Arm¨¢ndose con las Naciones Unidas
La misi¨®n de la ONU en el proceso de paz es una decisi¨®n soberana de los colombianos
El Consejo de Seguridad de la ONU ya decidi¨® por unanimidad dar el paso en funci¨®n de lo que los colombianos concordaron d¨ªas antes: participar en un ¡°mecanismo tripartito de monitoreo y verificaci¨®n del acuerdo sobre el cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo y la dejaci¨®n de las armas¡±. Ese ¡°mecanismo¡± consistir¨ªa, como se dispuso en el acuerdo, en ¡°una misi¨®n pol¨ªtica de la ONU integrada por observadores de pa¨ªses miembros de la CELAC¡± a ser creada por el Consejo de Seguridad. La Resoluci¨®n del Consejo establece que el Secretario General debe iniciar los preparativos ¡°de inmediato¡±.
Esto tiene tremenda importancia por tres razones fundamentales. La primera es que este acuerdo, que conduce a la participaci¨®n de una misi¨®n de la ONU como tercero-neutral, obedece a una decisi¨®n soberana de los colombianos destinada a reforzar la decisi¨®n de los mismos colombianos. No es, pues, una decisi¨®n unilateral del Consejo de Seguridad de la ONU o, mucho menos, una imposici¨®n. Esto tiene la m¨¢xima importancia cualitativa: sobre la base de la ruta de paz ¡ªmarcada por los colombianos¡ª se busca asegurar la llegada a la meta con el concurso de la ONU con sus ¡°observadores no armados¡±.
La segunda es que la experiencia internacional ha demostrado que para garantizar un cese al fuego, terminar efectivamente las hostilidades as¨ª como para asegurar el pleno cumplimiento de los t¨¦rminos del conjunto de acuerdos de paz, la verificaci¨®n en el terreno por las Naciones Unidas ha demostrado ser tremendamente eficaz en pr¨¢cticamente todos los casos.
Interesa a los colombianos y colombianas, pero tambi¨¦n a toda la regi¨®n, que los acuerdos para la paz se cumplan plenamente
Viv¨ª de cerca el proceso de verificaci¨®n ¡ªmilitar y pol¨ªtica¡ª por la ONU en El Salvador en la d¨¦cada de los noventa. La pr¨¢ctica de esa experiencia exitosa de terminaci¨®n de la guerra y de tr¨¢nsito a la paz demostr¨® la tremenda utilidad de una verificaci¨®n por la ONU de los acuerdos no s¨®lo sobre temas militares y policiales sino de derechos humanos, reinserci¨®n de excombatientes y dem¨¢s. La soberan¨ªa de las autoridades y sus instituciones no s¨®lo no estuvo nunca en cuesti¨®n, sino que salieron fortalecidas para cuando la misi¨®n de la ONU termin¨® sus funciones en 1995.
La tercera es que en este caso el Gobierno y las FARC han concordado en que la misi¨®n debe estar integrada por nacionales de la CELAC, es decir, nacionales de Latinoam¨¦rica y el Caribe. No creo que haya chauvinismo en tal planteamiento, sino la leg¨ªtima expectativa de que las coincidencias culturales, hist¨®ricas ¡ªy hasta ling¨¹¨ªsticas¡ª pueden ayudar a una mejor vertebraci¨®n de la ONU con la realidad colombiana.
Alentador signo de los tiempos que se asuma como viable una misi¨®n internacional integrada por latinoamericanos. Esto hubiera sido impensable en la d¨¦cada de los noventa. Entonces la institucionalidad latinoamericana se encontraba muy distante de los desarrollos democr¨¢ticos de los siguientes a?os que ahora prevalecen. Una regi¨®n b¨¢sicamente despejada de violaciones masivas y sistem¨¢ticas de derechos humanos y en la que se ha consolidado la democracia electoral puede aportar contingentes de observadores para la paz.
Lo ya definido para garantizar el cese al fuego y la dejaci¨®n de armas perfectamente podr¨ªa imaginarse tambi¨¦n para otros aspectos de los acuerdos que los propios colombianos identifiquen. Ese acompa?amiento internacional, por ejemplo, podr¨ªa ser tremendamente ¨²til en acuerdos sobre asuntos civiles sensibles como los de justicia y reparaci¨®n a las v¨ªctimas cuyo cumplimiento es esencial para asegurar la paz. El acuerdo sobre v¨ªctimas, por ejemplo, establece la necesaria coordinaci¨®n entre la dejaci¨®n de armas y la reinserci¨®n con el ¡°acceso efectivo a la amnist¨ªa¡± (parr. 38).
Interesa a los colombianos y colombianas, pero tambi¨¦n a toda la regi¨®n, que los acuerdos para la paz se cumplan plenamente; de ello saldr¨¢ fortalecida la sociedad colombiana, su rica institucionalidad y, por cierto, su propia soberan¨ªa.
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