El rescate y el juicio
Para el Estado, era leg¨ªtimo usar la fuerza en el asalto en Lima de la embajada japonesa
El 17 de diciembre de 1996, un grupo de 14 miembros del MRTA (Movimiento Revolucionario T¨²pac Amaru), armados con fusiles de asalto, armas cortas y explosivos, captur¨® la pintoresca residencia de la embajada de Jap¨®n en Lima (copia de la mansi¨®n de Tara en Lo que el viento se llev¨®), y convirti¨® en rehenes a los 700 invitados que celebraban el natalicio del Emperador Akihito.
La acci¨®n fue un golpe de mano desesperado de uno de los pocos dirigentes libres de un diezmado MRTA, N¨¦stor Cerpa, para lograr la liberaci¨®n de los dirigentes presos, entre los cuales estaba su pareja.
En poco tiempo el MRTA se qued¨® con un n¨²mero para ellos manejable de 72 rehenes. Bajo una cobertura period¨ªstica de saturaci¨®n, que cre¨® tantas historias como las que cubri¨®, se desarrollaron en secreto las negociaciones con los secuestradores y la preparaci¨®n simult¨¢nea de un plan de rescate de los rehenes.
En 1996, un grupo de 14 miembros del MRTA, armados con fusiles de asalto, armas cortas y explosivos, captur¨® la residencia de la embajada de Jap¨®n en Lima
El 22 de abril de 1997, una fuerza de 80 comandos de las Fuerzas Armadas atac¨® simult¨¢neamente desde el subsuelo, el primer y el segundo piso. La mayor¨ªa de los emerretistas se encontraba jugando fulbito en la sala del primer piso y la primera explosi¨®n dej¨® fuera de combate a casi todos. La ocupaci¨®n completa de la Residencia y la evacuaci¨®n de los rehenes dur¨® 16 minutos.
Uno de los rehenes, el magistrado Carlos Giusti, muri¨® luego de ser herido en el rescate. Dos comandos, el comandante Juan Valer y el teniente Ra¨²l Jim¨¦nez, perdieron la vida en la acci¨®n. Todos los 14 emerretistas terminaron muertos.
En agosto de 2001 el exreh¨¦n Hidetaka Ogura remiti¨® una carta al Poder Judicial peruano acusando haber visto c¨®mo uno de los emerretistas, Eduardo Cruz S¨¢nchez, alias Tito, fue capturado fuera de la residencia, cuando quiso mezclarse con los rehenes y llevado adentro por un militar. Luego, se lo declar¨® muerto en combate.
Ogura tambi¨¦n indic¨® que al momento de bajar por una escalera de mano hab¨ªa visto a otros dos emerretistas: Herma Mel¨¦ndez Cueva y quien le pareci¨® V¨ªctor Peceros Pedraza rindi¨¦ndose y rogando por la vida. Ambos fueron dados luego por muertos en acci¨®n.
Las revelaciones de Ogura fueron confirmadas, en cuanto a la captura de Tito, por dos polic¨ªas presentes en el suceso. Entonces se inici¨® una larga odisea judicial, que termin¨® en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.Los portavoces period¨ªsticos de lo que aqu¨ª se llama ¡°la derecha bruta y achorada¡± [peruanismo que en este caso significa tanto insolente como lumpen] presentaron el caso como una sinuosa operaci¨®n ¡°caviar¡± para defender ¡°terroristas¡± y atacar ¡°al Per¨²¡±. El presidente Ollanta Humala trat¨® de sonar decisivo y terminante al proclamar, un d¨ªa antes de la sentencia, que el Per¨² no pagar¨ªa ¡°ni un sol¡± a ¡°los terroristas¡± o sus familiares por m¨¢s que lo ordene la Corte .
La sentencia se hizo p¨²blica el lunes 29 de junio. La Corte consider¨® que Eduardo Cruz S¨¢nchez, Tito, hab¨ªa sido v¨ªctima de una ejecuci¨®n extrajudicial. En cuanto los otros dos emerretistas, Herma Mel¨¦ndez Cueva y V¨ªctor Salom¨®n Peceros, la Corte acept¨® la conclusi¨®n de ¡°que la muerte de estas dos personas se produjo cuando a¨²n estaban tomando parte de las hostilidades¡¡±.
La sentencia valida la acci¨®n de rescate. Para el Estado, dice la Corte, ¡°resultaba leg¨ªtimo recurrir al uso de la fuerza en las circunstancias del caso concreto, en tanto respond¨ªa a la necesidad de liberar a los rehenes con vida¡±.
As¨ª, el an¨¢lisis prolijo del caso permiti¨® el esclarecimiento judicial del asesinato de Tito; y a la vez salvaguard¨® a los comandos que llevaron a cabo exitosamente una operaci¨®n de alt¨ªsimo riesgo, salvaron vidas y no tuvieron responsabilidad sobre quienes, sin haber participado en el combate, mancharon el logro valiente del rescate con la cobard¨ªa del asesinato.
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