El ¡®tour¡¯ de la cleptocracia
Un autob¨²s tur¨ªstico, organizado por opositores rusos, muestra fabulosas mansiones de Londres adquiridas con dinero turbio
Hay mil maneras de ver Londres, y la oferta se acaba de enriquecer con una ins¨®lita iniciativa que resulta reveladora para comprender en qu¨¦ se ha convertido esta capital global en el siglo XXI.
Un se?or de cart¨®n, tama?o natural, flanquea la puerta del autob¨²s negro que se dispone a bucear un par de horas en las cloacas doradas de la corrupci¨®n mundial. Los pasajeros reciben un tablero de Monopoly salpicado con nombres rusos y fotos de casas. El primer gu¨ªa coge el micr¨®fono: ¡°Bienvenidos al tour de la Cleptocracia¡±. Abr¨®chense el cintur¨®n.
El se?or de cart¨®n, explica el gu¨ªa, es Igor Shuvalov, vice primer ministro ruso. ¡°A su derecha¡±, se?ala, ¡°los apartamentos que Shuvalov y su esposa, a trav¨¦s de una empresa intermediaria, compraron en 2014¡±. ¡°La adquisici¨®n coincidi¨® en el tiempo con la crisis de Ucrania¡±, apunta el gu¨ªa, ¡°cuando se pidi¨® a los rusos que se apretaran el cintur¨®n¡±. El valor de la compra fue de 14,6 millones de euros, cien veces el salario anual oficial del funcionario. ¡°La historia de Ivan Shuvalov¡±, asegura, ¡°es la quintaesencia de la Rusia moderna¡±.
Los gu¨ªas del tour de la Cleptocracia ¨Co el poder de los ladrones- tienen pedigr¨ª. El del primer tramo es Vlad¨ªmir Ashurkov, l¨ªder de la oposici¨®n rusa en el exilio. Tras ¨¦l, se turnar¨¢n ante el micr¨®fono periodistas, escritores y activistas que se han dedicado a investigar c¨®mo el mercado inmobiliario de Londres se ha convertido en un lavadero mundial de dinero turbio. El autob¨²s ha sido alquilado por opositores rusos para situar el problema en la agenda pol¨ªtica brit¨¢nica. Para tratar de que los londinenses no convivan c¨®modamente con el hecho de que su ciudad se ha convertido en un eslab¨®n clave de la corrupci¨®n global. Para que la advertencia de David Cameron a los corruptos -¡°Reino Unido no es el lugar para almacenar vuestro dinero sucio¡±- no se quede en un mero eslogan electoral.
¡°Cada a?o un bill¨®n de d¨®lares deja los pa¨ªses pobres y acaba en los ricos, especialmente en Londres, que es la capital de la corrupci¨®n en el siglo XXI¡±, explica el escritor Ben Judah. ¡°Es el dinero que deber¨ªa estar nutriendo los servicios p¨²blicos de un pa¨ªs que lo necesita. Una maquinaria del pillaje, compuesta por banqueros, abogados y agentes inmobiliarios brit¨¢nicos, permite que ese dinero acabe aqu¨ª. Eso es malo para este pa¨ªs: distorsiona el mercado inmobiliario, quebranta el imperio de la ley y permite que estos corruptos compren su acceso al establishment. Es el colapso de nuestra reputaci¨®n internacional. Debemos lograr que se proh¨ªba comprar propiedades an¨®nimamente en Reino Unido¡±.
Una de cada 10 viviendas del centro de Londres pertenece a compa?¨ªas extranjeras, seg¨²n Roman Borisovich, uno de los organizadores del tour. Propiedades inmobiliarias por valor de 122.000 millones de libras est¨¢n en manos de empresas tapaderas. Y mientras tanto, los precios de la vivienda expulsan a los trabajadores del centro de la ciudad.
El autob¨²s pasa ahora por Blegrave Square, popularmente conocido como la plaza roja, en un gui?o al origen de sus millonarios vecinos. El n¨²mero 5, explican, es del magnate metal¨²rgico Oleg Deripaska. Un poco m¨¢s abajo, las dos casas adyacentes de Roman Abramovich, presidente del Chelsea. Y varios pisos del n¨²mero el 26 pertenecieron a Boris Berezovsky. El fallecido oligarca, que compr¨® propiedades en Kensington Palace Gardens en 1995, ¡°simboliza el inicio de todo esto¡±, explica Mark Hollingsworth, autor de un popular libro con el inequ¨ªvoco t¨ªtulo de Londongrado.
Al final llega la joya de la corona. La mansi¨®n de Witanhurst, en Highgate, la segunda vivienda m¨¢s grande de Londres despu¨¦s del palacio de Buckingham. El misterio rode¨® a la propiedad de este palacio de m¨¢s de 60 habitaciones, mientras se constru¨ªa bajo ¨¦l una mundo subterr¨¢neo de 3.800 metros cuadrados, con piscina, p¨¢rking para 25 coches y sala de cine. Los gremios involucrados en la fara¨®nica obra, a¨²n inconclusa, firmaron contratos vitalicios de confidencialidad. Pero una investigaci¨®n del New Yorker el a?o pasado revel¨® que su propietario era Andrei Guriev, magnate de los fertilizantes y, hasta hace poco, senador ruso.
Al otro lado de la calle, Alasdair Douglas, vecino de 62 a?os, vuelve de pasear con su labrador negro. ¡°Ha quedado muy bonito, y prefiero esto que un centro de conferencias, mantiene el car¨¢cter residencial de la zona¡±, opina. ¡°Est¨¢ bien que cualquiera pueda venir y comprarlo. Es lo que hace de Londres un lugar cosmopolita y maravilloso¡±.
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