El c¨®mico Jimmy Morales, elegido presidente de Guatemala
El humorista se impone con un hist¨®rico 68,5% del voto (al 96% escrutado). Su triunfo es el de la antipol¨ªtica y del descontento
Guatemala se decidi¨® por la antipol¨ªtica. El c¨®mico Jimmy Morales, de 46 a?os, logr¨® este domingo su elecci¨®n como presidente. Su victoria no deja lugar a dudas. Con el 67% de los votos a favor, la naci¨®n ha tomado en serio a este humorista de chiste f¨¢cil, conservador y profundamente religioso, y le ha encomendado una misi¨®n que pocos creen que pueda lograr: devolver la credibilidad al Estado guatemalteco. Un nido de corrupci¨®n a cuya jefatura Morales llega aupado por la ola de descontento que derrib¨® a su antecesor, el general Otto P¨¦rez Molina. ¡°Ahora soy parte del sistema pol¨ªtico, pero mantengo mi disconformidad¡±, proclam¨® el presidente electo.
La elecci¨®n de Morales es una victoria en negativo. M¨¢s que un ¨¦xito suyo, su triunfo representa el fracaso de la vieja pol¨ªtica. La esclerosis de un sistema que ha quedado muy por detr¨¢s de su ciudadan¨ªa. Morales, consciente de este hartazgo, ha centrado su campa?a en una llamada al voto de castigo. Ha sacado fuerza de sus aparentes debilidades, como la falta de experiencia pol¨ªtica, y ha enarbolado un lema (Ni corrupto ni ladr¨®n) que le ha abierto espacio a derecha e izquierda del electorado. El resultado ha sido demoledor. Ninguno de los figurones del pante¨®n guatemalteco le ha podido dar caza. Y su rival en la segunda vuelta, la antigua primera dama Sandra Torres, de inspiraci¨®n socialdem¨®crata, se ha quedado en un 33% del voto.
Este ¨¦xito solo representa un primer paso. M¨¢s all¨¢ del voto, Morales, por su propia g¨¦nesis, carece de una estructura de poder estable. Est¨¢ solo, su partido es fr¨¢gil y en el Parlamento apenas dispone del 7% de los esca?os. Nadie duda de que los grandes saurios intentar¨¢n acosarle desde la C¨¢mara de Diputados. El escudo presidencial, de enorme resistencia en Guatemala, posiblemente le sirva para superar estos ataques, pero no acabar¨¢n ah¨ª sus problemas.
M¨¢s all¨¢ del voto, Morales, por su propia g¨¦nesis, carece de una estructura de poder estable
El fulgurante Morales toma un pa¨ªs exhausto. Vence sin haber emocionado, en segunda vuelta y con la desconfianza esper¨¢ndole a cada paso. Despu¨¦s de 30 a?os de proceso democratizador, Guatemala no ha generado a¨²n un juego de equilibrios lo suficientemente fuerte como para ventilar la podredumbre que anida en los resortes del poder. Ni siquiera la revoluci¨®n de la dignidad ha podido contra ese muro. El movimiento popular, espont¨¢neo y plural, tuvo ¨¦xito, barri¨® al anterior presidente e incluso dio luz a una esperanza, pero no engendr¨® una respuesta pol¨ªtica propia. V¨ªctima de su propia acefalia, su fuerza ha acabado por diluirse y sus activos han sido tomados apresuradamente por Morales. Una personalidad poli¨¦drica del que desconf¨ªan los organizadores de las protestas y cuyos puntos negros son motivo de sospecha. Desde el apoyo de los sectores militares hasta su ideolog¨ªa conservadora y ultranacionalista.
Nadie duda de que los grandes saurios intentar¨¢n acosarle desde la C¨¢mara de Diputados
El reto es complejo. Morales tiene que enfrentarse a la nomenklatura, pero tambi¨¦n al escepticismo sobre sus propias capacidades. Ha de demostrar que no es un advenedizo, sino un independiente. Que su ideolog¨ªa no es una r¨¦mora, sino un acicate. ¡°Guatemala est¨¢ cambiando de forma pac¨ªfica, sin balas, solo con participaci¨®n, y as¨ª debemos seguir. El mundo nos mira y tenemos que demostrar que somos un pa¨ªs de gente honesta. No habr¨¢ tolerancia con la corrupci¨®n¡±, afirm¨® Morales tras conocer su victoria.
No es una misi¨®n f¨¢cil. El Estado del que se har¨¢ cargo el 14 de enero se est¨¢ hundiendo. El presidente P¨¦rez Molina, el general que lleg¨® al poder con la misi¨®n de reconciliar a Guatemala, se dio con ah¨ªnco al saqueo. En un pa¨ªs con la mitad de la poblaci¨®n infantil malnutrida, corrompi¨® la hacienda p¨²blica, dispar¨® la deuda e impuso la excepcionalidad en las contrataciones oficiales. Bajo este r¨¦gimen, las redes clientelares vivieron d¨ªas de vino y rosas. El encarcelamiento de P¨¦rez Molina y de su vicepresidenta por un esc¨¢ndalo de sobornos, ha descabezado la principal g¨¢rgola de la trama, pero la depuraci¨®n final a¨²n est¨¢ por hacer. Y el nuevo presidente no puede retrasarla. Fuera, en la calle, el reloj corre en su contra. El pa¨ªs vive en pleno siglo XXI y en cualquier momento puede desatarse otra ola de protestas. Un fallo grave har¨ªa a Morales indistinguible del sistema que ¨¦l tanto ha criticado. Guatemala volver¨ªa otra vez al punto de partida. El pasado habr¨ªa triunfado.
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