Rep¨²blica de la fragilidad alemana

Los europeos no podemos quitar los ojos de Alemania. Ante todo, porque est¨¢ ah¨ª en mitad del continente. Nadie tiene fronteras con tantos pa¨ªses. Luego por la historia, ese fardo sin remisi¨®n que tanto pesa en la conciencia alemana: solo la canciller Angela Merkel, con su pol¨ªtica de principios sobre los refugiados ha empezado a aliviarlo, aunque habr¨¢ que ver en qu¨¦ termina. Finalmente, por la desproporci¨®n de tama?o en demograf¨ªa, territorio, econom¨ªa...

Las noticias que llegan de Alemania nos afectan a todos, incluso a los despistados espa?oles enzarzados en peleas sobre titiriteros anarquistas. En muchos casos directamente, aunque por el momento no les hagamos mayor caso. La presi¨®n del mill¨®n de refugiados que llegaron a tierra alemana en 2015 terminar¨¢ desembocando tambi¨¦n en Espa?a, con cuotas pactadas o sin ellas. Como tambi¨¦n desembocar¨¢ en un momento u otro, el esc¨¢ndalo de la Nochevieja, cuando centenares de mujeres fueron asaltadas, robadas y vejadas sin que la polic¨ªa ni los medios atendieran de entrada a las sospechas sobre la identidad de los atacantes.

Eso es as¨ª porque Alemania pesa mucho y porque la Uni¨®n Europea pesa poco. Desde Berl¨ªn hay que resolver, en principio solo para los alemanes, lo que desde Bruselas no se puede o no se sabe resolver para el conjunto de los europeos. A veces el defecto es redundante y especialmente peligroso: para el prestigio de Alemania y para el de la UE. Este es el caso del fraude de Volkswagen: desde la firma de Wolfsburg se ide¨® un carburador que contaminaba m¨¢s con los coches en marcha de lo que se pod¨ªa detectar cuando se hallaban parados en la inspecci¨®n. Al insulto se ha a?adido la injuria cuando se ha sabido que la Comisi¨®n Europea permiti¨® pr¨¢cticas similares con siete marcas europeas de distintos pa¨ªses nada menos que desde 2007.

El caso Volkswagen no es ¨²nico, pero expresa muy bien la fragilidad de las marcas de excelencia alemanas, expuestas a la misma erosi¨®n que las de cualquier otro pa¨ªs europeo o americano. Recordemos el accidente de Germanwings, debido a la enfermedad mental de un piloto suicida que no fue detectado. Este martes el presidente del Deutsche Bank, primera instituci¨®n bancaria alemana, tuvo que salir al paso de los rumores se?alando que es ¡°s¨®lido como una roca¡±. Queda lejos aquella imagen de precisi¨®n, eficacia, rigor y laboriosidad, que correspond¨ªa a la etapa de la Rep¨²blica de Bonn. La Alemania unificada se hizo m¨¢s latina e informal. Pero el suspiro de alivio qued¨® pronto compensado por su peso excesivo, ya con Merkel. Especialmente durante la Gran Recesi¨®n, esa larga crisis econ¨®mica y financiera en la que vimos un rostro alem¨¢n ego¨ªsta y ensimismado, cada vez m¨¢s ajeno y ausente respecto a los sufrimientos de los otros europeos.

Este martes vimos las im¨¢genes de los vagones descarrilados junto al canal de Mangfall, en Bad Aibling, tras un choque frontal, ?en una v¨ªa ¨²nica! Una m¨¢s en la estampa de extrema fragilidad alemana y europea que nos devuelve un d¨ªa tras otro la actualidad.