Brown pide a los laboristas a dejar de ser una ¡°plataforma de protesta¡±
El l¨ªder laborista se suma al coro de voces que alerta sobre el peligro de una victoria de Jeremy Corbin
El Partido Laborista brit¨¢nico tiene que ser ¡°cre¨ªble¡± y sobre todo ¡°elegible¡±, en lugar de una ¡°plataforma permanente de protesta¡±, subray¨® Gordon Brown en su diatriba contra el auge en las encuestas de Jeremy Corbin, a quien en ning¨²n momento cit¨® por su nombre. Quien fuera el ¨²ltimo representante del laborismo al frente de un gobierno del Reino Unido, derrotado por los conservadores hace cinco a?os, apel¨® a la militancia a mantener sus ¡°altos ideales¡±, pero matiz¨® al tiempo que la ¨²nica v¨ªa para conseguirlos es constituirse en una alternativa convincente de poder.
La bautizada como ¡°Corbynman¨ªa¡±, el fen¨®meno de un declarado socialista de la vieja escuela que contra todo pron¨®stico se ha posicionado como claro favorito en las encuestas, tom¨® por sorpresa al laborismo en los albores del verano, recta final de la campa?a para designar al nuevo l¨ªder y cuyo desenlace se conocer¨¢ el 12 de septiembre. El establishment del partido ha tardado en reaccionar, pero en los ¨²ltimos d¨ªas lo ha hecho desplegando toda la artiller¨ªa en su mano, multiplicando las advertencias sobre los riesgos que implicar¨ªa elegir como jefe de filas a un ¡°idealista¡± que defiende pol¨ªticas hoy inaplicables. La imposibilidad de recobrar la llave del gobierno con unos postulados de la izquierda del pasado y el riesgo de una fractura del partido son sus principales argumentos.
La adhesi¨®n de Brown a ese coro de voces les brinda peso. Si bien fue muy criticado durante su gesti¨®n de gobierno (2007-2010), part¨ªcipe y v¨ªctima a untiempo del desgaste de trece a?os del laborismo en el poder, incluida la impopular participaci¨®n en la guerra de Irak, desde entonces mantuvo un perfil bajo que s¨®lo abandon¨® a ra¨ªz del reciente el refer¨¦ndum sobre la independencia de Escocia. Escoc¨¦s ¨¦l mismo, sus intervenciones a lo largo de una tensa campa?a contribuyeron a reforzar el frente unionista, que acab¨® imponi¨¦ndose finalmente en las votaciones. Y ese es uno de los haberes de su cartera que los analistas brit¨¢nicos vienen subrayando.
A diferencia de su antecesor en el cargo, Tony Blair, tres veces primer ministro, tambi¨¦n escoc¨¦s de origen y figura divisiva a lo largo de todo el territorio nacional, lo que dice Brown todav¨ªa cuenta hoy entre las bases desencantadas. ¡°Se me rompi¨® el coraz¨®n por la situaci¨®n que tuvo que atravesar nuestro partido tras la derrota de mayo, pero ser¨ªa mucho peor si decidi¨¦ramos abandonarnos y sentirnos impotentes para hacer algo al respecto y mejorar¡±, dijo durante su intervenci¨®n de 50 minutos en el Southbak Centre del sur de Londres.
¡°Si nuestras asociaciones globales van a pasar por Hezbollah y Hamas, la Venezuela de Chavez o la Rusia de Putin, no habr¨¢ ninguna oportunidad de una alianza global que pueda afrontar la pobreza, la desigualdad, el cambio clim¨¢tico o la inestabilidad financiera¡±, proclam¨® Brown en uno de los cap¨ªtulos de su mensaje que resultar¨¢ muy controvertido al intentar dibujar a Corbyn como un radical ajeno al tiempo presente. Y especialmente en su sugerencia, avalada por algunos de los barones jud¨ªos del laborismo, de que sus proclamas rozan el antisemistismo.
La difusi¨®n simult¨¢nea de un sondeo de ComRes le aval¨® en parte, porque un 31 % ciento de brit¨¢nicos considera que la elecci¨®n de Jeremy Corbyn aniquilar¨ªa las opciones del Partido Laborista para regresar al gobierno, frente al 18% de Yvette Cooper, el 17% de Liz Kendall y el 14% de Andy Burnham, los rivales en la liza por el liderazgo laborista, todos ellos considerados centristas en una gama de matices. Otra encuesta publicada dos d¨ªas antes por Survation revelaba, sin embargo, que el veterano parlamentario por la circunscripci¨®n de Islington North, de 66 a?os, es el personaje que suscita mayor credibilidad a t¨ªtulo personal, de entre los cuatro contendientes, aunque pocos se sienten capaces de imaginarlo como primer ministro. Burnham ser¨ªa el ¡°mal menor¡± imaginado, en el hipot¨¦tico caso de una victoria laborista.
Si el aspirante que tiene a todo el establishment en contra no consigue m¨¢s del 50% de los votos en primera vuelta, las alianzas para batirle en una segunda se dan por descontadas, pero ning¨²n otro candidato ganador podr¨¢ obviar el llamado ¡°efecto Corbyn¡±.
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