?Sigue Lula gobernando Brasil?
La posible vuelta al ruedo pol¨ªtico del expresidente servir¨¢ para entender hasta qu¨¦ punto el pa¨ªs ha cambiado
Lula da Silva, despu¨¦s de confesar que ¨¦l, Dilma Rousseff y el Partido de los Trabajadores (PT) hab¨ªan llegado al fondo del pozo y que necesitaban regenerarse, de repente, amenaz¨® con ¡°volver a volar¡±. Y est¨¢ volando m¨¢s que nunca a Brasilia.
Entre silencios y arrebatos, Lula parece incombustible y tiene el privilegio de poder decir lo que quiere, porque t¨¦cnicamente es un simple ciudadano, sin mandato ni responsabilidad de gobierno, y al mismo tiempo mantiene en el subconsciente de los brasile?os la fuerza del mito, capaz de renacer de sus propias cenizas, como la famosa Ave F¨¦nix de la mitolog¨ªa.
Quiz¨¢s por ello, quien da la impresi¨®n de estar gobernando el pa¨ªs (quitando ministros, dise?ando la reforma ministerial, tomando decisiones, colocando sus viejas fichas pol¨ªticas en el Ejecutivo) es ¨¦l, m¨¢s que la presidenta Rousseff, que parece una simple cumplidora de sus ¨®rdenes.
De nuevo, sus fieles seguidores, que son los mayores opositores a Rousseff, han lanzado el anzuelo de la posible candidatura de Lula para 2018. Y ser¨ªa esa voluntad de retomar el poder lo que le hace ser tan activo al lado de su pupila para que su barco no se hunda o para que lo haga en el mejor momento para su proyecto de futuro.
En su hipot¨¦tica nueva presidencia en 2018, Lula sabe que para poder gobernar con mejor acierto y apoyo popular que Rousseff, va a necesitar, m¨¢s que de la izquierda, del partido centrista PMDB, hoy medio en rebeld¨ªa y sin el cual no se gobierna en este pa¨ªs.
Lula naveg¨® muy bien bajo las aguas del PMDB, a qui¨¦n supo regar en todo momento con prebendas y poder. Sin sentirse ni de izquierdas ni de derechas, fue capaz de jugar con los dos extremos para marcar goles.
La minireforma ministerial de Rousseff lleva el sello de Lula, que ha usado las artes de la vieja pol¨ªtica para recomponer la base del gobierno sin perder al PMDB o por lo menos deteni¨¦ndolo por el momento, en su envalentonamiento contra el Gobierno y su amenaza de apear a la presidenta del trono. Con el presidente de la C¨¢mara de los Diputados, Eduardo Cunha, herido de muerte, no pod¨ªa ser momento mejor.
M¨¢s que estar ayudando a Rousseff a no naufragar, Lula est¨¢ luchando para llevar el barco Brasil de nuevo al puerto de su forma de gobernar que le hizo triunfar en aquel su primer mandato de felices coyunturas internas y externas.
Ese parece ser su proyecto. Todo ello podr¨ªa hasta funcionar si hoy Brasil y el mundo siguieran siendo como entonces, pero no parecen serlo. O si la crisis econ¨®mica pudiera resolverse m¨¢gicamente volviendo a las artes del pasado con modelos que no sabemos si hoy volver¨ªan a ser eficaces.
Lula gobern¨® en la gloria, sin oposici¨®n, sin manifestaciones callejeras en las que se gritara ¡°fuera Lula¡±, aplaudido internamente y endiosado internacionalmente. Contaba entonces con la clase media y con los pobres, a los que hizo crecer social y econ¨®micamente, pero que hoy tambi¨¦n sue?an caminos nuevos, como el hijo que crece y se rebela. A los pobres de ayer ya no le basta un televisor, una nevera y un coche utilitario pagado todo ello a precio de oro, con intereses estelares y hoy golpeados por la inflaci¨®n y el miedo del desempleo.
Curiosamente, el test Lula, su posible vuelta al ruedo para reconducir el Gobierno a sus ra¨ªles despu¨¦s de la tragedia de la econom¨ªa consumada durante el mandato Rousseff, servir¨¢ para entender hasta qu¨¦ punto Brasil, sus clases medias, la ciudadan¨ªa, la opini¨®n p¨²blica y el mundo empresarial e intelectual han cambiado o no.
Lula no presenta una f¨®rmula nueva y m¨¢gica para resolver la triple grave crisis brasile?a: pol¨ªtica, econ¨®mica y ¨¦tica. Su f¨®rmula, de alguna forma simplista, es la de volver al pasado, a antes de Rousseff, a su modo de gobernar, que ¨¦l considera victorioso. Tan victorioso que est¨¢ convencido que la crisis se ha originado por que Rousseff se ha desviado del camino trazado por ¨¦l.
Lula cree y apuesta en la cl¨¢sica pol¨ªtica de un Gobierno presidencial de cooptaci¨®n o compra de los partidos que permite gobernar en paz, sin zozobras y sin la avispa aguijonera de la oposici¨®n.
La pregunta, sin embargo, es si eso es a¨²n posible en un Brasil que en los sondeos parece m¨¢s que deprimido, irritado con la crisis econ¨®mica y con la clase pol¨ªtica.
Quiz¨¢s el pa¨ªs (el del malhumor que grita ¡°fuera Dilma¡±, ¡°fuera Lula¡± y ¡°fuera PT¡±) no sepa a¨²n claramente qu¨¦ alternativa quiere.
?Les convencer¨¢ Lula de que la ¨²nica alternativa es la de volver al pasado, o acabar¨¢ ¨¦l, a qui¨¦n no le falta olfato pol¨ªtico, convenci¨¦ndose de que la historia no suele repetirse y que, cuando lo hace, es para peor?
El ovillo se enreda cada d¨ªa m¨¢s, y al final, curiosa o parad¨®jicamente, el test Brasil, para bien o para mal, sigue siendo Lula, su mito, y la inc¨®gnita del capital pol¨ªtico que a¨²n le puedan o no conceder los brasile?os. Todo ello, si la severidad del juez de la operaci¨®n anticorrupci¨®n Lava Jato, S¨¦rgio Moro, se lo permite.
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