El Papa pide perd¨®n por los cr¨ªmenes durante la conquista de Am¨¦rica
Bergoglio pide la rebeli¨®n de los excluidos: ¡°El futuro est¨¢ en sus manos. ?No se achiquen!"
Las palabras del papa Francisco no pudieron ser m¨¢s rotundas: ¡°Pido humildemente perd¨®n, no s¨®lo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los cr¨ªmenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de Am¨¦rica¡±. Durante un encuentro con movimientos populares de todo el mundo en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), Jorge Mario Bergoglio pidi¨® ¡°tierra, techo y trabajo¡± para todos: ¡°Son derechos sagrados. Hay que luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se escuche en Latinoam¨¦rica y en toda la Tierra¡±.
Durante casi una hora, el Papa escuch¨® con atenci¨®n los testimonios de los grupos de excluidos (ind¨ªgenas, cartoneros, trabajadores precarios del mundo rural y de las periferias de las ciudades) de todo el mundo. Tambi¨¦n un encendido alegato del presidente de Bolivia, Evo Morales, contra los colonialismos pasados ¨C¡°en 1492 sufrimos una invasi¨®n europea y espa?ola¡±¡ª y los contempor¨¢neos. Pero, en un foro dedicado a clamar contra las injusticias, quien se mostr¨® m¨¢s beligerante fue el papa de Roma: ¡°Cuando el capital se convierte en ¨ªdolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioecon¨®mico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa com¨²n¡±.
¡°Pido humildemente perd¨®n, no s¨®lo por las ofensas de la Iglesia, sino por los cr¨ªmenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de Am¨¦rica¡±
¡°Este sistema ya no se aguanta¡±, dijo Bergoglio en un discurso de seis folios que transit¨® por pasajes ya conocidos ¨Cla globalizaci¨®n de la indiferencia, la condena de la cultura de la descarte¡¨C, pero explor¨® otros que llamaron a la rebeli¨®n de los m¨¢s humildes: ¡°Necesitamos un cambio positivo, un cambio que nos haga bien, un cambio redentor. Necesitamos un cambio real. Este sistema ya no se aguanta. Y los m¨¢s humildes, los explotados, pueden hacer mucho. El futuro de la humanidad est¨¢ en sus manos".
En un pasaje que puso la emoci¨®n a flor de piel, Bergoglio quiso hacer protagonistas de la salvaci¨®n del mundo a los m¨¢s humildes: ¡°?Qu¨¦ puedo hacer yo, cartonero, catadora, pepenador, recicladora, frente a tantos problemas si apenas gano para comer? ?Qu¨¦ puedo hacer yo artesano, vendedor ambulante, transportista, trabajador excluido si ni siquiera tengo derechos laborales? ?Qu¨¦ puedo hacer yo, campesina, ind¨ªgena, pescador que apenas puedo resistir el avasallamiento de las grandes corporaciones? ?Qu¨¦ puedo hacer yo desde mi villa, mi chabola, mi poblaci¨®n, mi rancher¨ªo cuando soy diariamente discriminado y marginado? ?Qu¨¦ puede hacer ese estudiante, ese joven, ese militante, ese misionero que patea las barriadas y los parajes con el coraz¨®n lleno de sue?os pero casi sin ninguna soluci¨®n para mis problemas?¡±.
A continuaci¨®n, el Papa, entre aplausos, contest¨® su propia pregunta: ¡°?Mucho! Pueden hacer mucho. Ustedes, los m¨¢s humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad est¨¢, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la b¨²squeda cotidiana de ?las tres T? (trabajo, techo, tierra). ?No se achiquen!¡±
"Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad est¨¢ en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas. ?No se achiquen!¡±
El Papa clam¨® contra ¡°la imposici¨®n de medidas de austeridad que siempre ajustan el cintur¨®n de los trabajadores y de los pobres¡± y contra ¡°el colonialismo, nuevo y viejo, que reduce a los pa¨ªses pobres a meros proveedores de materia prima y trabajo barato, engendra violencia, miseria, migraciones forzadas¡±. Fue casi al final cuando Francisco, que hab¨ªa convertido en su discurso a los m¨¢s pobres en ¡°poetas sociales¡±, admiti¨®: ¡°Alguno podr¨¢ decir, con derecho, que ?cuando el Papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia?.
Y a?adi¨®: ¡°Al igual que san Juan Pablo II pido que la Iglesia ?se postre ante Dios e implore perd¨®n por los pecados pasados y presentes de sus hijos?. Y quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue san Juan Pablo II: pido humildemente perd¨®n, no s¨®lo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los cr¨ªmenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de Am¨¦rica¡±.
No es la primera vez que un papa pide perd¨®n a los ind¨ªgenas, pero no desde luego con esta contundencia. El 13 de octubre de 1992, Juan Pablo II pidi¨® en Santo Domingo a los ind¨ªgenas que perdonasen las injusticias cometidas contra sus antepasados y, d¨ªas despu¨¦s en Roma, insisti¨® en su ?acto de expiaci¨®n por todo lo que estuvo marcado por el pecado, la injusticia y la violencia? durante la evangelizaci¨®n de Am¨¦rica. Quince a?os despu¨¦s, el 23 de mayo de 2007, Benedicto XVI afirm¨® que ¡°el recuerdo de un pasado glorioso¡± no puede ignorar ¡°las sombras¡± que acompa?aron la evangelizaci¨®n de Latinoam¨¦rica. ¡°No es posible olvidar el sufrimiento y las injusticias infligidos por los colonizadores a las poblaciones ind¨ªgenas, cuyos derechos humanos fundamentales eran con frecuencia pisoteados¡±, dijo Joseph Ratzinger.
La diferencia en el fondo y en las formas es evidente, aunque tambi¨¦n Francisco, como antes Juan Pablo II y Benedicto XVI, a?adi¨® que ¡°para ser justos¡± ten¨ªa que reconocer a los sacerdotes que ¡°se opusieron a la l¨®gica de la espada con la l¨®gica de la cruz¡±. Para finalizar uno de sus discursos m¨¢s largos pero tambi¨¦n m¨¢s hermosos y combativos, Bergoglio exclam¨®: ¡°Digamos juntos desde el coraz¨®n: ninguna familia sin vivienda, ning¨²n campesino sin tierra, ning¨²n trabajador sin derechos, ning¨²n pueblo sin soberan¨ªa, ninguna persona sin dignidad, ning¨²n ni?o sin infancia, ning¨²n joven sin posibilidades, ning¨²n anciano sin una venerable vejez. Sigan con su lucha y, por favor, cuiden mucho a la Madre Tierra¡±.
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