El caso de los 'emails' lastra la campa?a de Hillary Clinton
La favorita dem¨®crata us¨® un servidor privado cuando era secretaria de Estado, borr¨® la mitad de los mensajes y pudo comprometer informaci¨®n confidencial
A Hillary Clinton le gustar¨ªa hablar en la campa?a de desigualdades, del cambio clim¨¢tico o de la protecci¨®n sanitaria. No lo consigue. En cada entrevista y rueda de prensa debe explicarse sobre sus correos electr¨®nicos. Cuando era secretaria de Estado us¨® una direcci¨®n privada, en vez de la oficial. El caso lastra a Clinton, favorita para la nominaci¨®n del Partido Dem¨®crata, seg¨²n los sondeos. Decenas de miles de emails se han perdido. Informaciones confidencial pueden haber quedado comprometidas. El Congreso y el FBI investigan.
Para los detractores de Hillary Clinton, se trata de un esc¨¢ndalo de primer orden, que sit¨²a a la exprimera dama, exsenadora y exsecretaria de Estado al nivel de Richard Nixon, el presidente que en 1974 dimiti¨® por el Watergate. Para sus seguidores, es otro ejemplo de c¨®mo la derecha de EE UU y los medios de comunicaci¨®n exageran errores menores para destruir a Clinton, en una campa?a que empez¨® hace m¨¢s de veinte a?os cuando su marido, Bill, era presidente.
Siempre ocurre con los Clinton, un matrimonio bajo sospecha permanente y proclive a complicarse la vida con explicaciones equ¨ªvocas y ocultaciones, incluso cuando son inocentes.
¡°Siento que esto [el caso de los emails] haya confundido a la gente y haya suscitado muchas preguntas, pero hay respuesta para todas las preguntas¡±, dijo el viernes Clinton a la cadena NBC. ¡°Asumo la responsabilidad. No fue la mejor decisi¨®n¡±.
El origen
El caso de los emailsparece sacado del manual de esc¨¢ndalos, verdaderos o imaginarios, de los Clinton. Comienza cuando, poco antes de asumir el cargo de secretaria de Estado a principios de 2009, Hillary Clinton renuncia a la direcci¨®n de email oficial, terminada en @state.gov, y abre la cuenta personal hdr22@clintonemail.com. Esta cuenta estaba conectada a un servidor instalado en la casa de los Clinton en Chappaqua, un pueblo de 1.400 habitantes a 60 kil¨®metros al norte del Nueva York. La secretaria Clinton us¨® este email para enviar correos personales y de trabajo.
Uno de los d¨ªas m¨¢s dif¨ªciles de Clinton como secretaria de Estado fue el 11 de septiembre de 2012. El embajador en Libia, Christopher Stevens, y otros tres estadounidenses murieron en un ataque en la ciudad de Bengasi. Los republicanos acusaron a la Administraci¨®n Obama de falta de previsi¨®n, de reaccionar tarde y de ocultar que se trataba de un atentado terrorista.
En 2014, la C¨¢mara de Representantes, de mayor¨ªa republicana, cre¨® una comisi¨®n especial sobre el ataque de Bengasi. Esta comisi¨®n descubri¨® el servidor privado de Clinton. The New York Times revel¨® su existencia en marzo de 2015.
Clinton no es la primera secretaria de Estado en usar una cuenta de email privado para el trabajo. S¨ª es la primera en usar exclusivamente un email privado. Ella lo justifica porque era m¨¢s c¨®modo.
El servidor conten¨ªa 62.320 emails, seg¨²n su abogado, David Kendall. Cuando, a finales de 2014, el Departamento de Estado requiri¨® a los exsecretarios de Estado que entregasen sus correos relacionados con el trabajo, Clinton entreg¨® 30.490. El resto ¡ªlos correos supuestamente personales¡ª los borr¨®.
Tres problemas
Primer problema: usar una cuenta privada para el trabajo p¨²blico. En EE UU, los correos del secretario de Estado ¡ªo del presidente¡ª no pertenecen a estos cargos. Son documentos hist¨®ricos: un bien p¨²blico.
Segundo problema: borrar unilateralmente m¨¢s de la mitad de correos ¡ªlos que ella consider¨® privados¡ª es una decisi¨®n que alimenta las sospechas, justas o injustas, de que Clinton oculta algo.
Y tercer problema: la posibilidad de que el servidor privado de Clinton fuese poco seguro y que la secretaria de Estado recibiese o enviase informaci¨®n clasificada, susceptible de ser pirateada.
¡°Ha vulnerado la ley, pero no creo, de acuerdo con los hechos de los que disponemos ahora, que haya cometido un acto criminal¡±, dice Doug Cox, jurista en la City University de Nueva York y especialista en la preservaci¨®n de documentos oficiales.
Cox se?ala que, al usar un servidor fuera del Departamento de Estado, Clinton vulner¨® las leyes que exigen que los registros federales se encuentren bajo custodia federal. No es inusual, seg¨²n Cox, que un funcionario use de forma ocasionalmente un email privado para asuntos laborales. Pero la ley obliga a entregar el email en seguida al registro federal. Clinton lo hizo, pero casi dos a?os despu¨¦s de abandonar el cargo.
"Si hubiese admitido desde el principio que no habr¨ªa tenido que hacer esto y hubiera dicho: ¡®No segu¨ª las reglas, fue una mala decisi¨®n, lo lamento y dar¨¦ los pasos necesarios para resolver el problema¡±, las cosas no estar¨ªan tan mal como ahora¡±, dice Cox.
Cox duda de que la conducta de Clinton sea punible. Dice que no hay suficientes pruebas de que ha actuado con la intenci¨®n de eliminar registros para que nunca se encuentren o manipular voluntariamente informaci¨®n clasificada.
El FBI investiga si, entre los mensajes que se enviaron y llegaron al correo de Clinton, hay informaci¨®n clasificada. El objetivo de la investigaci¨®n no es la propia Clinton, sino saber si hay informaci¨®n clasificada fuera de la custodia federal, seg¨²n fuentes oficiales citadas en la prensa estadounidense.
Opacidad y transparencia
Mes a mes, hasta enero de 2016, est¨¢ prevista la publicaci¨®n los 30.490 emails de Clinton en manos del Departamento de Estado. Esta semana se han publicado m¨¢s de 4.000. De estos, 125 han sido censurados al considerar el Departamento de Estado que conten¨ªan informaci¨®n sensible.
La paradoja es que, pese a las acusaciones de opacidad, probablemente no exista hoy un pol¨ªtico m¨¢s transparente que Hillary Clinton. De pocas familias sabemos tanto como de los Clinton. Pocas figuras p¨²blicas asumir¨ªan con gusto la divulgaci¨®n de decenas de miles de correos. Y por ahora no contienen revelaciones significativas.
No es el contenido de los mensajes, el problema, sino los equ¨ªvocos de Clinton en sus declaraciones sobre el caso y la impresi¨®n de que cree jugar con otras reglas. Reglas que le permiten usar un servidor privado sin creer que haya nada an¨®malo en ello. O contratar a empleados del Departamento de Estado como empleados privados. The Washington Post revel¨® este fin de semana el caso de Bryan Pagliano, a quien los Clinton pagaron, de su bolsillo, para mantener el servidor privado al mismo tiempo que trabajaba en el Departamento de Estado.
En 1996 el columnista William Saffire la defini¨® como una ¡°mentirosa innata¡± durante la investigaci¨®n del caso Whitewater, por una inversi¨®n inmobiliaria en Arkansas a finales de los a?os setenta. Aquel caso se prolong¨® seis a?os, deriv¨® en el esc¨¢ndalo por la relaci¨®n del presidente Clinton con una becaria en la Casa Blanca, y acab¨® con la exoneraci¨®n del matrimonio Clinton por falta de pruebas.
En un sondeo reciente, los votantes deb¨ªan mencionar la primera palabra que les ven¨ªa a la cabeza cuando pensaban en Clinton. ?La respuesta m¨¢s frecuente? Mentirosa.
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