¡°Si suben el IVA, tendremos que dejar de comer¡±
Los vecinos de uno de los barrios de Atenas m¨¢s castigados por la crisis temen recortes
Con su pensi¨®n complementaria de 120 euros al mes ¡ªlo mismo que le cuesta el alquiler de un diminuto estudio¡ª, Vasilis Fotiu, griego alban¨¦s de 68 a?os, se considera un afortunado. No sabe que la ¨²ltima propuesta del Fondo Monetario Internacional (FMI) incluye suprimir a partir de 2018 el fondo de solidaridad social (EKAS, en sus siglas griegas) del que sale esa magra mensualidad, ni tampoco que sobre la botella de zumo con que alivia el calor se cierne un aumento del IVA al 23% si prosperan las pretensiones de los socios en una negociaci¨®n este jueves de nuevo cortocircuitada.
Fotiu aguanta a pie firme el sol, a la salida de una estaci¨®n de metro, con un ramillete de revistas bajo el brazo. Son ejemplares de Sjed¨ªa (Balsa), el peri¨®dico callejero que saca a flote a muchas v¨ªctimas de la crisis, y que le deja 1,5 euros por cada ejemplar (en todo el pa¨ªs, la publicaci¨®n vende unos 20.000 al mes). ¡°Gracias a Sjed¨ªa saco otros 200 o 250 euros, y as¨ª no tengo que pedir en la calle ni ir a comedores sociales. Hago la compra, cocino y estiro el dinero hasta el ¨²ltimo d¨ªa del mes. Pero si quieren subir el IVA de la comida al 23% no s¨¦ c¨®mo lo har¨¦¡¡±, musita contrariado. ¡°Aceite, leche, pasta¡ ?en serio quieren hacer eso? No es humano¡±.
Como Fotiu, Anthula Sideri tambi¨¦n hace milagros para multiplicar los 500 euros que gana limpiando varias tiendas del barrio, muy castigado por la crisis. Con un solo ri?¨®n y diabetes, aparenta 30 a?os m¨¢s de los que tiene. Su familia lo perdi¨® todo ¡ªcasa incluida¡ª en los incendios de 2007 en el Peloponeso, en los que se demostr¨® la disfuncionalidad del Estado para responder a la emergencia, y el colapso sist¨¦mico del mismo. Emigrar del pueblo a Atenas y empezar la crisis fue todo uno. ¡°Mi marido perdi¨® el trabajo y mis tres hijos no encuentran nada¡ y no me quejo, porque son buenos chicos y no han ca¨ªdo en la droga¡±.
Por las calles del barrio, puro asfalto humeante entre Omonia y Metaxuryio, pululan las figuras espectrales de algunos yonquis. Es el inframundo de Atenas, donde una dosis de crack, la droga del pobre, cuesta 1,5 euros y deja fuera de la circulaci¨®n en un par de a?os a quien lo consume. ¡°Seca los pulmones, te vas quedando sin aire, te asfixias, pero te lleva en brazos¡±, explica en un momento de lucidez Yanis. Los recortes de la troika cerraron el grifo de las ayudas a las cl¨ªnicas de desintoxicaci¨®n, y la lista de espera para tratamientos con metadona ha llegado a superar los cinco a?os. ¡°No hay albergues para drogodependientes, y para enfermos de sida s¨®lo uno en el Pireo que est¨¢ masificado¡±, explica el grecoaustraliano Jristos Alefandis, director de Sjed¨ªa, que acompa?a en el recorrido por el barrio. ¡°Gracias a algunos programas financiados por la Fundaci¨®n Niarchos, hay familias que acogen yonquis para normalizar su vida. Lo m¨¢s importante es vencer el miedo, por parte de unos y de otros¡±.
Vencer tambi¨¦n el miedo al barrio, que muchos atenienses evitan y donde vallas met¨¢licas puestas por los vecinos intentan impedir que los soportales de sus edificios se conviertan en dormitorios o incluso campamentos de desheredados. El de Vasilis y Anthula es un barrio bronco, muy deteriorado, en el que, por no haber, no hay ni grafitis, la principal se?a de identidad de la geograf¨ªa urbana de la crisis, y que cartograf¨ªan la ciudad entera. En la escala social, ambos est¨¢n un pelda?o por debajo de los numerosos inmigrantes ¡ªen su mayor¨ªa asi¨¢ticos, algunos rusos y georgianos¡ª, que gestionan sus peque?os negocios con la esperanza puesta en el trabajo duro, algo que para estos y otros muchos griegos hace tiempo que se convirti¨® en quimera. ¡°Me da igual el euro, el dracma o el Gobierno que sea, porque la factura la vamos a pagar nosotros. Hasta ah¨ª llega toda mi sabidur¨ªa, pero aunque haya estudiado menos que ellos [los negociadores], s¨¦ que quien tendr¨¢ raz¨®n al final soy yo¡±, protesta Anthula. ¡°Si suben el IVA, tendremos que dejar de comer, pero tal vez quieran eso, matarnos de hambre¡±.
¡°A los datos y las cuentas de los acreedores yo contrapongo otros muchos m¨¢s inapelables: las 2.500 comidas diarias que da aqu¨ª al lado la Iglesia; las 2.000 familias griegas cuya canasta b¨¢sica depende de bonos sociales; o las 43.000 personas que recurrieron a los albergues para indigentes de Atenas entre enero y mayo¡±, dice un irritado Alefandis. En el contiguo hotel Ionis, reconvertido en uno, no cabe un alma: 135 seres ¡ªel 90% de ellos, hombres¡ª disfrutan de una cama y un par de comidas calientes tras meses, o a?os, de deriva callejera. Como D¨ªmitra, de 46 a?os, que con un ingl¨¦s excelente, tres a?os de psicolog¨ªa en la Universidad y la carrera entera de piano se vio en la calle en 2013 por culpa de la crisis, al perder el trabajo y no poder pagar el alquiler. ¡°Cualquiera puede llegar a ser un homeless; la fortuna es muy caprichosa¡ Y a esos se?ores con corbata que est¨¢n decidiendo otra vez nuestro futuro, les hac¨ªa yo dormir en la calle una sola noche, aqu¨ª, en esta zona de Atenas. Seguro que ser¨ªan mucho m¨¢s clementes¡±.
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