La gran obra del Se?or de los T¨²neles
As¨ª se construy¨® el pasadizo que permiti¨® a El Chapo escapar. Sacaron 3.250 toneladas de tierra frente a funcionarios y militares
A Joaqu¨ªn Guzm¨¢n Loera, El Chapo, siempre le gustaron los mundos subterr¨¢neos. El narcotraficante que ha dejado en rid¨ªculo a las fuerzas de seguridad mexicanas al escapar de una c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad mediante un c¨®modo e iluminado t¨²nel de 1.500 metros, ha ordenado durante a?os desde la c¨²spide del c¨¢rtel de Sinaloa la construcci¨®n de innumerables pasadizos. S¨®lo en Baja California, Sonora y Chihuahua la agencia antidroga de Estados Unidos (DEA) atribuye a su organizaci¨®n un centenar de narcogaler¨ªas para burlar los controles fronterizos.
Esta pericia, que la ha valido el apelativo del Se?or de los T¨²neles, es bien conocida por la polic¨ªa mexicana. En febrero de 2014, El Chapo logr¨® zafarse de su captura en Culiac¨¢n, la capital de Sinaloa, al huir por un sofisticado pasadizo instalado en su casa de seguridad. Mientras los comandos de la Marina intentaban fren¨¦ticamente derribar la puerta de blindaje hidr¨¢ulico, Guzm¨¢n Loera puso en marcha el mecanismo de fuga: accion¨® un resorte que levant¨® la ba?era y se escabull¨® por un corredor met¨¢lico que desembocaba en las alcantarillas. Siete casas suyas en Culiac¨¢n estaban conectadas por esta red subterr¨¢nea.
Con estos antecedentes, no era sorprendente que intentase la fuga de la inexpugnable prisi¨®n de El Altiplano por un t¨²nel. Es una posibilidad de manual. De hecho, el personal de este centro penitenciario, considerado la joya de la corona del sistema de seguridad mexicano, estaba entrenado para realizar estudios de radar y tomograf¨ªa terrestre. Pero de nada vali¨®.
Los hombres de El Chapo, con una divisi¨®n de ingenier¨ªa propia, obtuvieron planos detallados de la prisi¨®n y abrieron un t¨²nel de 1.500 metros que desemboc¨® milim¨¦tricamente y con escalerilla en la propia ducha del preso n¨²mero 3.578. Para la obra tuvieron que remover, seg¨²n c¨¢lculos de ingenieros civiles, 3.250 toneladas de tierra. Una cantidad suficiente para llenar 350 camiones medios. Todo ello lo hicieron a la vista de la c¨¢rcel (desde sus torres de vigilancia se advierte perfectamente la caseta donde sacaban la tierra) y a 1.700 metros exactos del Octavo Regimiento de Infanter¨ªa de la 22 Zona Militar. Para esc¨¢ndalo de un pa¨ªs entero, nadie, aparentemente, vio nada.
El primer paso fue edificar la caseta que les servir¨ªa de punto de arranque del operativo. Hace aproximadamente un a?o o algo menos, aqu¨ª var¨ªan los testimonios, empezaron a trabajar en el descampado de la colonia de Santa Juanita, en el municipio de Almoloya de Ju¨¢rez. Fue una edificaci¨®n simple y de aspecto inacabado. Dos habitaciones y una bodega de 110 metros cuadrados. Esto ¨²ltimo era lo m¨¢s importante. Desde ah¨ª arranc¨® el t¨²nel. Durante la construcci¨®n, los ingenieros del c¨¢rtel, ayudados por los planos secretos, desviaron dos veces su trazado para evitar zonas sensibles de la c¨¢rcel. En el tramo final, verticalizaron el pasadizo y lo encajaron con enorme pericia en la zona de ducha. Obra lista. La construcci¨®n junto al presidio de un sistema de conducciones de agua posiblemente les ayud¨® a reducir sospechas.
En el pasadizo participaron pocos obreros. No m¨¢s de cuatro, seg¨²n los vecinos. A un ritmo de diez horas diarias, trabajaron posiblemente casi todo un a?o. Sab¨ªan lo que hac¨ªan. La galer¨ªa estaba bien asegurada, dispon¨ªa de iluminaci¨®n y se ventilaba por conductos de policloruro de vinilo (pvc). Para sacar la tierra, emplearon una banda de rieles y el arrastre de una moto. Una vez fuera, la almacenaban en la bodega, y desde ah¨ª, para escarnio de las fuerzas de seguridad, se la llevaban en camiones. Decenas de miles de sacos.
Todo ello ocurri¨® durante meses a los pies de El Chapo. Hasta que lleg¨® la noche del s¨¢bado. Las primeras reconstrucciones policiales indican que a las 20.52 el l¨ªder del c¨¢rtel de Sinaloa entr¨® en la zona de duchas, sin videovigilancia, y ah¨ª no tuvo m¨¢s que levantar una tapa, introducir su cuerpo en un agujero de metro y medio de largo, y alcanzar las escaleras que le condujeron al t¨²nel. A la salida, dej¨® su ropa de presidiario y, como atestiguan las cajas halladas en la estancia, elegir ropa nueva. Posiblemente us¨® tambi¨¦n el ba?o. Despu¨¦s, parti¨® rumbo a la clandestinidad. El Chapo, por segunda vez, volv¨ªa a ser libre.
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