La nadadora reacia

La ni?a que, seg¨²n sus bi¨®grafos, no se atrev¨ªa a saltar desde el trampol¨ªn en las clases de nataci¨®n en la antigua Alemania del Este, Angela Merkel, afronta la decisi¨®n m¨¢s crucial de su vida pol¨ªtica. La canciller alemana, la dirigente m¨¢s importante del mundo tras Obama, deber¨¢ zambullirse y liderar la Europa unida para evitar la salida de Grecia del euro y, posiblemente de la UE, impidiendo que el drama que vive la eurozona acabe en tragedia. Solo Alemania y ella, con la ayuda de Tsipras, pueden hacerlo. Al borde del abismo, como le gusta jugar a Bruselas, no se produjo el jueves en la reuni¨®n del Eurogrupo, ¡°el milagro que necesitamos¡±, en palabras del primer ministro finland¨¦s. Este Waterloo, cuya batalla cumple ahora 200 a?os, se aplaz¨® porque los 18 no quisieron que la reuni¨®n acabara como la derrota de Napole¨®n, a manos de alemanes, holandeses y brit¨¢nicos.

El caso es que, fr¨ªamente, esta amenaza al euro es un problema delimitado y solucionable, disfrazado de insoluble por la torpeza de los contendientes. Ya no es un problema econ¨®mico, es pol¨ªtico. ?C¨®mo explicar¨ªamos a las generaciones venideras que un pa¨ªs que significa el 2% del PIB europeo pueda arrastrar a la moneda ¨²nica y con ella al proyecto europeo? La brecha es m¨ªnima: una reducci¨®n del gasto del 0,5% del PIB griego. No nos enga?emos, la ruptura, si finalmente se produce, no podr¨¢ ser limpia. Salvando el honor de los griegos y del club de Bruselas, que razonablemente insiste en que los compromisos deben cumplirse, el coraje pol¨ªtico reside en intercambiar concesiones mutuas que eviten el divorcio.

Merkel desear¨ªa que Grecia siguiera en el euro, como tambi¨¦n que Reino Unido permaneciera en la UE; no a cualquier precio, pero s¨ª se declara preparada a pagar alg¨²n precio. El soci¨®logo Ulrich Beck explicaba en su ensayo Una Europa alemana (Paid¨®s) que su posici¨®n no es ni un claro s¨ª, ni un claro no, sino un jein, s¨ª pero no. Sabe lo que ella se juega, pasar o no a la historia como la dirigente que permiti¨® algo sin precedentes: el abandono del euro por parte de un pa¨ªs o la salida de un socio de la UE. Est¨¢ en cuesti¨®n la indivisibilidad de la moneda ¨²nica, ?qui¨¦n creer¨ªa en el futuro del euro, qui¨¦n ser¨ªa el siguiente pa¨ªs en seguir a Grecia?

Alemania y otros pa¨ªses se preguntan por qu¨¦ sostener a un Gobierno radical de izquierdas en Atenas que estimular¨ªa a fuerzas pol¨ªticas semejantes en otros socios con mucha deuda, como por ejemplo Espa?a. Es comprensible la frustraci¨®n con Grecia sentida en toda Europa, pero no debemos dejar pasar la ¨²ltima oportunidad. Europa, como defiende el l¨²cido analista brit¨¢nico Timothy Garton Ash, debe salvar a Grecia para salvarse a s¨ª misma. Varoufakis, el malo de esta pel¨ªcula, tiene raz¨®n cuando afirma que estamos en un estado mental que acepta un accidente. El lunes, Merkel, en lo alto del trampol¨ªn, deber¨¢ decidirse y saltar para salvar a Grecia y a Europa.