Acusados 13 militares de Guatemala de violar derechos humanos
Uno de los detenidos es el general retirado Benedicto Lucas Garc¨ªa, de los oficiales m¨¢s destacados en la guerra de guerrillas
A pocos d¨ªas de que se reinicie, a puerta cerrada, el nuevo juicio por genocidio contra el exdictador Efra¨ªn R¨ªos Montt, previsto para el lunes 11 de enero, 13 militares acusados de desaparici¨®n forzada y otros delitos de lesa humanidad fueron capturados ayer en la capital guatemalteca y en la norte?a provincia de Alta Verapaz. Entre los detenidos destaca el general retirado Benedicto Lucas Garc¨ªa, uno de los oficiales m¨¢s emblem¨¢ticos de la guerra de guerrillas que ensangrent¨® a Guatemala entre 1960 y 1996.
Benedicto, como es conocido para diferenciarlo de su hermano Fernando Romeo, presidente de Guatemala entre 1978 y 1982, alcanz¨® notoriedad durante esta administraci¨®n, cuando fue nombrado jefe del Estado Mayor General del Ej¨¦rcito, en el momento hist¨®rico en el que la guerrilla tuvo la mayor posibilidad de hacerse con el poder en Guatemala. El contexto geopol¨ªtico era, adem¨¢s, el apropiado. Tras el salvaje asalto de la polic¨ªa a la Embajada de Espa?a, el 31 de enero de 1980, y los crecientes abusos de los uniformados en contra de la poblaci¨®n civil, el gobierno luquista se convirti¨® en un paria de la comunidad internacional, al extremo de que Estados Unidos le quit¨® todo tipo de ayuda. As¨ª las cosas, el plan de la insurgencia era declarar "territorio liberado" a siete u ocho provincias del Altiplano ind¨ªgena, bajo su dominio.
En ese contexto, una etapa calificada por los informes sobre la memoria hist¨®rica como una de las m¨¢s brutales de la guerra, Benedicto Lucas, formado en la escuela francesa, tom¨® sobre sus hombros la "responsabilidad de librar a Guatemala de la agresi¨®n comunista", de acuerdo a la mentalidad militar. "Me puse a la cabeza de oficiales y tropa. El objetivo era controlar personalmente que no se cometieran abusos", dijo Benedicto en mayo de 2013.
Metralleta en mano
Su estrategia dio los resultados esperados. La insurgencia fue cediendo terreno en el Altiplano, su zona de mayor presencia. Benedicto sol¨ªa invitar a periodistas para que lo acompa?aran en sus operativos. Paracaidista, sol¨ªa lanzarse del helic¨®ptero antes de que este aterrizase y cuando la prensa bajaba de la aeronave, era com¨²n verlo, metralleta en mano, dando ¨®rdenes a los soldados.
Benedicto, para los sectores conservadores un h¨¦roe, para organizaciones humanitarias un militar sanguinario, asume su responsabilidad, aunque niega que haya cometido abusos.
"Si mat¨¦ a alguien, fue en combate", suele repetir, para a?adir que dar¨¢ la cara en tribunales cuando se le requiera. "No le tengo miedo a la autoridad. En el momento en que me llamen, con mucho gusto acudir¨¦ a los tribunales, y si me mandan a la c¨¢rcel, ir¨¦ tambi¨¦n con mucho gusto", dijo hace casi tres a?os. Ahora, a los 84 a?os, est¨¢ ante los jueces.
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