Los migrantes en la frontera entre Italia y Francia: ¡°?No volveremos atr¨¢s!¡±
Dos centenares de personas procedentes de Sud¨¢n, Somalia, Eritrea o Senegal resisten en la escollera de la ciudad italiana de Ventimiglia el bloqueo franc¨¦s
Su ¨²nica propiedad es un papel del que van desapareciendo las letras. Un documento oficial que, en ingl¨¦s y ¨¢rabe, explica a quien lo quiera leer que su portador, Abhim Sindy, tiene 21 a?os y vivi¨® como refugiado de guerra en un campamento de Darfur (Sud¨¢n) hasta que, hace tres meses, mataron al ¨²ltimo familiar que le quedaba vivo y decidi¨® partir hacia Europa. Ahora est¨¢ aqu¨ª, a punto de pasar su cuarta noche al raso sobre la escollera del pueblo italiano de Ventimiglia, a solo unos metros de la frontera con Francia, cerrada a cal y canto para los pr¨®fugos de ?frica.
Abhim est¨¢ solo en el mundo, pero no aqu¨ª. Son ya m¨¢s de 200 los migrantes ¡ªsudaneses como ¨¦l, pero tambi¨¦n de Somalia, Eritrea, Senegal y Etiop¨ªa¡ª que se han topado con la decisi¨®n de Francia de cerrar sus fronteras a la inmigraci¨®n que llega de Italia.
A primera hora de la ma?ana de este martes, un gran despliegue de la polic¨ªa antidisturbios logr¨® trasladar a algunos de ellos a unas dependencias anexas a la estaci¨®n de Ventimiglia. Hubo gritos, forcejeos, alg¨²n herido leve. Una gran mayor¨ªa logr¨® resistir, a la espera de que la Gendarmer¨ªa francesa reciba la orden de dejarlos pasar. Abhim y su terrible historia es uno de ellos.
¡°Despu¨¦s de enterrar al ¨²ltimo de mis hermanos¡±, relata mientras desdobla un folio, ¡°ped¨ª a la administraci¨®n del campamento que me dieran un documento oficial que pudiese ense?ar al llegar a Europa. Me hab¨ªan dicho que las puertas estaban abiertas para los refugiados de guerra¡±. Sus vecinos de escollera van a?adiendo sus propias experiencias al relato de Abhim. ¡°Libia es mucho peor que el desierto¡±, dice un joven eritreo, y todos asienten.
¡°Yo¡±, tercia un compatriota de Abhim, ¡°me fui de Sud¨¢n hace ocho meses. All¨ª no se pod¨ªa vivir, pero cuando llegu¨¦ a Libia entend¨ª que tal vez me hab¨ªa equivocado. Aquello era peor que mi pa¨ªs. No hay gobierno ni autoridad, es un desastre. Me metieron en una prisi¨®n. Me dec¨ªan que no podr¨ªa salir hasta que mi familia lograse pagar los 2.500 d¨®lares del rescate. Dos meses y medio despu¨¦s, consegu¨ª escapar y encontrar un trabajo en una industria agr¨ªcola. All¨ª, en vez de pagarme con dinero, lo hicieron con un pasaje a Italia en un pesquero lleno de gente que quer¨ªa escapar de ?frica. Mi idea era reunirme con una joven, tambi¨¦n sudanesa, de la que me hab¨ªa enamorado en Libia. Pero ella parti¨® antes y, por las noticias que he logrado reunir, ya ha llegado a Suiza. Yo me he encontrado con el bloqueo de la polic¨ªa francesa. Esta tarde me han dicho que los italianos quieren meternos en un avi¨®n y mandarnos de nuevo a Sud¨¢n¡±.
Rebeli¨®n de las regiones
Es una de las medidas, tal vez la m¨¢s improbable, que barajan las autoridades italianas ante la situaci¨®n de crisis que vive el pa¨ªs por la llegada masiva de pr¨®fugos, la falta de espacio en los centros de acogida, la rebeli¨®n de las regiones del norte a acoger m¨¢s inmigrantes y, ahora, el bloqueo de las fronteras por parte de Francia.
Al caer la tarde, sobre la escollera de Ventimiglia, la mayor¨ªa de los pr¨®fugos permanece en silencio. Unos dormitan, otros rezan. Solo los m¨¢s j¨®venes del grupo se atreven desde lejos a cantarles en ingl¨¦s a los gendarmes franceses: "?No volveremos atr¨¢s! ?D¨®nde est¨¢n los derechos humanos? ?D¨®nde est¨¢ Europa?".
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