Syriza contra el m¨¦todo europeo
Tsipras no impugna la austeridad ni el euro, sino la solidaridad entre los socios de la UE
La uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha de los europeos, incluida en el texto del propio Tratado de la UE, es hija de un m¨¦todo ¨²nico, que solo ha funcionado continuadamente en el territorio cansado de guerras y genocidios de nuestro continente. Este m¨¦todo es el del consenso, obtenido siempre mediante peque?os pasos, que van creando unas solidaridades pr¨¢cticas y contribuyen a una solidaridad pol¨ªtica mayor entre todos los socios.
No est¨¢ escrito en ning¨²n tratado, pero todos saben que de las reuniones europeas nadie debe salir derrotado. La Uni¨®n Europea es exactamente el mecanismo contrario del juego de suma cero, en el que lo que gana uno lo pierde el otro. De ah¨ª que el Consejo Europeo sea una fabulosa m¨¢quina de componendas, que permite a cada Gobierno regresar a casa con la cesta suficientemente llena aun despu¨¦s de haber cedido en sus pretensiones.
Hubo un momento en que parec¨ªa que Tsipras lo hab¨ªa entendido. Hasta el pasado viernes, cuando el primer ministro griego anunci¨® unilateralmente un refer¨¦ndum que traslada la decisi¨®n sobre la ¨²ltima propuesta europea directamente al voto de los ciudadanos. Jean-Claude Juncker se lo aclar¨® ayer en la sala de prensa de la Comisi¨®n: los griegos no decidir¨¢n sobre el euro, sino que votar¨¢n si quieren seguir participando de la solidaridad europea. Tienen todo el derecho a hacerlo, naturalmente, pero tambi¨¦n deben saber lo que se juegan.
La UE ha resuelto, mal que bien, pero hasta ahora mejor que nadie, el c¨¦lebre trilema de Dani Rodrik entre democracia, soberan¨ªa y globalizaci¨®n, que solo permite salvar dos elementos de los tres en juego y obliga siempre a renunciar al tercero. La f¨®rmula europea funciona por la atenuaci¨®n que produce el consenso: la democracia de cada socio queda sometida a la democracia de los otros y al acuerdo de m¨ªnimos entre todos; la soberan¨ªa se comparte: y la globalizaci¨®n se controla y gobierna desde Bruselas y desde el Banco Central. As¨ª es como Europa ha superado el trilema.
El golpe antieuropeo de Tsipras pone en juego la democracia directa y acciona la plena soberan¨ªa, pero si los griegos quieren seguir en la globalizaci¨®n deber¨¢n renunciar de nuevo y aceptar que tambi¨¦n se les gobierne desde la UE. En caso contrario, les quedar¨¢n dos opciones: o caer en manos de un imperio que funciona verticalmente, sin m¨¦todos solidarios y, por cierto, sin democracia, como podr¨ªa ser el ruso, o encarar la globalizaci¨®n en solitario con el riesgo de caer en el pozo de la depresi¨®n y la pobreza.
Grecia forma parte de la UE desde 1981 y de la Alianza Atl¨¢ntica desde 1952. A diferencia de Espa?a y Portugal, Grecia no ten¨ªa continuidad geogr¨¢fica con el n¨²cleo de Europa, era un pa¨ªs propiamente balc¨¢nico y su econom¨ªa poco ten¨ªa en com¨²n con las de los pa¨ªses fundadores en el momento en que se tomaron las decisiones pol¨ªticas de su integraci¨®n. Si ahora se va de la UE, tambi¨¦n ser¨¢ fruto de una decisi¨®n pol¨ªtica, que revertir¨¢ incluso los efectos geopol¨ªticos que tuvo su incorporaci¨®n entonces y puede incluso aconsejar a Syriza el abandono de la OTAN.
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