La aldea palestina de Susya plantea un pulso global a Israel
La orden de derribo de un pueblo en territorio ocupado desata protestas de EE UU y la UE
Nasser Nawajah encabeza la manifestaci¨®n con paso decidido, ajeno al sofocante calor y a la presencia cercana de veh¨ªculos del ej¨¦rcito y la polic¨ªa israel¨ªes. Tiene 33 a?os y naci¨® en Susya, el pueblo palestino sobre el que pesa una orden de demolici¨®n de la justicia israel¨ª. Los m¨¢s de 300 habitantes de esta aldea del sur de Cisjordania saben que las excavadoras est¨¢n al llegar y no ocultan su miedo. La presencia de unos 200 activistas de derechos humanos que han acudido a la aldea a manifestarse a su lado no logra reconfortarles. ¡°Pero no nos iremos. Si vienen y destruyen nuestras casas, no servir¨¢ de nada porque volveremos a construirlas¡±, dice, convencido, Nawajah.
Susya se sit¨²a en la llamada ¨¢rea C de Cisjordania, controlada administrativa y militarmente por Israel. Sus habitantes viven cercados entre un asentamiento israel¨ª del mismo nombre y una zona arqueol¨®gica preservada donde se encontraron ruinas de una sinagoga. Desde hace 30 a?os, los habitantes de esta aldea han visto sus casas destruidas en al menos tres ocasiones, y actualmente viven en precarias caba?as de lona y pl¨¢stico, en una tierra de la que muchos poseen t¨ªtulos de propiedad firmados hace d¨¦cadas.
La escuela, la peque?a cl¨ªnica, el sistema el¨¦ctrico gracias a paneles solares y varias de las endebles casas han recibido financiaci¨®n de pa¨ªses europeos, entre ellos Espa?a, explica la ONG israel¨ª Rabinos por los derechos humanos, que defiende a los habitantes de Susya ante los tribunales.
Pero para la Administraci¨®n israel¨ª los palestinos de esta aldea son ¡°intrusos¡± que han construido desde hace a?os sus viviendas de forma ilegal y sin ning¨²n permiso. La batalla judicial ha conocido sentencias y apelaciones diversas hasta que en mayo el Tribunal Supremo orden¨® la demolici¨®n de una parte del pueblo.
Los habitantes de Susya y Rabinos por los derechos humanos subrayan que se han presentado varios planes de construcci¨®n y saneamiento, pero los permisos siempre han sido denegados. Edificar en el ¨¢rea C es casi una misi¨®n imposible para los palestinos, y la ONG israel¨ª Bimkom estima que se rechaza el 95% de las solicitudes presentadas.
¡°La Administraci¨®n civil israel¨ª nos dijo que no habr¨¢ demoliciones hasta el martes. Despu¨¦s no sabemos qu¨¦ va a pasar. El riesgo es inminente, y si no hubo derribos hasta ahora es gracias a la presi¨®n internacional que ha hecho que Susya exista¡±, explica a este diario Quamar Mishriqi Asad, abogada que defiende a los habitantes de la aldea.
En los ¨²ltimos d¨ªas, la UE y EE UU han pedido a Israel que no ejecute las demoliciones. El portavoz del departamento de Estado norteamericano, John Kirby, consider¨® que el derribo de Susya constituir¨ªa una ¡°provocaci¨®n¡± y un ¡°acto da?ino¡±, e inst¨® a las autoridades israel¨ªes a trazar un plan de urbanismo para los residentes de la aldea.
¡°Susya se ha convertido en sin¨®nimo de las pol¨ªticas que privan a los palestinos de sus tierras y sus recursos¡±, dijo por su parte John Gatt Rutter, representante de la UE en los territorios palestinos, durante una visita reciente a la aldea. Los ministros de Exteriores de la UE exhortaron en un comunicado a las autoridades israel¨ªes a renunciar a los planes de demolici¨®n.
Para Mishriqi, el Gobierno es ¡°reh¨¦n de la presi¨®n de los colonos¡±. La abogada recuerda que en los ochenta, Plia Albeck, jurista considerada como la ¡°madre de los asentamientos¡± israel¨ªes se refiri¨® a Susya como una aldea cuyas tierras eran propiedad de sus pobladores ¨¢rabes.
¡°Nunca existi¨® un pueblo ¨¢rabe llamado Susya (¡) Estamos frente al turbio oportunismo de organizaciones de izquierda que quieren tomar el control de la zona C¡±, zanj¨® esta semana el viceministro de Defensa, Eliyahu Ben-Dahan, del partido ultranacionalista religioso Hogar Jud¨ªo.
Las banderas palestinas ondean en cada casa de Susya. En total, 37 estructuras, es decir, la mitad del pueblo, pueden ser destruidas dentro de algunos d¨ªas, entre ellas varias casas, la cl¨ªnica y varios almacenes y establos.
¡°Prefiero pensar que no va a ocurrir, que la comunidad internacional nos va a salvar¡±, conf¨ªa Wajda Nawajah, madre de tres hijos que vive en una de las caba?as que est¨¢n en la lista de derribo.
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