aunque con retraso. Y a juzgar por las asambleas de antiguos trabajadores, a Syriza se le puede abrir otro frente por los sindicatos gremiales, que insisten, frente a las demandas de los socios, en mantener sus garant¨ªas laborales.
Las diferencias en Syriza son conocidas desde que ech¨® a andar la formaci¨®n, pero se hicieron m¨¢s evidentes en el momento de su constituci¨®n como partido, en 2013 (hasta entonces era una coalici¨®n de grupos de izquierda). El giro al centro tras el buen resultado electoral de 2012, con la incorporaci¨®n de dirigentes de otros partidos ¨Cdel Pasok, como el actual alcalde de Sanidad; independientes e incluso alg¨²n fichaje de Griegos Independientes, como Rachel Makr¨ª), no sent¨® ya nada bien a los ¡®puros¡¯.
Pero de las diferencias entre facciones a una hipot¨¦tica ruptura media un trecho. ¡°Syriza no se va a romper; les gusta demasiado el poder y ahora que lo han logrado no lo van a soltar, sea cual fuere el acuerdo que se firme, si se firma¡±, advierte el periodista Nikos Konstandaras, director del diario conservador Ekathimerini. Para el funcionario Kostas Kesan¨®pulos, ¡°votante de izquierda, sin adscripci¨®n¡±, el mayor riesgo de una ruptura ¨Cen Syriza y/o con los socios- es ¡°el gran vac¨ªo pol¨ªtico, una tentaci¨®n para el populismo. El hecho de que la oposici¨®n est¨¦ hundida es a la vez una baza a favor de Syriza y un tremendo agujero negro: si hay nuevas elecciones, las ganar¨¢ Syriza. Pero si no, lo har¨¢ el populismo¡±.
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