Pe?a Nieto a los padres de Iguala: ¡°Busquemos juntos la verdad¡±
El presidente de M¨¦xico se re¨²ne con los familiares de los 43 desaparecidos El mandatario se compromete a buscar ¡°todos los hallazgos y posibles responsables¡± Los padres lanzan un aviso al Gobierno: ¡°Vamos a ser la piedra en su zapato¡± La reuni¨®n de Pe?a Nieto y los padres acaba sin acuerdo pero con un giro: el caso sigue abierto
Enrique Pe?a Nieto decidi¨® subirse al filo de la navaja y echar a andar. En una reuni¨®n de alto voltaje, el presidente se someti¨® durante casi tres horas a un cara a cara con los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. De esta inmersi¨®n en los abismos del dolor emergi¨® un ofrecimiento, insuficiente para salvar la glacial desconfianza de las familias, pero que, en una atm¨®sfera extremadamente vol¨¢til, marca un giro en la pol¨ªtica oficial. ¡°No habr¨¢ carpetazo, el caso sigue abierto. Busquemos juntos la verdad, estamos del mismo lado¡±, les dijo.
La promesa, completada con la orden de abrir la investigaci¨®n a ¡°todos los hallazgos y posibles responsables¡±, puede ser vista como una cesi¨®n e incluso como un varapalo a la anterior gesti¨®n de la Procuradur¨ªa General, que en enero dio por cerrado el asunto. Pero ante todo muestra la necesidad del Gobierno de desactivar su mayor fuente de erosi¨®n pol¨ªtica. A lo largo de un a?o, el caso no ha dejado de escaparse de sus manos. A cada paso adelante, le ha seguido una estruendosa marcha atr¨¢s. Despu¨¦s de la petici¨®n presidencial de pasar p¨¢gina, lleg¨® una hist¨®rica?oleada de protestas. A la ¡°verdad hist¨®rica¡± ofrecida por la Procuradur¨ªa General, se le vino encima el informe del comit¨¦ de expertos de la OEA que pone en duda la versi¨®n oficial. Y a la catarata de detenciones y confesiones vinculadas a la matanza, le acompa?¨® un vertiginoso crecimiento de las teor¨ªas de la conspiraci¨®n. En este continuo vaiv¨¦n, se ha debilitado la confianza del pa¨ªs en sus instituciones, hasta el punto de que las encuestas muestran que una mayor¨ªa duda del relato oficial.
Es de esta cuerda floja de la que Pe?a Nieto ha intentado bajarse. Para ello, la reuni¨®n con los familiares fue preparada con esmero. El presidente orden¨® apaciguar los frentes abiertos y evitar cualquier choque. Ni siquiera el corrosivo informe del grupo de expertos de la OEA torci¨® el rumbo. Frente a las cr¨ªticas, el Gobierno asumi¨® nuevas l¨ªneas de investigaci¨®n, ofreci¨® peritajes internacionales y hoy, llegada la hora de la verdad, mostr¨® su proximidad con las familias y el deseo de compartir su carga. ¡°Ning¨²n padre, ni madre, ni hijo, ni hermano debe sufrir lo que ustedes han sufrido¡± les dijo Pe?a Nieto.
La mano tendida por el presidente no fue aceptada por los padres de los 43 desaparecidos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. Anclados en el dolor y la desconfianza, acudieron a la reuni¨®n con un pliego de ocho exigencias, entre ellas, una explosiva: crear una unidad especializada en el caso que actuase bajo tutela internacional. La respuesta presidencial fue diplom¨¢tica. Orden¨® que las peticiones se sometieran a estudio y prometi¨® crear una fiscal¨ªa especializada para desaparecidos. La contraoferta result¨® insuficiente para los padres. ¡±No obtuvimos ning¨²n compromiso ni ninguna soluci¨®n. Ni siquiera aceptaron sus errores¡±, afirmaron en el Z¨®calo, la inmensa plaza donde mantienen un ayuno de 48 horas. Desde esta distancia, los familiares advirtieron que van a seguir la b¨²squeda de sus hijos (la investigaci¨®n oficial los da por muertos a manos del narco) y lanzaron un aviso al Gobierno: ¡°Vamos a ser la piedra en su zapato¡±.
Este rechazo hace presumir una pr¨®xima tormenta. En Guerrero, los enfrentamientos entre normalistas y polic¨ªas se han multiplicado en los ¨²ltimos d¨ªas. Y el s¨¢bado, aniversario de la tragedia, se prev¨¦ una gran manifestaci¨®n en la capital. El encuentro, bajo esta luz, no ha puesto fin a la tensi¨®n. Pero al menos marca un nuevo comienzo. El caso Iguala, pese a quien le pese, sigue abierto.
La vieja sombra de la impunidad
Un a?o despu¨¦s de la matanza a¨²n no ha amanecido en Ayotzinapa. El abismo que se abri¨® la noche del 26 al 27 de septiembre mantiene atrapados a los padres de los desaparecidos. Hundidos en el dolor, rechazan las explicaciones oficiales y a¨²n esperan, o eso proclaman, la vuelta de sus hijos. Para ellos, ni hubo ni muerte ni hoguera; para ellos s¨®lo hay vac¨ªo. Una ausencia que les ha convertido en un s¨ªmbolo universal de un M¨¦xico doliente, pero tambi¨¦n en una bomba pol¨ªtica.
De poco han servido las confesiones de los sicarios o las identificaciones gen¨¦ticas de restos de normalistas, ni siquiera la ca¨ªda del procurador general, Jes¨²s Murillo Karam, mu?idor de la investigaci¨®n, o la apertura del sumario completo a observadores internacionales han disminuido su desconfianza. Los familiares est¨¢n convencidos de que en la desaparici¨®n de sus v¨¢stagos intervino mucho m¨¢s que el brazo del narco. Ellos, aunque sin pruebas, apuntan a la maquinaria estatal.
La acusaci¨®n bebe de fuentes oscuras. Guerrero sufri¨® en los a?os setenta y ochenta una devastadora guerra sucia. Cientos de insurgentes desaparecieron a manos de militares y polic¨ªas. Hubo vuelos de la muerte y centros de tortura. Pero ning¨²n responsable de aquella barbarie se sent¨® en el banquillo. Esta impunidad, denunciadas por organismo de la ONU, ha levantado sospechas que nunca se han disipado. Sobre todo, entre los muros de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, el gran semillero de la guerrilla, y fragua de su principal l¨ªder, Lucio Caba?as. All¨ª, como en un t¨²nel del tiempo, florece la fe marxista y tambi¨¦n la aversi¨®n a todo lo relacionado con el Estado.
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