Un empuj¨®n moral para los afganos y un mensaje a Pakist¨¢n
La ralentizaci¨®n de la retirada de las tropas de EEUU de Afganist¨¢n da fuerzas a la poblaci¨®n
El avance de los talibanes, evidenciado al hacerse con la ciudad de Kunduz hace dos semanas, ha obligado a Estados Unidos a retrasar la salida de sus tropas de Afganist¨¢n. Pero ?es suficiente para evitar que el regreso al poder de los islamistas radicales? Y sobre todo, ?responde al deseo de los afganos? ¡°Supone un empuj¨®n moral y un mensaje no s¨®lo a los talibanes, sino tambi¨¦n a nuestros vecinos, en especial a Pakist¨¢n¡±, resume el periodista afgano Bilal Sarwary, que ha cubierto la intervenci¨®n estadounidense en su pa¨ªs desde 2001.
¡°La gente se va a sentir m¨¢s respaldada, sobre todo los negocios; todo el mundo es consciente de que estamos en guerra, pero el sabernos apoyados da esperanza¡±, asegura Sarwary desde Kabul.
No es s¨®lo una cuesti¨®n de percepciones. Este observador cualificado de la realidad afgana se muestra convencido de que la presencia de las fuerzas estadounidenses va a suponer una diferencia; aunque se trate de apenas 5.000 soldados, frente a los casi 150.000 que la OTAN lleg¨® a tener desplegados.
¡°Van a estar estacionados en cuatro bases, Kabul, Bagram, Jalalabad y Kandahar, que son clave para el apoyo a las tropas afganas¡±, se?ala. En su opini¨®n, ¨¦stas ¡°no lo hacen tan mal, pero les falta un Ej¨¦rcito del Aire y servicios de informaci¨®n¡±.
Sarwary estima que tambi¨¦n es importante el mensaje que env¨ªa a sus vecinos, en especial a Pakist¨¢n. ¡°Significa que no estamos solos¡±, apunta.
La mayor¨ªa de los afganos considera que los talibanes no habr¨ªan llegado a donde est¨¢n sin el apoyo y la protecci¨®n de los servicios secretos paquistan¨ªes (ISI, por Inter Services Intelligence). The New York Times cont¨® hace unos d¨ªas que el nuevo l¨ªder talib¨¢n, Akhtar Mansur, vive en Quetta, una ciudad del suroeste de Pakist¨¢n cercana a la frontera afgana. De acuerdo con ese diario, ser¨ªa su alianza con el ISI lo que le habr¨ªa permitido acallar a la disensi¨®n interna y dirigir la reciente expansi¨®n del grupo.
Por supuesto, los talibanes han criticado la extensi¨®n de la presencia estadounidense que tildan de ¡°ocupaci¨®n¡±. ¡°El conflicto no se resuelve por la v¨ªa militar¡±, aseguran en un comunicado sin considerar sus propias acciones armadas y atentados contra civiles.
El grupo, que desde su expulsi¨®n del poder en 2001 siempre ha combatido a las fuerzas extranjeras y al Gobierno que apoyan, ha reforzado su habitual ofensiva de verano desde que el pasado julio se revelara que su l¨ªder, el cl¨¦rigo Omar, llevaba muerto dos a?os y le hab¨ªa sucedido Mansur. Este ha tratado de consolidar su poder con ataques osados en diversos puntos del pa¨ªs, cerrando la v¨ªa a las negociaciones de paz que hab¨ªan acordado con el presidente afgano, Ashraf Ghani.
Su ¨¦xito fulgurante en Kunduz, la ¨²nica capital provincial que hasta ahora ha ca¨ªdo bajo su f¨¦rula, no ha sido eclipsado por su incapacidad de controlar la ciudad de forma permanente ante el acoso de las fuerzas gubernamentales. Aunque decidieron retirarse el pasado martes, el golpe de efecto supuso una sacudida para EE UU y sus aliados en la misi¨®n Apoyo Decidido (que dirige la OTAN). Muchos analistas han criticado el fin de esa misi¨®n porque significar¨ªa entregar el pa¨ªs a los talibanes.
Tal es el temor de muchos afganos a quienes los ¨²ltimos avances de los insurgentes les han tra¨ªdo a la memoria su r¨¢pida conquista del pa¨ªs a mediados de la d¨¦cada de los noventa del siglo pasado. Seg¨²n la ONU, que desde principios de mes ha evacuado cuatro de sus 13 oficinas provinciales en el pa¨ªs, el nivel de amenaza en la mitad de sus cuatro centenares de comarcas es alto o extremo. Otras fuentes estiman que los talibanes controlan 27 de esas comarcas, mientras que 36 est¨¢n en disputa. ¡°Al menos otras 150 son vulnerables a sus ataques¡±, aseguraba recientemente a este diario Thomas Ruttig, codirector del Afghanistan Analysts Network (AAN).
¡°Los afganos siempre hemos sabido que habr¨ªa drones, fuerzas especiales y miembros de la CIA en nuestro pa¨ªs¡±, concluye Sarwary. No obstante, tambi¨¦n advierte de que si los soldados norteamericanos cometen errores, como los bombardeos que causaron v¨ªctimas civiles en el pasado, ¡°la esperanza y el apoyo se desvanecer¨¢n¡±.
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