M¨¢s seguridad y menos p¨²blico en el Par¨ªs cultural
Salas de conciertos, cines y teatros de la capital francesa se enfrentan al descenso de espectadores tras el atentado
Tras la matanza del Bataclan, las salas de conciertos parisinas vuelven a abrir sus puertas con esp¨ªritu de resistencia y medidas de seguridad en aumento, para responder al estado de preocupaci¨®n que domina la capital francesa desde los atentados del viernes. ¡°La mejor respuesta a la barbarie es seguir adelante lo antes posible¡±, afirm¨® ayer la ministra de Cultura, Fleur Pellerin. ¡°La cultura es una respuesta a la radicalizaci¨®n y las amenazas. Es lo que da sentido a nuestras vidas¡±, a?adi¨® en una entrevista al diario Le Parisien, en la que promet¨ªa ¡°colocar a militares cerca de las salas m¨¢s sensibles¡±.
?Para acompa?ar una reapertura que se anuncia dif¨ªcil, el Estado franc¨¦s anunci¨® ayer un plan de ayudas de 3,5 millones de euros solo para las salas de conciertos, a los que se sumar¨¢n medio mill¨®n m¨¢s aportado por la sociedad de autores y compositores. El Gobierno aspira a evitar el hundimiento del sector cultural franc¨¦s, que genera un consumo de 74.600 millones anuales y aporta un 4% al PIB, siete veces m¨¢s que la industria automovil¨ªstica. Por ejemplo, las salas de conciertos francesas vendieron 23 millones de entradas en 2014, cinco de ellos en festivales de m¨²sica. Las de cine son l¨ªderes en Europa, con 208 millones de entradas vendidas.
La sala Point ?ph¨¦m¨¨re, en la orilla del Canal Saint-Martin, pulm¨®n de la vida nocturna en el distrito 10 de la capital, volvi¨® a abrir el mi¨¦rcoles por la noche con un concierto del estadounidense Kelley Stoltz, con el doble de efectivos de seguridad de los habituales y un nuevo arco detector de metales. Entre el p¨²blico se encontraba el teniente de alcalde de Par¨ªs, Bruno Julliard, a cargo del robusto sector cultural de la capital, para quien la apertura de las salas musicales era ¡°la parte m¨¢s dif¨ªcil¡± de esta esforzada vuelta a la normalidad. ¡°Par¨ªs tambi¨¦n ha sido atacada por ser una capital cultural. La libertad de creaci¨®n y la vida festiva constituyen su ADN. Volver a abrir es un acto de resistencia¡±, ha dicho a Le Monde.
Seg¨²n el p¨²blico, la sala se encontraba medio llena. Seg¨²n los organizadores, medio vac¨ªa. Nadie niega que, en el colectivo de propietarios y promotores, asoma el p¨¢nico. En la sala Alhambra, que volvi¨® a abrir anoche a 400 metros del bar Le Carillon, no reinaba precisamente la euforia. ¡°Ya casi no tenemos reservas. Han bajado en un 90%. Las ¨²nicas llamadas que recibimos son para pedir reembolsos¡±, explicaba ayer su director, Jean-Claude Auclair. La sala, que sol¨ªa emplear a cuatro agentes de seguridad, cuenta ahora con diez, y practica un control ¡°igual que el de un aeropuerto¡±. El sindicato nacional de productores y salas de espect¨¢culo (Prodiss) ha confirmado este viernes que las reservas de conciertos han descendido esta semana un 80% respecto a las cifras habituales en esta ¨¦poca del a?o.
La mitad de espectadores
Los cines parisinos se enfrentan a un panorama igual de dif¨ªcil. En las 1.400 salas de la regi¨®n parisiense, el martes se contabilizaron unos 65.000 espectadores, casi la mitad que una semana atr¨¢s. El cine Max Linder, una de las grandes salas de la rive droite, solo se mantuvo cerrada algunas horas durante el fin de semana. ¡°Los mismos espectadores nos pidieron que abri¨¦ramos. Necesitaban pensar en otra cosa. Vinieron incluso personas que hab¨ªan perdido a allegados en los atentados¡±, relata su directora, Anne Ouvrard. Sin embargo, reconoce que el cine ha perdido, desde el s¨¢bado, dos tercios de su p¨²blico habitual. A causa de los atentados, el inminente estreno de dos pel¨ªculas ha cambiado de fecha: Made in France, sobre una c¨¦lula yihadista en territorio franc¨¦s, y Jane Got a Gun, un western con Natalie Portman.
Los teatros tambi¨¦n han vuelto a abrir en Par¨ªs desde principios de esta semana, con una suerte parecida. En Saint-Denis, donde el mi¨¦rcoles tuvo lugar el asalto policial que termin¨® con dos muertos y ocho detenidos, el Teatro Gerard-Philipe decidi¨® abrir esa misma noche, pese a estar situado a solo 100 metros del lugar de los hechos. La mitad de las butacas estaban ocupadas. ¡°Nos preocupa la p¨¦rdida de espectadores, aunque su intranquilidad es leg¨ªtima. Hay que esperar un tiempo, porque no sabemos c¨®mo va a evolucionar¡±, explica una miembro del equipo.
Para alentar a los espectadores, el sindicato nacional de productores ultima una campa?a televisiva que presentar¨¢ la semana que viene, junto con un nuevo dispositivo de seguridad que regir¨¢, de ahora en adelante, la vida nocturna de los parisinos. ¡°El objetivo es que el p¨²blico se sienta a gusto y siga viniendo. Par¨ªs tiene que seguir siendo un lugar de vida¡±, dice su portavoz, Aline Renet. El grito de guerra es el mismo para todos. Incluso los responsables del malogrado Bataclan han anunciado que piensan hacerlo resurgir de sus cenizas. ¡°No volver a abrir ser¨ªa capitular. Claro que lo haremos¡±, ha prometido uno de sus gerentes, Dominique Revert, sin precisar la fecha.
El ejemplo positivo de Nueva York
?Se hundir¨¢n tras los atentados las salas de conciertos, cine y teatro de la capital francesa? ¡°El sector del espect¨¢culo es imprevisible. El sentimiento de inquietud puede disuadir el consumo cultural, pero la necesidad de pensar en otra cosa que los atentados puede alentarlo¡±, responde Olivier Pastr¨¦, profesor de Econom¨ªa en la Universidad Par¨ªs VIII, en referencia a lo sucedido en Nueva York tras los atentados de 2001.
Entonces, los incentivos del Ayuntamiento y del Estado de Nueva York lograron salvar los teatros de Broadway. La ciudad compr¨® 50.000 entradas por 2,5 millones de d¨®lares, mientras el Estado invert¨ªa un mill¨®n adicional en una campa?a de promoci¨®n. La estrategia, que apelaba a salvar el sector en nombre del patriotismo econ¨®mico, se sald¨® con una asistencia r¨¦cord durante varias semanas a principios de 2002. Adem¨¢s, tras el 11-S empezar¨ªa una era econ¨®micamente dorada para Hollywood, cuyas sagas fant¨¢sticas y pel¨ªculas de ciencia-ficci¨®n se beneficiaron de la necesidad de evasi¨®n de los espectadores.
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