¡°Yo soy el Ada Colau de Polonia¡±
Piotr Ikonowicz dirige una plataforma antideshacuio s¨ªmbolo de la desigualdad en el pa¨ªs
¡°Yo soy el Ada Colau de Polonia¡±, puede no ser la presentaci¨®n m¨¢s convencional para un hombre de 60 a?os, 1,80 y una voz tonante, pero Piotr Ikonowicz no exagera. Y eso viniendo de ¨¦l no es poco.
Ikonowicz es una de las figuras m¨¢s impactantes de la pol¨ªtica polaca. Creador y dirigente de la Oficina de Justicia Social (Kancelaria Sprawiedliwo?ci Spo?ecznej), centrada en el combate contra los desahucios, se ha convertido en inesperado portavoz de los parias en un pa¨ªs donde el descontento crece a medida que se evidencia la deficiente distribuci¨®n de la riqueza en la d¨¦cada m¨¢s pr¨®spera de su historia. Y la categor¨ªa de inesperado responde a que, tras toda una vida dentro de la pol¨ªtica formal, el reconocimiento le ha llegado a Ikonowicz cuando parec¨ªa m¨¢s alejado del centro de poder.
¡°Mis colegas de la izquierda europea no lo entienden¡±, explica paseando por Varsovia. ¡°Salgo en el telediario cada vez que organizo un desahucio, y antes en el Parlamento no me hac¨ªan ni caso. Yo soy un don nadie: esto pasa porque la desigualdad ha crecido, y la gente lo percibe¡±. Tanto han aumentado el malestar y la inestabilidad laboral que se espera que las elecciones que se celebrar¨¢n este domingo se decidan por las pol¨ªticas sociales, algo dif¨ªcil de imaginar cuando los dos grandes contendientes son partidos de derecha defensores del lib¨¦rrimo mercado. Sin embargo, el discurso antielitista que ondea el opositor y favorito, el partido Ley y Justicia, parece a punto de desbancar del Gobierno a la liberal Plataforma C¨ªvica, 14 puntos por detr¨¢s en las encuestas. Ikonowicz, aupado al ¨¦xito de su plataforma, que gestiona entre 500 y mil desahucios anuales, tambi¨¦n se presenta, pero sin posibilidad de acceder al Parlamento, donde s¨ª ha conseguido llevar a debate dos reformas legales sobre los desahucios.
En un arranque de carrera cl¨¢sico para todo pol¨ªtico polaco, en la dictadura comunista Ikonowicz (Pruszk¨®w, 1956) pas¨® por la c¨¢rcel como miembro del sindicato Solidaridad, con la diferencia de que ¨¦l militaba en su ala m¨¢s izquierdista. Ya en democracia fue uno de los fundadores del Partido Socialdem¨®crata de Polonia. Tras dos legislaturas de diputado, se fue alejando de la c¨²pula de la formaci¨®n, entre otras causas por su ley antidesahucios, y en 2000 se present¨® a presidente de la rep¨²blica combinando los m¨ªtines cl¨¢sicos con concentraciones contra lanzamientos hipotecarios. ¡°Mi campa?a fue un ¨¦xito. Consegu¨ª el 0,22% de votos¡±, r¨ªe. En 2003 cre¨® la plataforma, al principio lastrada por los problemas legales que le fueron deparando sus estrategias de desobediencia civil y cierta laxitud fiscal que le llevaron unos meses a la c¨¢rcel. Hasta que la plataforma comenz¨® a ganar fuerza.
Su oficina est¨¢ en un s¨®tano cerca del centro de Varsovia distinguido por una bandera roja. En la ma?ana del martes Ikonowicz comparte despacho con su esposa y dos mujeres con pa?uelo en la cabeza y aspecto humilde que entran y salen sin sentarse nunca. Como la asociaci¨®n no tiene fines lucrativos y no cobra por los casos, Ikonowicz -laboralista de formaci¨®n- sobrevive de los art¨ªculos que publica en medios independientes de izquierdas. ¡°Escribo m¨¢s de 20 al mes. Mi piso cuesta mil zlotys (250 euros), y en 60 metros cuadrados somos ocho: mi mujer, los ni?os y una pareja con una hija que lleva con nosotros desde que hace tres a?os se quedaron sin casa¡±, explica mientras termina de enviar un texto. ?Y c¨®mo se financia la asociaci¨®n? Ikonowicz se levanta arrasando todo lo que encuentra por su camino en el min¨²sculo s¨®tano y abre otra puerta. Unos ladrillos rosas y brillantes se apilan sobre un sof¨¢. ¡°Son unos dulces t¨ªpicos de pobres: huevo y az¨²car. Se comen el d¨ªa de los difuntos, y nosotros los vendemos en los cementerios. Hacemos cosas de estas¡±. Una de las mujeres se arrima y a base de martillazos sobre un machete rompe dos lascas del ladrillo. Es tan duro como parece, y mucho m¨¢s pegajoso.
Arriesgando las muelas, Ikonowicz masca con ganas el caramelo mientras hila datos que atestiguan el alto endeudamiento de las familias polacas y las malas condiciones en los barrios pobres del pa¨ªs, los ajenos al milagro econ¨®mico que ha permitido a Varsovia apuntase un crecimiento del 40% del PIB entre 2003 y 2014. Y cuando termina con las cuitas, Ikonowicz celebra los ¨¦xitos de su plataforma. Habla a la perfecci¨®n espa?ol porque su padre, el periodista Miroslaw Ikonowicz (¡°tiene 86 a?os y a¨²n trabaja en la Agencia de Prensa Polaca¡±) lo arrastr¨® de ni?o por medio mundo, incluida Cuba. Ikonowicz hijo es un agitador, un experto en medios de comunicaci¨®n que sabe utilizarlos en su provecho. ¡°Un d¨ªa que no hab¨ªa noticias fuimos al Ayuntamiento de Lodz con c¨¢maras y conseguimos que nos entregasen en directo una vivienda para una embarazada que iba a perder su casa¡±. Ama el espect¨¢culo tanto como el resultado que est¨¢ aportando. ¡°Con estas iniciativas hemos logrado que la agenda electoral sea m¨¢s seria. Los partidos en las ¨²ltimas legislaturas hablaban de tonter¨ªas, y ahora est¨¢n teniendo que discutir sobre problemas sociales. Andrzej Duda [elegido presidente en mayo por Ley y Justicia] gan¨® porque entendi¨® eso y baj¨® a la calle¡±.
La movilizaci¨®n en Polonia sigue creciendo. El beneficiado electoral ser¨¢ la derecha de Ley y Justicia, pero Ikonowicz no ceja en la b¨²squeda de nuevos caminos sociales. Esa tarde se re¨²ne con los trabajadores de la seguridad privada para buscar el sistema de defensa sindical que permitan sus precarias condiciones (la proliferaci¨®n de los contratos basura es otro de los temas de la campa?a). ¡°Esos hombres trabajan por 5 zlotys la hora [1,2 euros; el salario m¨ªnimo mensual en Polonia es de 405 euros], y un billete de tren cuesta lo mismo¡±, cuenta: ¡°Eso quiere decir que, si no viven cerca del trabajo, la primera y la ¨²ltima hora de la jornada la hacen sin ganar nada¡±.
?Y la influencia de Ada Colau? ¡°Una vez en Barcelona vi esa campa?a de No vas a tener casa en la puta vida. Me pareci¨® genial y la traje a Polonia. Lo que pasa es que le quit¨¦ la palabrota. Aqu¨ª no somos tan soeces¡±. Ikonowicz abre su boca casi m¨¢s grande que su despacho y r¨ªe con ganas.
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