Vanguelis Meimarakis, el hombre que ha ¡°resucitado¡± Nueva Democracia
El l¨ªder de los conservadores griegos pisa los talones a Alexis Tsipras en intenci¨®n de voto
En uno de los spots de propaganda electoral de Griegos Independientes (ANEL), la derecha soberanista que apoy¨® el breve Gobierno de Syriza, el protagonista no es ninguno del propio partido, sino Ev¨¢nguelos Meimarakis, principal enemigo a batir como l¨ªder de la conservadora Nueva Democracia, y a quien el v¨ªdeo quiere ridiculizar present¨¢ndolo a la usanza tradicional, buzuki en mano (instrumento musical) y cantando reb¨¦tiko (g¨¦nero musical popular y en su origen tabernario, de los bajos fondos).
Independientemente de que en esta campa?a los partidos se hayan soltado la melena con la comunicaci¨®n audiovisual, con gui?os de humor e iron¨ªa en soportes tan baratos y efectivos como YouTube, el disfraz que le coloca ANEL a Vanguelis Meimarakis le va como anillo al dedo: una guisa popular, tradicional, llana. Porque Meimarakis es as¨ª, un hombre corriente.
Todo ello no empece su principal m¨¦rito hasta el momento: haber podido sobrevolar las luchas intestinas entre las distintas familias del partido, especialmente sangrantes tras la derrota electoral de enero y el rev¨¦s del refer¨¦ndum de julio, en el que el partido conservador lider¨® la derrotada opci¨®n del s¨ª; la debacle precipit¨® la renuncia largamente anunciada del ves¨¢nico Andonis Samar¨¢s, gestor del segundo rescate y desde hace a?os pu?ado de sal en las heridas de su partido.
El liderazgo de Meimarakis se considera pues decisivo en la resurrecci¨®n de los conservadores, aunque no es tanto m¨¦rito suyo como dem¨¦rito del contrario: es Syriza la que num¨¦ricamente pierde apoyo, no ND la que lo gana (su intenci¨®n de voto, en torno al 26%, es parecida al porcentaje que obtuvo en enero).
Miembro m¨¢s que veterano de ND, donde ingres¨® en 1974, Meimarakis (Atenas, 1953) no es exactamente un bar¨®n, pero tiene cierto peso y es respetado por todos. A eso ayuda que desde su nombramiento como presidente interino no haya cometido ning¨²n desliz, m¨¢s all¨¢ de alguna acusaci¨®n extempor¨¢nea, respondida por el adversario de turno en el mismo tono del diapas¨®n dial¨¦ctico. A Alexis Tsipras le acus¨® de dimitir anticipadamente para echar sobre los hombros de otro ¡ªun chivo expiatorio, un pagano, o incluso el paganini, en dif¨ªcil traducci¨®n del t¨¦rmino griego utilizado en la diatriba¡ª las impopulares y duras medidas que prev¨¦ el tercer rescate. El l¨ªder de Syriza le devolvi¨® el cumplido, asegurando que son los barones de ND los que echan sobre los hombros de Meimarakis el lastre de la futura derrota del domingo.
Abogado de formaci¨®n, Meimarakis es uno de esos pol¨ªticos de largo recorrido que sirven para todo. Prueba de ello es que asumiera el mando del partido en el peor momento posible ¡ªa punto de la fractura¡ª, y con buen encaje por parte de sus conmilitones, que, intuyendo la inminencia de un adelanto electoral, rechazaron celebrar un congreso extraordinario para elegir al sucesor definitivo de Samar¨¢s.
Meimarakis conoce bien el mecanismo parlamentario, ya que ha sido cinco veces diputado y presidente de la C¨¢mara entre 2012 y 2014; con este rodaje, depar¨® ciertos momentos brillantes en preguntas y r¨¦plicas a Tsipras durante la tramitaci¨®n de las medidas urgentes requeridas por los acreedores y, posteriormente, en el aquelarre parlamentario del tercer rescate.
Tambi¨¦n tiene experiencia de gobierno, pues fue n¨²mero dos de Cultura en los noventa y, entre 2006 y 2009, ministro de Defensa. De esos a?os previos al tsunami de la crisis data la abundante compra de armamento que hoy le echan en cara sus adversarios, en especial Panos Kamenos, ¨²ltimo titular de Defensa griego y l¨ªder de ANEL, que ha sacado a relucir las dudas por un contrato de venta de submarinos Oceanus firmado por Meimarakis. Pero ni siquiera la sombra de la sospecha ha mermado su proyecci¨®n, como segundo en las encuestas a escaso medio punto de Tsipras; tambi¨¦n, para un tercio de los griegos, como l¨ªder m¨¢s popular ¡ªpor delante del ex primer ministro¡ª y el m¨¢s valorado en el debate a siete bandas del mi¨¦rcoles pasado.
Aunque este lunes, pocas horas antes del decisivo cara a cara televisivo con Tsipras, manifest¨® enf¨¢ticamente su intenci¨®n de ser el pr¨®ximo primer ministro de Grecia, en su contra incide negativamente su reiterada propuesta de una coalici¨®n de gobierno, que ¨¦l pretende que est¨¦ formado por ¡°fuerzas proeuropeas, con presencia de Syriza y de tecn¨®cratas¡±. Numerosos analistas creen que hasta la fecha ha sido su principal error, si bien en los ¨²ltimos d¨ªas ha empezado a comportarse como un dirigente in p¨¦ctore, especialmente en la Feria Internacional de Sal¨®nica; all¨ª present¨® este fin de semana su programa, con propuestas como un "pacto social y de recuperaci¨®n econ¨®mica", cuyo objetivo es establecer un entorno ¡°f¨¦rtil¡± para las inversiones y la creaci¨®n de empleo, y especial apoyo a los sectores m¨¢s productivos: el turismo, la agricultura y las navieras. El aumento de la renta m¨ªnima para reducir las desigualdades, programas de apoyo a los j¨®venes emprendedores o la siempre electoral baza de la bajada de impuestos son otras de sus promesas.
Aburrido para muchos, demasiado ancien r¨¦gime para la mayor¨ªa, lobo disfrazado de cordero centrista seg¨²n sus adversarios, la inc¨®gnita Meimarakis se descifrar¨¢, m¨¢s que en las urnas, el d¨ªa despu¨¦s, a partir del lunes 21, cuando, destapada la caja de los truenos, toque pactar con compa?eros de baile insospechados.
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