El enigma de la esfinge Marina Silva
La ecologista, temida y amada por partes iguales, vuelve a ser una inc¨®gnita en el futuro de la pol¨ªtica brasile?a
La ambientalista Marina Silva, que seg¨²n ella ¡°gan¨® perdiendo¡± en las ¨²ltimas elecciones presidenciales mientras su adversaria, la presidenta Dilma Rousseff, ¡°perdi¨® ganando¡±, podr¨ªa resucitar, arropada por su partido, la?Rede Sustentabilidade (Red Sostenibilidad), que acaba de ser legalizado. ?Seguir¨¢ siendo el enigma de la eterna esfinge?
Silva podr¨¢ o no gustar, pero es dif¨ªcil, a la vista de la crisis que vive el pa¨ªs, no reconocer que hab¨ªa anticipado algunos de los problemas que se han agigantado ahora. Como la crisis pol¨ªtica, producida en parte por las viejas pr¨¢cticas del llamado ¡°fisiologismo¡±, que hab¨ªa anticipado en la ¨²ltima campa?a electoral. Llevaba raz¨®n en que la sociedad acepta cada vez menos la ¡°vieja pol¨ªtica¡±, en la que ve la matriz de los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n.
La vocaci¨®n de defensa de la naturaleza y del medio ambiente, que ella encarna, y que le ha asido reconocida internacionalmente, se ha hecho tambi¨¦n cada vez m¨¢s crucial para salvar el planeta, lo que ha llevado al papa Francisco a dedicarle al tema su primera enc¨ªclica Laudato si y a insistir en ello en su viaje a Estados Unidos.
La apuesta de Marina Silva por una forma diferente de gobernar, tenga ella o no la fuerza para imponerla, sigue teniendo tir¨®n en la calle. La ecologista mantiene a¨²n, a pesar de su silencio y hasta ayer sin un partido legalizado, un capital de m¨¢s de 30 millones de votos, seg¨²n los ¨²ltimos sondeos, superando a una posible candidatura de Lula da Silva.
En las batallas presidenciales anteriores, la voz de Silva ya indicaba una tercera v¨ªa, con su defensa de un modo nuevo de gobernar, convencida que la pol¨ªtica tradicional formada por partidos sin ideolog¨ªa ni programas, que se venden a cambio de cargos y prebendas, est¨¢ agotada.
Esta vez, despu¨¦s del terremoto del esc¨¢ndalo de corrupci¨®n de la Lava Jato, las ideas de Silva resultan doblemente alternativas a la de los partidos tradicionales.
Silva fue duramente criticada en las ¨²ltimas presidenciales por su entonces adversaria pol¨ªtica, la candidata Rousseff, por defender que deseaba gobernar con los ¡°mejores¡±, los no corruptos.Y es la presidenta la que se ve hoy en dificultad para nombrar a sus nuevos ministros por no saber si estar¨¢n o no involucrados en alg¨²n esc¨¢ndalo de corrupci¨®n. Tambi¨¦n Rousseff busca ahora desesperadamente a los mejores. Va con la linterna de Di¨®genes en busca de pol¨ªticos limpios.
Lo que la ecologista Silva siempre defendi¨® es que puede haber otras formas de gobernar, que coincide con lo que siente y parece desear la sociedad que aboga por una forma diferente y menos corrupta de dirigir los destinos del pa¨ªs y con una mayor participaci¨®n activa de la ciudadan¨ªa.
Hay quien teme que si se derrumbase Rousseff, podr¨ªa aparecer alg¨²n aventurero como acaeci¨® con Collor de Mello. ?Puede considerarse una posible candidatura de Marina Silva, con el apoyo de su peque?o e incipiente partido, una aventura para el futuro de Brasil o m¨¢s bien una esperanza de algo diferente?
?Habr¨¢ a¨²n hoy, despu¨¦s de la marejada que est¨¢ viviendo el segundo mandato Rousseff, quien se atreva a acusar a Silva de querer arrancar la comida del plato de los pobres?
Durante la ¨²ltima campa?a, ella acu?¨® una frase que ahora suena a prof¨¦tica: ¡°Se puede perder ganando y se puede ganar perdiendo¡±. Hoy, a la vista de la crisis que est¨¢ viviendo Brasil, despu¨¦s de aquellas elecciones que dio la victoria al gigante Goliat contra el peque?o David, contradiciendo el relato b¨ªblico, se podr¨ªa decir que no le faltaba raz¨®n.
Ella perdi¨® ganando, porque fue reconocida la injusticia a la que fue sometida por el tanque electoral, y Rousseff, que gan¨® en las urnas, hoy sufre en su carne los resultados de una victoria que se le convirti¨® en derrota.
La ecologista podr¨ªa ser m¨¢s que una voz en el desierto, como muchos la acusan. Hoy es necesario colocar el descarriado tren de la econom¨ªa y de la decencia pol¨ªtica en el binario de una nueva era de esperanza que vuelva a unir a los desgarrados electores brasile?os.
El pa¨ªs no necesita m¨¢s zancadillas pol¨ªticas, ni m¨¢s enfrentamiento y violencia. Necesita recobrar su vocaci¨®n de pa¨ªs que a¨²n cree que se puede ser feliz sin necesidad de robar para ser millonario.
Marina Silva, de nuevo resucitada, aparece como una mezcla de utop¨ªa y realismo, de profetismo y pragmatismo, capaz de abrir un debate sobre lo que los brasile?os desean y espera de los pol¨ªticos, en el momento en que su estima por la vieja pol¨ªtica nunca fue tan puesta en discusi¨®n y rechazada con tanta violencia.
La ecologista, temida y amada quiz¨¢s a partes iguales, vuelve a ser, pues, una inc¨®gnita.
Cuando el expresidente Lula da Silva escogi¨® al candidato para sucederle, pens¨® en Rousseff y Silva, dos exministras suyas. Ambas mujeres de car¨¢cter. Lula conoc¨ªa mejor a Silva, con la que hab¨ªa convivido 25 a?os en el mismo partido y con una biograf¨ªa parecida a la suya. La apreciaba y la tem¨ªa al mismo tiempo.
Quiz¨¢s hoy, cuando el expresidente confiesa que el PT deber¨ªa ser refundado para volver a sus or¨ªgenes, se arrepienta de no haberla escogido entonces. Marina Silva es hoy una espina para ¨¦l y su partido, y Dilma Rousseff su gran dolor de cabeza.
El futuro est¨¢ por escribir.
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