El candidato Corbyn se erige en el rival a batir en el laborismo brit¨¢nico
Cooper y Burnham son la ¨²nica opci¨®n capaz de frenar las aspiraciones del izquierdista
Lejos de mostrar un frente unido ante la imparable ascensi¨®n de Jeremy Corbyn, los candidatos al liderazgo laborista Yvette Cooper y Andy Burnham se presentan como la ¨²nica opci¨®n capaz de frenar las aspiraciones del rival izquierdista. Ambos apelan al voto de quienes no quieren ver a un socialista de la vieja escuela encabezando el partido. Si Corbyn no logra imponerse por mayor¨ªa absoluta, el complejo mecanismo electoral del partido diluir¨ªa sus opciones.
La irrupci¨®n de Jeremy Corbyn como inesperado favorito en la liza por el liderazgo del Labour ha provocado un terremoto, cuando el partido todav¨ªa se lame las heridas de su reciente y segunda derrota electoral consecutiva, y se debate entre un giro a la izquierda o moderar su discurso en aras del pragmatismo.
La perspectiva de que este veterano parlamentario, que esgrime la bandera antiausteridad y defiende la renacionalizaci¨®n de sectores estrat¨¦gicos, pueda llegar a tomar las riendas del partido ha dejado en un segundo plano el debate sobre las ideas. El ¨²nico objetivo del establishment laborista es hoy por hoy anular sus opciones, bajo la alerta del riesgo de fractura interna y la imposibilidad de regresar al poder bajo su candidatura. Los seguidores de Corbyn, por el contrario, tratan de alentar un movimiento de protesta, aunque muchos est¨¦n convencidos de que nunca ganar¨ªa unas elecciones generales.
El frente com¨²n esgrimido por los pesos pesados del Partido Laborista brit¨¢nico ¡ªy desde sensibilidades diversas¡ª para derrotar al aspirante izquierdista no parece tener gran acogida, sin embargo, entre sus tres rivales. Las razones de Andy Burnham, Yvette Cooper y Liz Kendall responden, por supuesto, a su aspiraci¨®n leg¨ªtima a ganar la contienda. Pero, adem¨¢s, Cooper y Burnham conf¨ªan en que el complejo sistema de voto de las primarias laboristas les abra una puerta indirecta a su objetivo. El mecanismo de elecci¨®n del nuevo l¨ªder otorga mucho peso a la ¡°segunda opci¨®n¡± elegida por el votante, en caso de que ninguno de los candidatos logre imponerse por mayor¨ªa absoluta. Y ah¨ª apunta la guerra que Burnham y Cooper empiezan a librar, a tres semanas de que se conozca el veredicto final de los sufragios, el 12 de septiembre.
La segunda opci¨®n
Las papeletas remitidas a los 610.000 registrados para participar en el proceso brindan una doble opci¨®n: marcar un solo nombre, con el candidato elegido, o bien especificar el orden de preferencia de cada uno de los cuatro (del 1 al 4). Por mucho que las encuestas hayan apuntalado su figura, muchos dudan de que Jeremy Corbyn vaya a ser capaz de recabar el 50% de los votos necesarios para su inmediata proclamaci¨®n. Entonces, se proceder¨ªa a la eliminaci¨®n de quien quedara en cuarto lugar (presumiblemente Kendall) y los votos obtenidos por las ¡°segundas preferencias¡± se repartir¨ªan entre los otros tres. Si aun as¨ª ninguno sumara la mitad de los sufragios, ese mecanismo se repetir¨ªa. Es decir, el tercero quedar¨ªa eliminado y de nuevo las preferencias se transferir¨ªan a los protagonistas del ¨²ltimo duelo.
Existe, por tanto, una cu?a para los dos m¨¢s s¨®lidos oponentes de Corbyn. Apoyada por un sector importante del aparato del partido y por el diario The Guardian, Cooper ha pedido a Burnham que se retire, al considerarse la ¨²nica capaz de batir al candidato izquierdista y de mantener al partido unido. Ubicada en el espectro del centro, ha criticado no obstante los dr¨¢sticos recortes acometidos por el Gobierno conservador en los servicios p¨²blicos y se niega a conceder que la pol¨ªtica de gasto de las anteriores administraciones laboristas fuera la responsable del actual d¨¦ficit, si bien promete una ¡°visi¨®n moderna¡± de la econom¨ªa de cara al futuro.
Andy Burnham, como respuesta, ha denunciado las cr¨ªticas contra Corbyn ¡°desde la derecha del partido¡± (identific¨¢ndola impl¨ªcitamente con Cooper) como ciegas y divisorias. Socialdem¨®crata moderado y el mejor conectado con los sindicatos, es el ¨²nico que se ha negado hasta la fecha a dibujar a Corbyn como ¡°el peligro rojo¡±, pero en los ¨²ltimos d¨ªas ha dado un paso m¨¢s, sugiriendo que ambos podr¨ªan encontrar un ¡°terreno com¨²n¡± y mostr¨¢ndose de acuerdo con las propuestas de construir miles de viviendas protegidas y de renacionalizar las v¨ªas ferroviarias. Busca presentarse, por tanto, como la opci¨®n realista para los desencantados desde la izquierda y aspira a acaparar la ¡°segunda opci¨®n¡± de los seguidores de Corbyn.
Los tories, entre tanto, vaticinan que gane o no Corbyn en un desenlace todav¨ªa abierto, el laborismo no va a poder obviar el fen¨®meno y se ver¨¢ forzado a dar un giro a la izquierda. Aunque su movimiento haya sido comparado con el espa?ol Podemos o el griego Syriza, no encarna a una fuerza nueva surgida de la protesta social, sino nacida en el seno del propio Partido Laborista, al que ha sumido en una honda crisis. Lo que acontece ¡°es leg¨ªtimo y es apasionante¡±, escrib¨ªa en un editorial el Financial Times, ¡°y para el Labour es catastr¨®fico¡±.
Se est¨¦ o no de acuerdo con ese candidato a quien sus rivales tildan de idealista sin propuestas cre¨ªbles, ¡°lo que atrae de Corbyn es que encarna una nueva narrativa¡±, ha subrayado el polit¨®logo Pau Whitely. Y subraya que el ¨¦xito de formaciones tan dispares como el antiinmigraci¨®n UKIP o el independentista escoc¨¦s SNP ¡°demuestra que hay un descontento con el statu quo (el sistema controlado por dos grandes partidos) y un creciente apetito por nuevas ideas¡±.
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