Una segunda oportunidad para yihadistas arrepentidos
Arabia Saud¨ª defiende la rehabilitaci¨®n de los condenados por terrorismo islamista
?Es posible desradicalizar a un yihadista y que se integre de nuevo en la sociedad? Arabia Saud¨ª asegura que s¨ª y muestra con orgullo el resultado de una d¨¦cada de trabajo en su Centro Mohamed Bin Nayef de Asesoramiento y Atenci¨®n. ¡°Me han dado una segunda oportunidad¡±, declara visiblemente satisfecho Khalid al Johari, quien antes de su paso por esa instituci¨®n se code¨® con Osama Bin Laden, Ayman el Zawahiri o Abu Musab al Zarqaui. Este retornado de Guant¨¢namo fue uno de los primeros beneficiarios del programa de reinserci¨®n.
En un momento en el que el radicalismo del Estado Isl¨¢mico (ISIS) vuelve actuar como im¨¢n para miles de musulmanes en todo el mundo, las autoridades saud¨ªes consideran que su experiencia puede ayudar a disuadirles. Al igual que hoy muchos j¨®venes se conmueven ante los conflictos en Irak y Siria, a Al Johari le toc¨® el coraz¨®n la guerra de Bosnia. Ten¨ªa 20 a?os y ¡°quer¨ªa ayudar a los hermanos musulmanes all¨ª¡±. Los acuerdos de Dayton (1995) le cerraron el camino y termin¨® en Afganist¨¢n.
¡°Sent¨ªa que ten¨ªa que hacer algo; as¨ª que me un¨ª a la yihad¡±, recuerda frente a una taza de t¨¦ en el recibidor del Centro. Dada su formaci¨®n como electricista, Al Johari se ocup¨® de preparar a los nuevos reclutas en la fabricaci¨®n de detonadores explosivos por control remoto. ¡°No me siento orgulloso de lo que hice¡±, se?ala antes de precisar que le han borrado todo aquello de su cabeza. Pero no es de eso de lo que quiere hablar, sino de c¨®mo a los dos a?os de unirse a Al Qaeda empez¨® a sentirse atrapado.
¡°Quer¨ªa volver a Arabia Saud¨ª, pero la perspectiva de que me encarcelaran y torturaran me echaba para atr¨¢s¡±, afirma. Fue un alivio cuando las fuerzas estadounidenses le detuvieron en Tora Bora en 2002. ¡°Me permiti¨® reflexionar, despu¨¦s de a?os de solo pensar en huir y me di cuenta de que la alternativa era la vida¡±. Y perfeccionar su ingl¨¦s. Esa actitud contribuy¨® sin duda a que fuera repatriado en 2005. Pas¨® un a?o entre la c¨¢rcel y el programa de reinserci¨®n. ¡°No me esperaba la ayuda que encontr¨¦, y eso que entonces este lugar no era lo que es ahora¡±, subraya.
?Desviaci¨®n intelectual o radicalismo religioso?
¡°Nuestro programa busca la rehabilitaci¨®n intelectual del individuo porque nos enfrentamos a un problema ideol¨®gico, que est¨¢ tras el delito de terrorismo¡±, expone Abu Mugaid. El Centro parte de la premisa de que en la mente de los terroristas se ha producido una ¡°desviaci¨®n¡± de las ¡°ideas aceptadas por [su] cultura, religi¨®n y valores¡±. El responsable insiste tanto en el car¨¢cter ¨²nico de la experiencia, como en su continua evaluaci¨®n con criterios cient¨ªficos. Para ello cuentan con crimin¨®logos, psic¨®logos, ulemas e incluso un profesor de arte.
Abu Mugaib, como el resto de los especialistas que le acompa?an, rechaza que la interpretaci¨®n rigorista del islam que prevalece en Arabia Saud¨ª tenga nada que ver que con el terrorismo. "Todos los delincuentes tienen alguna excusa", responde cuando le menciono que los propios yihadistas se reclaman musulmanes. "El terrorismo no es cosa de un pa¨ªs o una religi¨®n", subraya en consonancia con la l¨ªnea oficial, "pero es cierto que esa gente tergiversa el islam para reclutar en Europa y Asia, por eso hemos elaborado una enciclopedia en la que desmontamos esas distorsiones".
Poco antes, el responsable de investigaci¨®n del Centro, Yahya Abu Mugaid, ha mostrado las instalaciones, con m¨¢s aspecto de peque?o campus universitario que de prisi¨®n, que se inauguraron en 2007. Hay aulas para las clases de islam, historia o pintura, biblioteca, salas de televisi¨®n, canchas de deporte, piscina¡ ¡°No es una c¨¢rcel, es un paso intermedio entre esta y la calle¡±, se?ala, pero los residentes no pueden salir sin permiso y para acceder al recinto hay un control de seguridad. Adem¨¢s, todos los condenados por delitos de terrorismo deben pasar un m¨ªnimo de tres meses all¨ª antes de reincorporarse a la sociedad.
Al concluir su estancia, y previa evaluaci¨®n, reciben 10.000 riales (2.500 euros) iniciales y una ayuda mensual de 3.000 riales durante los primeros seis meses. Tambi¨¦n les dan apoyo psicol¨®gico a ellos y sus familias. El objetivo es evitar que vuelvan a coger las armas. Al Johari, un hombre sonriente al que cuesta imagin¨¢rselo de como terrorista, cuenta que ha logrado rehacer su vida, se cas¨® y tiene cuatro hijos y ¡°un buen trabajo¡±.
Aunque el Centro depende del Ministerio del Interior y su director es un general, no se ven polic¨ªas dentro. Tampoco ¡°beneficiarios¡±, como denominan a los ingresados. ¡°A esta hora [las nueve de la noche] est¨¢n todos en sus habitaciones, adem¨¢s no les gusta que les expongamos a los medios¡±, justifica Abu Mugaid. Solo 30 de sus 200 plazas est¨¢n ocupadas en la actualidad. En la sucursal de Yeddah hay otros 40 internos. Adem¨¢s, est¨¢n proyectadas otras cuatro extensiones.
A Badr al Enezi, cuya t¨²nica corta y pa?uelo sin cord¨®n revelan como un musulm¨¢n rigorista, su internamiento le ha servido para convertirse en imam y profesor de islam. ¡°Vienen muchos j¨®venes a pedirme consejo; uso mi experiencia para explicarles que si van [a hacer la yihad] solo servir¨¢n a intereses extranjeros y dar¨¢n una mala imagen de nuestra religi¨®n y nuestro pa¨ªs¡±, defiende.
?Resulta m¨¢s atractivo ese discurso que los v¨ªdeos gore y las agresivas campa?as del ISIS en las redes sociales? En la d¨¦cada que lleva en funcionamiento, han pasado por el Centro 3.123 hombres (aunque tambi¨¦n ha dado apoyo a una treintena de mujeres fuera del recinto), incluidos 121 retornados de Guant¨¢namo como Al Johari, a los que Abu Mugaid considera ¡°delincuentes de alto riesgo¡±. De acuerdo con sus estad¨ªsticas, el 85 % de ellos se han reinsertado con ¨¦xito. Analistas extranjeros apuntan que la mayor¨ªa de los ¡°graduados¡± no pertenecieron al n¨²cleo duro del yihadismo, ni fueron condenados por delitos de sangre.
¡°La cuesti¨®n es qu¨¦ hubi¨¦ramos hecho si no existiera este Centro¡±, plantea Al Johari antes de despedirse. ?l est¨¢ convencido de que hubiera terminado en Irak, donde su amigo Al Zarqawi ya dirig¨ªa la rama de Al Qaeda en Irak de la que m¨¢s tarde surgir¨ªa el ISIS.
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