Francisco reaviva la fe en Cuba
La influencia sovi¨¦tica introdujo en las escuelas la asignatura del ¡°ate¨ªsmo cient¨ªfico¡±, y la pr¨¢ctica religiosa se refugi¨® en las casas
Al terminar su visita a Cuba el martes 22 de septiembre el papa Francisco declar¨®, en Santiago de Cuba: ¡°Me sent¨ª en casa, en familia¡±. De hecho ten¨ªa motivos para celebrar. Actualmente son excelentes las relaciones entre la Iglesia Cat¨®lica y el gobierno cubano, tras d¨¦cadas de conflictos.
D¨ªas antes de que aterrizara en La Habana, el s¨¢bado anterior, el cardenal Jaime Ortega tuvo acceso al programa de entrevistas de mayor audiencia televisiva en el pa¨ªs. Cuando se trata de la delicada cuesti¨®n? de liberar a presos pol¨ªticos, Ra¨²l Castro recurre a la mediaci¨®n del cardenal, gesto que constata la admiraci¨®n rec¨ªproca que los une.
Aunque haya merecido, en plazos relativamente cortos (trat¨¢ndose de pont¨ªfices), la visita de tres papas -Juan Pablo 2¡ã (1998), Benedicto 16 (2012) y ahora Francisco- la isla socialista no se considera una naci¨®n cat¨®lica. Su religiosidad nos recuerda a nuestra ciudad de Bahia, en el Norte de Brasil. Predomina el sincretismo, que mezcla cristianismo con espiritualidades oriundas de ?frica, tra¨ªdas por los esclavos que fueron tra¨ªdos a trabajar en los ingenios de az¨²car.
Se calcula que, en una poblaci¨®n de poco m¨¢s de 11 millones de habitantes, apenas un 5% pueden ser considerados cat¨®licos, aunque sea mucho mayor el n¨²mero de los bautizados en la Iglesia Cat¨®lica.
La Revoluci¨®n cubana no se hizo contra la Iglesia. Fidel y Ra¨²l estudiaron durante largos a?os como alumnos internos en escuelas lasalianas y jesuitas. En la misa celebrada por el papa Francisco en la Plaza de la Revoluci¨®n el domingo 21 de septiembre en La Habana, Ra¨²l, al saludarme, coment¨® con quien le acompa?aba: ¡°Yo he asistido a m¨¢s misas que frei Betto¡±. T¨¦ngase en cuenta que durante la primera mitad del siglo pasado los alumnos internos de las escuelas cat¨®licas estaban obligados a ir a la misa diaria.
Lina, la madre de Fidel y Ra¨²l, hizo que ambos hijos prometieran que si sobreviv¨ªan a la guerrilla de Sierra Maestra, cumplir¨ªan la promesa que ella hab¨ªa hecho de que depositar¨ªan sus armas a los pies de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona nacional, cuyo santuario queda cerca de Santiago de Cuba. En mi primera visita a la isla, en 1981, estuve all¨ª y vi expuestas las armas, que ahora fueron llevadas a un museo.
La guerrilla de Sierra Maestra cont¨® con un capell¨¢n, el padre Guillermo Sardi?as, que despu¨¦s de la victoria, en enero de 1959, fue honrado con el m¨¢ximo galard¨®n de ¡°Comandante de la Revoluci¨®n¡±, y fue autorizado por el papa Juan 23 para vestirse con el traje verdeoliva.
Hubo sacerdotes que hicieron correr la noticia de que la Revoluci¨®n enviar¨ªa a Rusia a miles de ni?os destinados, lejos de sus padres, para ser educados como militantes comunistas
Las tensiones entre la Iglesia Cat¨®lica y la Revoluci¨®n comenzaron cuando las medidas de estatizaci¨®n de propiedades nacionales y extranjeras enviaron se?ales de que el pa¨ªs se encaminaba hacia el comunismo. El catolicismo preconciliar, de fuerte connotaci¨®n franquista, se puso del lado de quienes defend¨ªan el capitalismo como m¨¢s adecuado a la libertad religiosa e identificaron el comunismo con el ¨¢ngel exterminador de la fe cristiana.
En 1961, tras la derrota de los mercenarios que, patrocinados por el gobierno Kennedy, intentaron invadir Cuba por la Bah¨ªa Cochinos, Fidel declar¨® el car¨¢cter socialista de la Revoluci¨®n. Presionada por la bipolaridad de la Guerra Fr¨ªa, Cuba se cobij¨® bajo las alas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Hubo sacerdotes que hicieron correr la noticia de que la Revoluci¨®n enviar¨ªa a Rusia a miles de ni?os destinados, lejos de sus padres, para ser educados como militantes comunistas. La llamada Operaci¨®n Peter Pan hizo salir hacia los Estados Unidos a 14 mil ni?os, con la esperanza de que el socialismo cubano ser¨ªa derrotado en breve y luego regresar¨ªan a sus casas¡
Cambio de rumbo
Francisco conmemor¨® en La Habana el 80 aniversario de relaciones ininterrumpidas entre la Santa Sede y el Estado cubano. De hecho, gracias a las buenas relaciones entre Fidel y el nuncio apost¨®lico Cesare Zacchi, nunca un sacerdote fue fusilado ni un templo cerrado. Mientras tanto la influencia sovi¨¦tica introdujo en las escuelas la asignatura del ¡°ate¨ªsmo cient¨ªfico¡±, y la pr¨¢ctica religiosa se refugi¨® en el interior de los templos y las casas, con excepci¨®n de la santer¨ªa, equivalente al candomble brasile?o, que se salv¨® por ser considerada en la categor¨ªa de ¡®folclore¡¯.
Los cristianos tuvieron prohibido ejercer determinadas profesiones, como el magisterio, y se rompi¨® el di¨¢logo entre los obispos cat¨®licos y los dirigentes del pa¨ªs.
En la d¨¦cada de 1970 la Revoluci¨®n vio cuestionado su apego a prejuicios antirreligiosos imbuidos por los sovi¨¦ticos. En casi toda la Am¨¦rica Latina despuntaba un catolicismo progresista mediante las Comunidades Eclesiales de Base, que dieron origen a la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n. En Colombia, en 1966, el sacerdote Camilo Torres cay¨® peelando con las armas en las manos como cualquier guerrillero. En el Brasil, en 1969, se descubri¨® que algunos frailes dominicos colaboraban con la guerrilla urbana de Carlos Marighella. En El Salvador y Nicaragua hab¨ªa cristianos que participaban en la lucha revolucionaria hombro con hombro con marxistas. La Revoluci¨®n Cubana pas¨® entonces a revisar sus juicios ante el fen¨®meno religioso.
Apertura religiosa
En julio de 1980 conoc¨ª a Fidel en Managua, con motivo del primer aniversario de la Revoluci¨®n Sandinista. Y le hice dos preguntas: ?Cu¨¢l es la actitud de la Revoluci¨®n ante la Iglesia Cat¨®lica? Antes de que respondiera le adelant¨¦ tres hip¨®tesis: perseguirla, lo cual confirmar¨ªa la acusaci¨®n de incompatibilidad entre Revoluci¨®n y religi¨®n; mostrarse indiferente, lo cual favorecer¨ªa a los contrarrevolucionarios que, sin poder salir de la isla, se cobijar¨ªan a la sombra de las sacrist¨ªas; dialogar, como ente pol¨ªtico, con todas las instituciones cubanas, incluyendo a la Iglesia Cat¨®lica. Fidel reconoci¨® que la? tercera era la m¨¢s sensata, y que la Revoluci¨®n necesitar¨ªa cambiar su actitud.
En Cuba predomina el sincretismo, que mezcla cristianismo con espiritualidades oriundas de ?frica
A continuaci¨®n le pregunt¨¦ por qu¨¦ el Estado y el Partido Comunista de Cuba eran confesionales. Fidel se asust¨®: ¡°?C¨®mo confesionales?¡± Le hice ver que tanto la afirmaci¨®n de la existencia de Dios como su negaci¨®n son meras confesionalidades, y que la modernidad requiere un Estado y partidos laicos.
Acept¨¦ su invitaci¨®n a trabajar por la aproximaci¨®n entre los obispos cat¨®licos y los dirigentes cubanos y, poco despu¨¦s, mediante cambios la Constituci¨®n del pa¨ªs y los estatutos del partido introdujeron la laicidad. En 1985 Fidel me concedi¨® una larga entrevista, publicada bajo el t¨ªtulo de ¡°Fidel y la religi¨®n¡± (libro que le regal¨¦ al papa Francisco y que ser¨¢ reditado dentro de poco). Era la primera vez en la historia que un l¨ªder comunista en el poder hablaba positivamente del fen¨®meno religioso. A partir de ah¨ª, como observ¨® un obispo cubano, se debilitaron el miedo de los cristianos y el prejuicio de los comunistas.
Francisco nos sorprendi¨®
Ra¨²l Castro, al recibir al papa, sab¨ªa que se trataba de un ¡°compa?ero¡±. Francisco hab¨ªa hecho duras cr¨ªticas al capitalismo, calificado por ¨¦l como ¡°dictadura sutil¡±, en sus encuentros mundiales con l¨ªderes de movimientos populares. Su primera enc¨ªclica, ¡°Alabado sea. El cuidado de nuestra casa com¨²n¡±, es el documento m¨¢s contundente emitido hasta ahora sobre el tema socioambiental. El papa asocia la devastaci¨®n de la naturaleza al crecimiento de la miseria y la pobreza, y se?ala la ambici¨®n de lucro y la econom¨ªa de libre mercado como responsables por ello. Ra¨²l estaba seguro de que Francisco no traer¨ªa sorpresas.
El presidente de Cuba se equivoc¨®. El papa sorprendi¨® por su simpat¨ªa con el pueblo cubano, cristianos y ateos. Prescindi¨® del carro Mercedes reservado para sus desplazamientos y, presionado para que recibiera a los guerrilleros de las FARC que, bajo mediaci¨®n cubana, negocian en La Habana un acuerdo de paz con el gobierno colombiano, opt¨® por incluir en su homil¨ªa, en la misa en la Plaza de la Revoluci¨®n, un llamado por el buen ¨¦xito de las negociaciones.
Al o¨ªr, en la catedral, el testimonio de una joven religiosa que cuida de personas portadoras de deficiencias, la emoci¨®n llev¨® a Francisco a abandonar el texto escrito e, improvisadamente, reforzar la opci¨®n por los pobres de la Iglesia Cat¨®lica y la misericordia ante los pecados ajenos. Los cardenales de la Curia Romana que le acompa?aban deben haber quedado chocados, pues el papa, revestido de infalibilidad en cuestiones de fe y de moral, no puede correr el riesgo de emitir una opini¨®n considerada equivocada.
En su encuentro con los j¨®venes Francisco oy¨® a uno de? ellos criticar a la Revoluci¨®n por ver a sus colegas ir de pie en los autobuses camino del trabajo? y de la escuela. Con obvia sutileza el papa le hizo ver que en Cuba al menos hay autobuses y los j¨®venes pueden dirigirse al trabajo y a la escuela. Cu¨¢ntos en el mundo ni tienen autob¨²s ni trabajo ni escuela.
Antes de que Francisco saliera para Santiago de Cuba, rumbo a los EE.UU., Ra¨²l Castro le dijo al o¨ªdo que no le besar¨ªa la mano pero que le llevar¨ªa siempre en el coraz¨®n. Francisco le contest¨® con otra promesa igual.
?Frei Betto es escritor, autor de ¡°Para¨ªso perdido. Viajes al mundo socialista¡±, entre otros libros.
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