Dos horas y media como escudo humano en el Bataclan
St¨¦phane T. fue reh¨¦n de los terroristas durante el asalto policial
St¨¦phane T., inform¨¢tico de 49 a?os estaba en la sala Bataclan el viernes del ataque. No s¨®lo fue uno de aquellos que vio morir a 89 personas a su alrededor. ?l form¨® parte de la docena de rehenes utilizados por los terroristas como escudo humano contra la polic¨ªa. Durante dos horas y media permaneci¨® retenido por los kamikazes en un pasillo. ¡°En ning¨²n momento imagin¨¦ que saldr¨ªa vivo¡±, cuenta.
St¨¦phane tiene una web musical junto a unos amigos en las que publica cr¨®nicas de conciertos. Por eso cuando los tres terroristas irrumpieron en la Bataclan ¨¦l se sentaba en la balconada del primer piso para ver mejor la actuaci¨®n de los Eagles of Death Metal y escribir m¨¢s c¨®modo. ¡°Los asaltantes entraron y empezaron a disparar en la pista frente al escenario, m¨¢s o menos debajo de donde me encontraba¡±, recuerda en una conversaci¨®n telef¨®nica. Confuso, su primera reacci¨®n fue correr hasta las escaleras para bajar huyendo, pero pens¨® que ser¨ªa m¨¢s seguro permanecer arriba mientras los yihadistas siguiesen con su carnicer¨ªa abajo. Entonces se dirigi¨® de vuelta a su sitio, sin imaginar que, mientras tanto, dos de los tres asaltantes hab¨ªan subido por la escalera opuesta. ¡°?ramos cuatro o cinco y los terroristas se dirig¨ªan hacia nosotros con Kal¨¢shnikov. Nos dijeron: ¡®No os vamos a matar, venid con nosotros¡±.
Los yihadistas reunieron a una docena personas en un rinc¨®n del primer piso y les dieron un breve discurso: ¡°Somos el Estado Isl¨¢mico. Estamos aqu¨ª para vengar a nuestras mujeres y nuestros hijos en Siria, que reciben las bombas lanzadas por su presidente. Ahora vais a vivir la angustia que vivimos a diario¡±. Durante todo ese tiempo St¨¦phane oy¨® c¨®mo se mov¨ªa un tercer hombre en la planta baja, hasta que se produjo una explosi¨®n cerca del escenario. ¡°Creo que es en ese momento que entr¨® un polic¨ªa y mat¨® al terrorista que se hab¨ªa quedado abajo¡±. Se refiere al agente que sobre las diez de la noche consigui¨® entrar en la sala y dispar¨® al asaltante, cuyo cintur¨®n explosivo deton¨®.
Los dos terroristas restantes se llevaron entonces a los rehenes a un pasillo que quedaba entre la puerta a la balconada y dos ventanas que daban a una callejuela por la que minutos antes hab¨ªan tratado de huir varias personas. Los terroristas colocaron a un par de rehenes contra la puerta con instrucci¨®n de contar lo que o¨ªan. ¡°Dec¨ªan que se escuchaban gemidos de heridos pidiendo auxilio. A los terroristas les hac¨ªa gracia y contestaban que estaban sufriendo como sus mujeres y sus hijos en Siria¡±. Asomados a las ventanas colocaron a otros rehenes por si ve¨ªan venir a la polic¨ªa, entre ellos St¨¦phane. ¡°Si no avis¨¢bamos amenazaban con tirarnos por la ventana o dispararnos en la nuca¡±, cuenta. A otra persona la pusieron junto a la escalera. A todos, les ordenaban que gritasen a las fuerzas de seguridad que los terroristas amenazaban con matarles y con detonar sus cinturones explosivos.
Secuestro en una ventana
St¨¦phane pas¨® las dos horas y media que dur¨® la toma de rehenes en una ventana, ¡°intentado no cruzar la mirada [con los kamikazes], ser lo m¨¢s transparente posible¡±. Solo ve¨ªa el apartamento de enfrente donde se hab¨ªan dejado una televisi¨®n encendida y la calle desierta. ¡°Esos hombres estaban muy exaltados. No ten¨ªan miedo a morir y parec¨ªan satisfechos de lo que hab¨ªan hecho¡±, cuenta.
St¨¦phane tiene la impresi¨®n de que s¨®lo la primera parte del atentado-la irrupci¨®n en la sala y la matanza indiscriminada- estuvo planificada. El resto fue improvisado. En un momento dado, uno de los asaltantes pregunt¨® al otro si deb¨ªan llamar a una persona cuyo nombre St¨¦phane no recuerda. Su pareja le contest¨® que no. Los terroristas no llevaban tel¨¦fono y usaban los de los rehenes. Les ordenaron llamar a varias televisiones pero no encontraron el n¨²mero. Incluso el momento de entregarle un n¨²mero de tel¨¦fono a los polic¨ªas fue una opereta llena de giros ¡°surrealistas¡± y ca¨®ticos, nada preparado. Los agentes de la brigada de intervenci¨®n (BRI), ya en la sala pero sin comenzar el asalto, les pidieron un n¨²mero para negociar. ¡°De todas formas, en las pocas conversaciones que tuvieron con los negociadores s¨®lo repet¨ªan que ten¨ªan rehenes y explosivos y que matar¨ªan a todo el mundo¡±.
Despu¨¦s de una espera interminable, lleg¨® el asalto. ¡°O¨ª un disparo que ven¨ªa del interior [de la sala] y que creo que traspas¨® la puerta¡±, recuerda. Entonces se apagaron las luces y los rehenes empezaron a gritar a las fuerzas de asalto colocadas del otro lado que no dispararan. Los terroristas corrieron hacia el extremo contrario del pasillo llev¨¢ndose con ellos a los retenidos. Los agentes entraron y ¡°lanzaron primero granadas ensordecedoras. Me ech¨¦ al suelo acurrucado. La tercera granada me cay¨® a los pies y con el fogonazo vi a uno de los terroristas a 80 cent¨ªmetros de m¨ª¡±, relata. ¡°Ten¨ªa un Kal¨¢shnikov en una mano, con el que disparaba a los BRI, y el detonador en la otra. No s¨¦ por qu¨¦ no lo activ¨® en ese momento. Es un misterio¡±.
Los kamikazes salieron corriendo hacia las escaleras perseguidos por los agentes. Uno de ellos tard¨® lo suficiente en detonar su cintur¨®n explosivo como para que el asalto se saldara sin v¨ªctimas adicionales. St¨¦phane y sus compa?eros escaparon por la puerta que daba a la sala. ¡°All¨ª los agentes me arrancaron los botones de la camisa para verificar que no llevaba explosivos¡±, recuerda. Cruzaron la balconada para llegar a las escaleras que daban a la entrada. Abajo, en la pista principal, se amontonaban los cad¨¢veres. ¡°Nos dijeron que no mir¨¢ramos y claro, lo hicimos. Era atroz¡±.
Cuanto m¨¢s veces repite su historia, m¨¢s tiene la sensaci¨®n de que habla de otra persona. ¡°Como si contara una pel¨ªcula con Bruce Willis¡±, dice. La psic¨®loga le ha explicado que es un mecanismo de defensa normal, de disociaci¨®n ante unos acontecimientos que parecen irreales y dif¨ªciles de asimilar.
El mi¨¦rcoles St¨¦phane volvi¨® al trabajo. ¡°Necesitaba regresar a una din¨¢mica positiva, y dejar de seguir toda aquella informaci¨®n en los medios de comunicaci¨®n¡±, explica. De vuelta a la oficina, sin embargo, se enter¨® que un antiguo compa?ero hab¨ªa muerto en el atentado. Consigue dormir un poco gracias a los ansiol¨ªticos, pero su compa?era dice que pasa las noches agitadas y ¨¦l siente que se despierta cansado. Tras una primera entrevista con un psic¨®logo de urgencia ha encontrado una cerca casa con la que se siente c¨®modo. Su pr¨®xima cita es dentro de diez d¨ªas. Mientras, intenta volver a ponerse en contacto con otros rehenes con la esperanza de un d¨ªa lograr entender qu¨¦ les ocurri¨® aquella noche en el Bataclan.
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