Los ojos del mundo est¨¢n puestos en Brasil

Hac¨ªa tiempo que Brasil no era escrutado con tanta atenci¨®n y preocupaci¨®n fuera de sus fronteras, sobretodo porque la crisis de Petrobr¨¢s y la operaci¨®n Lava Jato ya afecta a varios pa¨ªses extranjeros.

Todos quieren saber c¨®mo va a acabar la crisis. Los medios internacionales est¨¢n llamando a los corresponsales de sus pa¨ªses en busca de noticias y comentarios.

El diario The New York Times ha acu?ado una frase que ha activado las alarmas al afirmar que Brasil ha pasado de pa¨ªs "emergente" a pa¨ªs "en emergencia". Este pa¨ªs preocupa, en este momento, no s¨®lo a los pa¨ªses hermanos del continente latinoamericano sino a todas las chanciller¨ªas extranjeras, de Europa a Asia.

"Es que todo ha sido muy r¨¢pido", me comentaban, extra?ados, los colegas de una emisora de radio chilena y de otra que transmite en espa?ol en los Estados Unidos.

El diario The New York Times ha acu?ado una frase que ha activado las alarmas: Brasil ha pasado de pa¨ªs "emergente" a pa¨ªs "en emergencia"

Preguntan qu¨¦ piensa Lula de la crisis, si es cierto que la presidenta Dilma Rousseff puede caer, si el ministro de Hacienda Joaquim Levy tiene a¨²n margen de maniobra para frenar el gasto y asegurar un ajuste fiscal cre¨ªble.

Me preguntan qu¨¦ est¨¢ haciendo la oposici¨®n y qu¨¦ piensan en la calle y en los c¨ªrculos empresariales. Y el periodista se queda perplejo al ver c¨®mo la crisis es vista y seguida hasta el ¨²ltimo detalle lejos de las fronteras brasile?as.

Un desplome de este pa¨ªs, clave en Am¨¦rica Latina y que empezaba a ser una pieza importante en el ajedrez mundial, puede afectar a todos

?Eso es bueno o malo? ?Es positivo ese inter¨¦s y preocupaci¨®n por el que hasta ayer era visto como el gigante econ¨®mico de la egi¨®n, capaz de empezar a tener protagonismo mundial? ?O se trata m¨¢s bien una atenci¨®n morbosa?

Dif¨ªcil saberlo. Hay qui¨¦n prefiere pensar que ser¨ªa mejor que esos pa¨ªses se preocupasen de sus problemas caseros dejando a Brasil en paz, mientras que no pocos brasile?os desean saber c¨®mo se ve y se siente fuera lo que pasa aqu¨ª dentro.

Personalmente, creo que en un mundo globalizado ni es posible ni positivo que un pa¨ªs se aisle, sumergido en sus crisis y problemas, sin que los dem¨¢s se interesen por ¨¦l.

No deja de ser positivo el que el mundo se preocupe y sorprenda con lo que un editorial de este diario ha llamado de "triple crisis brasile?a", porque sabe que un desplome de este pa¨ªs, clave en Am¨¦rica Latina y que empezaba a ser una pieza importante en el ajedrez mundial, puede afectar a todos.

Hoy, dif¨ªcilmente existen crisis econ¨®micas y pol¨ªticas aisladas en el mundo. Unas se alimentan, enriquecen o empobrecen con las otras. De alg¨²n modo todos estamos en un mismo barco planetario.

Siempre se dijo que cuando un pa¨ªs importante como Estados Unidos se constipaba, los otros, agarraban una pulmon¨ªa. Hoy, estamos todos tan cerca, tan conectados para bien y para mal, que nadie enferma solo.

A pesar de la crisis actual, Brasil sigue siendo visto como un pa¨ªs envidiado por sus posibilidades, sus riquezas naturales y humanas y su papel estrat¨¦gico en el tablero mundial.

Y hay algo positivo que se advierte en la preocupaci¨®n exterior con la crisis que lo golpea: no existe una satisfacci¨®n ni siquiera disimulada por los males que afligen a Brasil. Al rev¨¦s, se advierte una mezcla de simpat¨ªa por este pa¨ªs. A nadie le gusta verlo ca¨ªdo en el ring, sino que se percibe, al ver este inter¨¦s por la crisis, un deseo de verlo de nuevo vivo y erguido.

?Y los brasile?os??Qu¨¦ piensan de la crisis? se preguntan desde fuera. La respuesta no es f¨¢cil ni es ¨²nica porque la sensibilidad proverbial de los brasile?os est¨¢ herida y los sentimientos est¨¢n a flor de piel.

Sin embargo no creo enga?arme, escuchando a gentes de diferentes extractos sociales, al creer que hay un com¨²n denominador que atraviesa todos los segmentos de la crisis que se podr¨ªan resumir as¨ª: Brasil es m¨¢s importante que sus pol¨ªticos; los presidentes pasan, y los brasile?os con sus virtudes y defectos y su deseo de ser felices siguen su camino. Nadie desea lo peor, ni como venganza. Y aunque cueste a veces confesarlo y hasta creerlo, existe la esperanza, a veces muda y a veces verbalizada, de que la crisis se acabe lo m¨¢s r¨¢pidamente posible para que el pa¨ªs vuelva a crecer.

Existe el deseo de que se disipen cuanto antes los fantasmas que hoy, como en todas las crisis del mundo, asustan y golpean a los eslabones m¨¢s d¨¦biles de la cadena social.

A esos, por ejemplo, que se han visto forzados a echar mano de sus peque?os ahorros. Hab¨ªan empezado a hacerlo con orgullo, como los ciudadanos de los pa¨ªses desarrollados, pensando que ma?ana podr¨ªan usarlos sus hijos y que hoy se ven obligados a gastarlos en hacer frente a la crisis.

Brasil volver¨¢ a poder sonre¨ªr cuando los pobres, que se hab¨ªan librado de la miseria, puedan volver a poder ahorrar.