Trata de Personas, la esclavitud del siglo 21
No podemos aceptar un mundo donde los sue?os, los derechos y la libertad sean de compra y venta
La trata de seres humanos es un crimen silencioso, de dif¨ªcil identificaci¨®n y de rentabilidad semejante al narcotr¨¢fico y al contrabando de armas. No perdona a ning¨²n pa¨ªs y constituye una triste y desafiante realidad de siglo XXI. El 30 de julio es la fecha elegida por las Naciones Unidas para recordarnos la precariedad moral en la que nos movemos con un costo inestimable: la dignidad humana.
Este crimen hace que hombres, mujeres y ni?os, muchas veces motivados por sus sue?os y por la expectativa de mejorar sus condiciones de vida, sean sometidos a situaciones de explotaci¨®n de todo tipo, similares a la esclavitud. Seg¨²n cifras de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) m¨¢s de 20 millones de personas se ven obligadas a realizar trabajos forzados (incluyendo la explotaci¨®n sexual) a nivel global, de las cuales 1,8 millones en Am¨¦rica Latina y el Caribe.?
M¨¢s de 20 millones de personas se ven obligadas a realizar trabajos forzados
La gran mayor¨ªa de estas personas son explotadas por empresas o individuos. Alrededor de 4,5 millones son explotadas sexualmente, mientras que casi un 70% son forzados a trabajar en actividades que van desde la agricultura, construcci¨®n pasando por la manufactura y los empleos dom¨¦sticos.
Mujeres y ni?as representan la mayor¨ªa de las v¨ªctimas de explotaci¨®n laboral 11.4 millones (55%), comparadas con 9.5 millones (45%) de hombres y ni?os, aunque los ni?os representan el 26% del (5.5 millones de v¨ªctimas infantiles).
Las cifras son aterradoras y la inacci¨®n ante esta barbarie del siglo XXI implica una complicidad moral. Desde que asum¨ª mi cargo como Secretario General de la OEA, he proclamado que mi lema de acci¨®n durante los pr¨®ximos a?os, ser¨¢ M¨¢s derechos para m¨¢s personas?en las Am¨¦ricas.
Nada m¨¢s indicado para guiar nuestra acci¨®n com¨²n en defensa y protecci¨®n de millones de personas en una situaci¨®n tal de vulnerabilidad. Por ello adem¨¢s, crearemos una Secretaria de Acceso a Derechos y Equidad que trabajara en estas y otras ¨¢reas de exclusi¨®n.
En el hemisferio existe un compromiso de los pa¨ªses para enfrentar esta lacra, con estrategias de prevenci¨®n y protecci¨®n a las v¨ªctimas, y la sanci¨®n de los responsables. Es necesario traducir ese compromiso en acci¨®n permanente. En 2000, se aprob¨® la Convenci¨®n contra la Delincuencia Organizada Transnacional y su Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente de mujeres y ni?as.
Las cifras son aterradoras y la inacci¨®n ante esta barbarie del siglo XXI implica una complicidad moral
En buena parte del hemisferio, la trata de personas ni siquiera era definida en el ordenamiento jur¨ªdico de los pa¨ªses para la tipificaci¨®n del crimen y los marcos legales eran limitados o casi inexistentes. Quince a?os despu¨¦s, los pa¨ªses disponen de instrumentos legales que adem¨¢s de castigar a los traficantes, protegen los derechos de las v¨ªctimas. Pasamos de una visi¨®n restring¨ªa a la explotaci¨®n para fines de prostituci¨®n, a otra en la cual se reconocen las diferentes formas de manifestaci¨®n de este crimen.
Y as¨ª, miles de traficantes est¨¢n en las c¨¢rceles, y miles de v¨ªctimas han podido rehacer sus vidas. Pero no alcanza. Contamos ahora con un claro Plan de Trabajo para Combatir la Trata de Personas en el Hemisferio Occidental para el per¨ªodo 2015-2018 aprobado por todos los pa¨ªses miembros de la OEA. Prevenir el crimen implica lograr que las posibles v¨ªctimas sean menos vulnerables a partir de la generaci¨®n de oportunidades en el quehacer econ¨®mico y social. Si las oportunidades siguen dependiendo de la condici¨®n social, el g¨¦nero, la raza, o el lugar donde uno haya nacido, los traficantes seguir¨¢n actuando.
Pero no podemos esperar a que la igualdad de oportunidades se haga realidad para combatir el crimen. Por el contrario, es imperioso que el crimen sea m¨¢s evidente y por lo tanto, m¨¢s denunciado; que sus autores sean debidamente responsabilizados y castigados, y hacer que las personas victimizadas por las redes criminales sean protegidas, asistidas y capaces de reconstruir sus vidas.
Esto no lo pueden hacer solamente los gobiernos. La sociedad civil, el sector privado, los sindicatos, la iglesia, tienen que ser parte de la coalici¨®n que derrote este flagelo y devuelva a millones de seres humanos los derechos conculcados. No podemos aceptar un mundo donde los sue?os, los derechos y la libertad sean de compra y venta.
Luis Almagro es Secretario General de la OEA
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