Hillary contra qui¨¦n
La campa?a deber¨¢ responder a las preguntas de si es Trump imparable y la presidencia Clinton inevitable
El lunes arranca el mayor espect¨¢culo pol¨ªtico del mundo: la campa?a presidencial de Estados Unidos, en la que todo es excesivo. Para empezar, su duraci¨®n, casi un a?o, y el ingente dinero empleado, 5.000 millones de d¨®lares, para conocer qui¨¦n suceder¨¢ a Obama en la Casa Blanca. Un circo de varias pistas, producido por y para la televisi¨®n, en el que la personalidad de los candidatos importa m¨¢s que los relatos pol¨ªticos. Comienza el descarte para la elecci¨®n del martes 8 de noviembre.
Con los caucus en el peque?o estado agr¨ªcola de Iowa, tres millones de habitantes; reuniones de vecinos que votan en domicilios privados o locales sociales. Un estado poco representativo de EE UU ya que el 94% de sus habitantes son blancos, cuando la media nacional es el 77%. Este a?o la demograf¨ªa ser¨¢ determinante. El pa¨ªs es m¨¢s mestizo, lo que produce ansiedad a la mayor¨ªa blanca. Sin una coalici¨®n con fuerte representaci¨®n de las minor¨ªas: hispana, negra y asi¨¢tica, es impensable lograr la presidencia.
La campa?a deber¨¢ dar respuesta a una doble pregunta. ?Es Donald Trump imparable? ?La presidencia de Hillary Clinton es inevitable? El tono hipotenso de la sociedad estadounidense, a pesar de la recuperaci¨®n econ¨®mica y un envidiable pr¨¢ctico pleno empleo, explica en primer lugar por qu¨¦ un populista, un billonario bocazas, con un discurso anti ¨¦lites, que no ha ocupado nunca un puesto electivo, mantenga a¨²n la cabeza de la carrera al frente de los republicanos. Para desesperaci¨®n de sus dirigentes, que creen que es ineligible en noviembre.
Los candidatos insurgentes, en el campo republicano tambi¨¦n el senador por Tejas, Ted Cruz, ultraconservador ba?ado por la fe evang¨¦lica, y, entre los dem¨®cratas, Bernie Sanders, el socialdem¨®crata que se reclama socialista, concepto obsceno en EE UU, conectan con una clase media pesimista laminada por la recesi¨®n econ¨®mica. Indignada con el estado de cosas existente y que ya no vivir¨¢ el sue?o americano de oportunidades y ascenso social. Viven de este potente manantial de frustraci¨®n, y tambi¨¦n del miedo a la inmigraci¨®n, al terrorismo, y a la p¨¦rdida de poder mundial de EE UU.
Sorprende el ascenso de Sanders, 74 a?os, un viejo rockero de la izquierda que en EE UU nunca ha germinado. Atrae a los j¨®venes de la revoluci¨®n milennial, nacidos despu¨¦s de 1980, que saben que vivir¨¢n peor que sus padres. A los que ofrece una educaci¨®n universitaria gratuita y una sanidad p¨²blica universal al estilo europeo, que sostendr¨ªa con impuestos sobre las transacciones financieras. Irrealizable.
Nadie piensa que Sanders lograr¨¢ la nominaci¨®n pero ha logrado cambiar el debate pol¨ªtico. Emociona frente a la frialdad y a la escasa empat¨ªa que demuestra la ex secretaria de Estado. Hillary ofrece experiencia pero no excita. Provoca desconfianza, destila un aroma de pasado. Pierde entre los j¨®venes, pero su cortafuegos lo constituyen los negros y los latinos. Lo tendr¨ªa m¨¢s dif¨ªcil si en noviembre la batalla final es contra un candidato de otra generaci¨®n, por ejemplo el senador Marco Rubio, para algunos el Obama republicano. Todo es aun posible, comienza la cuenta atr¨¢s.
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