Grecia decide el destino del euro y la Uni¨®n Europea

Grecia acude hoy a las urnas en medio de la incertidumbre. Casi 11 millones de griegos est¨¢n llamados a votar una propuesta que ya no est¨¢ sobre la mesa, y que convierte el refer¨¦ndum en algo m¨¢s: un plebiscito sobre Alexis Tsipras y sobre Europa. En el peor de los escenarios, la crisis griega amenazar¨¢ la irreversibilidad del euro si Grecia se ve obligada a abandonar el club. Supone un castigo para la credibilidad de la Uni¨®n, incapaz en los ¨²ltimos cinco a?os de solucionar el l¨ªo en un pa¨ªs que concentra el 2% del PIB europeo. Y abre un poco m¨¢s la espita del euroescepticismo a las puertas del refer¨¦ndum brit¨¢nico.

La pol¨ªtica es la forma en que una sociedad se ocupa de la incertidumbre, suele decir Luuk Van Middelaar, historiador, fil¨®sofo, exfuncionario europeo y uno de esos pensadores que creen que la crisis griega vuelve a examinar a Europa y su estado de transici¨®n permanente, en la medida en la que ha puesto de manifiesto la ausencia de una verdadera pol¨ªtica continental m¨¢s all¨¢ de la ¡°Europa robusta¡± de la canciller Merkel. La Europa alemana se ha convertido en un amasijo de reglas y normas incapaces de responder adecuadamente a una de esas crisis que se dan una vez en un siglo: Grecia es el m¨¢ximo exponente de ese fiasco, con su r¨¦cord de paro y su deuda impagable pese o quiz¨¢ debido a la lluvia de millones en forma de ayuda asociada a unas condiciones demasiado exigentes para un pa¨ªs sin estructuras. Grecia logr¨® entrar en el club europeo con un modelo de Estado clientelar, casi cleptocr¨¢tico, y ha sido incapaz de reformarse ni con la socialdemocracia ni con el centroderecha ni, ahora, con la izquierda radical.

En los ¨²ltimos meses, Europa y Atenas han quemado casi todos los puentes: la desconfianza entre el Gobierno griego y las instituciones est¨¢ en m¨¢ximos. En privado ¡ªy a veces en p¨²blico¡ª, ministros del Norte y del Sur se confiesan ¡°hartos¡± de dar dinero y negociar con Grecia sin resultado. El refer¨¦ndum, que Bruselas plantea como un voto sobre Europa, abre un amplio abanico de posibilidades: ninguna de ellas ser¨¢ un camino de rosas.

Elevada factura

El continuo desacuerdo entre Grecia y los acreedores anteriormente llamado socios dejar¨¢ ya, en el mejor de los casos, una honda cicatriz pol¨ªtica, econ¨®mica y financiera en el bajo vientre de Europa. Y exigir¨¢ mucho m¨¢s dinero del que hubiera sido necesario en caso de haber llegado a un acuerdo.

Pero m¨¢s all¨¢ de resolver esa formidable crisis que se avecina, Grecia sit¨²a a Europa ante un desaf¨ªo de largo alcance: la sospecha de que el euro ¡°ya no sirve de impulso hacia ning¨²n lado¡± ¡ªseg¨²n Jean Pisani-Ferry, asesor de Fran?ois Hollande¡ª, con esa inquietante fractura Norte-Sur y sobre todo con las eternas dificultades para solucionar los errores en los dispositivos de seguridad del club, para retocar un edificio que dista mucho de estar acabado. En medio de los trabajos de remodelaci¨®n, el refer¨¦ndum de Grecia (y m¨¢s adelante de Reino Unido) supone una enmienda a la totalidad de la ¡°Uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha¡±, uno de los leitmotiv que han caracterizado al proyecto.

Grecia permite constatar que la vieja maldici¨®n ¡ª¡°Europa se forjar¨¢ en las crisis¡±¡ª sigue vigente: ¡°La Uni¨®n, que lleva a?os exigiendo reformas a diestro y siniestro, necesita ella misma una reforma profunda; quiz¨¢ Grecia sea el catalizador¡±, augura Van Middelaar.

Con un PIB similar al del ¨¢rea metropolitana de Madrid, sorprende que Grecia absorba todas las energ¨ªas en un momento tan delicado, en el que sobran l¨ªos al Norte (Rusia), Sur (inmigraci¨®n), Este (la irrupci¨®n de Asia) y Oeste (Reino Unido).

¡°Europa tiene que taponar ese agujero, pero a la larga deber¨ªa admitir que este no es un problema griego: es la en¨¦sima metamorfosis de la crisis del euro, que combina una crisis econ¨®mica devastadora y una formidable crisis pol¨ªtica con un dise?o institucional deficiente, incapaz de atender intereses nacionales cada vez m¨¢s divergentes¡±, dice el soci¨®logo Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall, que atribuye errores por igual ¡°a la insistencia defendida por p¨¦simos economistas en la austeridad germ¨¢nica, y a la incapacidad de Atenas para hacer reformas con malas excusas¡±. ¡°La UE seguramente tender¨¢ hacia una mayor integraci¨®n, pero puede que sin Grecia, que se est¨¢ expulsando a s¨ª misma¡±, seg¨²n el polit¨®logo Takis Pappas. ¡°Un n¨²cleo duro de pa¨ªses podr¨ªa concluir que es necesario avanzar m¨¢s, pero para eso es imprescindible compartir unos valores, y ah¨ª la cosa se complica¡±, a?ade Richard Youngs, de Carnegie. El m¨¢s duro es Marcel Fratzscher, presidente del DIW alem¨¢n: ¡°Grecia puede servir como advertencia a los pa¨ªses sobre qu¨¦ ocurre cuando un Gobierno rechaza hacer reformas y cooperar con sus socios¡±.

Grecia vota hoy en una situaci¨®n calamitosa. Su banca est¨¢ en coma inducido. Su econom¨ªa entra en barrena. Su estabilidad pol¨ªtica est¨¢ en entredicho. Y el Gobierno hace una pregunta (de 72 palabras, nada menos) sobre una oferta que ya no est¨¢ sobre la mesa y que puede suponer salir del euro. En ese caso, el contagio ser¨¢ m¨¢s limitado que en 2012, repite Bruselas, porque el continente est¨¢ mejor equipado: el BCE es ya casi un prestamista de ¨²ltima instancia (pese a Alemania), el mecanismo de rescate (Mede) est¨¢ operativo, la uni¨®n bancaria ha progresado y los bancos se han recapitalizado en un cuarto de bill¨®n de euros. ¡°Pero a la larga, el euro se convierte en un extra?o animal pol¨ªtico con un comportamiento impredecible: si ya no es irrevocable, los mercados actuar¨¢n en consecuencia cuando llegue la pr¨®xima recesi¨®n¡±, dice el economista Paul De Grauwe.

Convencer a Berl¨ªn

Todo el mundo sabe qu¨¦ necesita Europa, pero nadie sabe c¨®mo convencer a Berl¨ªn y compa?¨ªa de que el club debe compartir riesgos, tener un presupuesto del euro para absorber shocks, un fondo de garant¨ªa de dep¨®sitos y un Tesoro o aquellos eurobonos que Merkel asegur¨® que los alemanes nunca ver¨¢n mientras ella viva. Con casos como el de Grecia, crecen las suspicacias. Frente a esa cartograf¨ªa de la futura UE, el viejo drama existencial de Europa: c¨®mo ceder soberan¨ªa si no es a golpe de crisis. Pero es eso o la tentaci¨®n del maquillaje: salvar el escollo griego con un apa?o hasta el siguiente l¨ªo. O quiz¨¢ desmentir el viejo adagio que dice que Europa es una bicicleta: no hay marcha atr¨¢s, y si se detiene se cae.