La ola migratoria vira hacia Croacia ante la dura represi¨®n h¨²ngara
Las fuerzas de seguridad h¨²ngaras lanzaron gases lacrim¨®genos
Cientos de refugiados llegaron este mi¨¦rcoles desde bien entrada la madrugada a Sid, localidad serbia y paso fronterizo hacia Croacia. La mayor¨ªa de los que descendieron de los buses proven¨ªa del noreste de Serbia, de Horgos, punto de paso hacia Hungr¨ªa ahora cerrado. All¨ª las fuerzas de seguridad h¨²ngaras lanzaron este mi¨¦rcoles gases lacrim¨®genos para frenar los intentos de cruzar la valla de grupos apostados en territorio serbio. La cerraz¨®n h¨²ngara ha propinado un fuerte varapalo al ¨¦xodo de migrantes. ¡°No estoy triste, pero s¨ª decepcionado¡±, dec¨ªa Said, sirio de 19 a?os, a pocos metros de pisar Croacia.
La escena era la siguiente: llegaba un autob¨²s, descargaba a medio centenar de refugiados, estos eran dirigidos hacia el camino de tierra, entre los maizales, y dos kil¨®metros despu¨¦s ¡ªtodo esto a pie a¨²n en territorio serbio¡ª atravesaban una suerte de frontera trazada por tres furgonetas de la polic¨ªa croata. El goteo de refugiados, durante gran parte del d¨ªa de ayer, fue regular, incluso lento. Pero seg¨²n flu¨ªa la informaci¨®n durante la tarde sobre la conveniencia de cruzar Croacia para seguir el camino que un d¨ªa antes hab¨ªa cortado Hungr¨ªa, la afluencia de buses que llegaban a Sid cargados de refugiados e inmigrantes fue in crescendo. ¡°?Cu¨¢ntos autobuses vienen?¡±, preguntaba un agente croata a un reportero reci¨¦n aterrizado. Cuatro acababan de llegar. ¡°??Cuatro?!¡±, exclam¨®. El tap¨®n en el cruce fronterizo era cuesti¨®n de tiempo.
Si algo ha demostrado el ¨¦xodo de refugiados que recorre Europa es que quiere llegar a su destino. Si cierran un paso, como el de Hungr¨ªa, los que se dirigen al norte intentan abrir otro a lo largo de la frontera oeste. Si por ah¨ª no hay manera, llaman a la puerta de otro pa¨ªs. Y ahora le ha tocado a Croacia que, seg¨²n dijo ayer su primer ministro, Zoran Milanovic, dar¨¢ v¨ªa libre a los refugiados que quieran seguir su camino, previsiblemente, hacia Eslovenia.
El sirio Said no entiende c¨®mo se ha llegado hasta este punto. Seg¨²n caminaba este mi¨¦rcoles hacia el paso fronterizo pill¨® a un periodista h¨²ngaro, en el margen de uno de los maizales, y le pregunt¨®: ¡°?Por qu¨¦ tu pa¨ªs hace esto?¡±. No hab¨ªa respuesta. As¨ª que, susurr¨®: ¡°Tu primer ministro es un racista¡±.
La historia de Said es la historia reciente de su pa¨ªs. Cursaba estudios de Econom¨ªa en Latakia, la cuna de la familia del presidente Bachar el Asad y de la poderosa minor¨ªa alau¨ª, secta del chi¨ªsmo. ¡°Es a¨²n el lugar m¨¢s seguro de Siria¡±, insiste Said. Pero la guerra y el control ¡°mafioso¡± que los alau¨ªes imponen en la provincia costera ¡ª¡°cinco familias lo controlan todo¡±, reitera el joven sirio¡ª le hizo marchar. ?l es sun¨ª, pero viaja con un amigo alau¨ª.
Zona minada
Sobre las cinco de la tarde, Said lleg¨® al cruce final del camino que separa, entre tierras de cultivo, Serbia y Croacia. Como todos, fue introducido en uno de los tres furgones policiales que aguardaban la llegada de los transe¨²ntes y trasladado al pueblo de Tovarnik, ya en Croacia.
Las autoridades croatas enviaron este mi¨¦rcoles a un grupo de desminado a la zona fronteriza para asegurarse de que las ¨¢reas minadas desde la guerra de los noventa est¨¢n debidamente se?alizadas. Por el camino avanzaba otro grupo de sirios, llegados de Alepo, uno de los frentes m¨¢s calientes de la guerra. Sus caras eran fiel reflejo del hartazgo. En cambio a Majid, de 17 a?os, y a Mustaf¨¢, de 14, la sonrisa no les cab¨ªa en la cara. Tan r¨¢pido iban que la polic¨ªa tuvo que echarles el alto para que no se pasaran de largo.
A las seis de la tarde, el centro de acogida improvisado en Tovarnik, estaba abarrotado. Su capacidad es de medio millar de personas y ten¨ªa en su interior, a la espera de registro, a 450 refugiados. De ah¨ª, en un goteo constante, autobuses fletados por las autoridades croatas llevaban a los registrados hasta un campamento en Jez¨ºvo, a unos 200 kil¨®metros, en las afueras de Zagreb, la capital. Y si las palabras del primer ministro Milanovic se cumplen, de ah¨ª proseguir¨¢n hacia Eslovenia.
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