Cuando veas una pelea justa, toma partido
Los detalles de un complicado acuerdo en Bruselas no importan cuando lo que est¨¢ en juego es el futuro de dos grandes uniones pol¨ªticas
Acaba de comenzar una nueva batalla de Inglaterra. De su resultado depender¨¢ el futuro de dos uniones: Reino Unido y la Uni¨®n Europea. Si los ingleses aprueban abandonar la UE, los escoceses votar¨¢n s¨ª a abandonar el Reino Unido. Dejar¨¢ de haber Gran Breta?a. Y la conmoci¨®n del Brexit en un continente ya acosado por muchas otras crisis puede marcar el principio del fin de la Uni¨®n Europea.
Por eso, sean ustedes brit¨¢nicos o no, si les importan Gran Breta?a o Europa, y a¨²n m¨¢s si le importan Gran Breta?a y Europa, les pido que se unan a esta noble pelea. La negociaci¨®n en Bruselas fue dura, y desde luego no un punto de partida positivo, pero todav¨ªa est¨¢ todo en juego. Los europeos continentales suelen pensar que Inglaterra, en el fondo, siente una hostilidad incorregible hacia Europa. No es verdad. Desde hace d¨¦cadas, las encuestas m¨¢s fiables revelan que existe una amplia franja de indecisos sobre la UE. Pas¨® en el refer¨¦ndum de 1975, en el que muchos noes se convirtieron en s¨ªes, y sigue pasando hoy. El 42% de los que dicen que van a votar s¨ª o no a?aden que puede que cambien su voto.
Una peculiaridad de este refer¨¦ndum es que pueden votar los ciudadanos de la Commonwealth, pero no los franceses, italianos y alemanes que llevan viviendo aqu¨ª muchos a?os y que se juegan mucho m¨¢s. Pero todo el mundo, aunque no tenga voto, s¨ª tiene voz. Y les pido que la levanten, en el pub, en la oficina, en casa de sus amigos.
He aqu¨ª algunos argumentos que pueden utilizar. En primer lugar, los detalles del acuerdo no son lo m¨¢s importante. Hace meses, cuando Cameron dio a conocer su programa de negociaci¨®n, qued¨® claro que no se trataba de redefinir por completo la relaci¨®n de Gran Breta?a con la UE. Tampoco va a haber de pronto una Europa reformada. En eso, los euroesc¨¦pticos tienen raz¨®n: las demandas de Cameron no eran para tanto, y lo que ha conseguido es a¨²n menos. Pero ser¨ªa una locura dejar que nuestro futuro econ¨®mico y pol¨ªtico para las pr¨®ximas d¨¦cadas dependiera del detalle de un freno de emergencia en las prestaciones para los inmigrantes.
Dejar la UE entra?a m¨¢s riesgos que permanecer. Eso es incontestable. Sabemos c¨®mo estamos dentro de la UE. No sabemos c¨®mo estar¨ªamos fuera.
La negociaci¨®n del Brexit ser¨ªa larga y cruenta. Los partidarios de la salida, como Nigel Lawson, quieren que creamos que ser¨ªa f¨¢cil: bastar¨ªa con revocar la Ley de las Comunidades Europeas de 1972 y, de golpe, ser¨ªamos libres. Nuestros socios continentales nos conceder¨ªan un generoso acceso al mercado ¨²nico a trav¨¦s de un acuerdo de libre comercio ¡°que ellos necesitan m¨¢s que nosotros¡±. Seguro. Lean el minucioso an¨¢lisis del antiguo responsable jur¨ªdico de la UE, Jean-Claude Piris, para ver la pesadilla legal que ser¨ªa. Hablen con pol¨ªticos europeos. Lo que acabamos de conseguir en Bruselas es lo m¨¢ximo que est¨¢n dispuestos a conceder para que nos quedemos. Si nos fu¨¦ramos, no habr¨ªa favores.
Muchos de nuestros socios europeos, en privado, nos envidian por estar fuera de Schengen y la mal dise?ada eurozona pero dentro de todo lo que nos interesa. El acuerdo de Bruselas demuestra que nuestros socios han aceptado que, por ahora, los brit¨¢nicos nos quedemos donde estamos. Tenemos lo mejor de los dos mundos.
Fuera de la UE hace fr¨ªo. Cuanto m¨¢s se observa a Noruega o Suiza, menos apetecible resulta su situaci¨®n, y la mayor¨ªa de los empresarios y los sindicalistas no quieren correr el riesgo. La UE ha aprovechado el atractivo de su mercado ¨²nico de 500 millones de consumidores para obtener acuerdos de libre comercio favorables con muchos pa¨ªses. Es absurdo pensar que Reino Unido puede lograr otros mejores por su cuenta. El representante comercial de Estados Unidos, Michael B. Froman, dijo el a?o pasado que no habr¨ªa acuerdo de libre comercio con Gran Breta?a ni inter¨¦s en negociar uno nuevo si se va de la UE.
Estar en la UE contribuye a mantenernos a salvo del terrorismo y el crimen internacional. No lo digo yo, lo dice la ministra conservadora del Interior, Theresa May. Por eso ha mantenido al pa¨ªs en las principales redes europeas de cooperaci¨®n policial y judicial y por eso va a defender la permanencia.
Tambi¨¦n es crucial para la defensa nacional. El m¨¢ximo mando militar brit¨¢nico, el mariscal Lord Bramall, que no es ning¨²n eur¨®filo ingenuo, advierte de que, si nos fu¨¦ramos, ¡°la Europa rota y desmoralizada¡± pondr¨ªa en peligro nuestra seguridad. Si nos quedamos, podremos estar en primera l¨ªnea de una pol¨ªtica exterior que aborde las causas fundamentales de problemas como la afluencia de refugiados de Oriente Pr¨®ximo.
Vlad¨ªmir Putin y Marine Le Pen quieren que nos vayamos. Barack Obama, Angela Merkel y todos nuestros amigos tradicionales, en Europa, Norteam¨¦rica y la Commonwealth, quieren que nos quedemos. Sin comentarios.
El Brexit ser¨ªa un desastre para Irlanda. El ex primer ministro irland¨¦s John Bruton dice que ¡°deshar¨ªa gran parte de lo logrado con el proceso de paz y plantear¨ªa dudas sobre fronteras y acceso al mercado de trabajo¡±. Hay m¨¢s de 380.000 ciudadanos irlandeses viviendo en Gran Breta?a, que podr¨¢n votar, alrededor de 1,8 millones en Irlanda del Norte, y millones de brit¨¢nicos (como yo) con antepasados irlandeses. Si les importa Irlanda, voten por la permanencia.
Escocia se ir¨ªa del Reino Unido. Si eso les importa, voten por la permanencia.
La UE puede cambiarse. Aunque las reformas logradas por Cameron son modestas, existen cada vez m¨¢s voces en pa¨ªses como Alemania que dicen que no hay que ¡°hacerlo a rega?adientes, para que se queden los brit¨¢nicos¡±, sino porque ¡°es necesario reformar la UE¡±. Si el Reino Unido se queda, habr¨¢ m¨¢s presiones reformistas; si se va, habr¨¢ muchas menos.
Casi todos estos argumentos proceden de la prudencia, no de un optimismo visionario. Los euroesc¨¦pticos los tacharan de alarmistas. Supongo que se puede llamar alarmismo a pedir que no nos tiremos de un transatl¨¢ntico, sin salvavidas, en medio de una tempestad fuerza nueve. Pero en realidad no es m¨¢s que sentido com¨²n.
@fromTGA. Timothy Garton Ash es profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular en la Hoover Institution, Universidad de Stanford. Su nuevo libro, Free Speech: Ten Principles for a Connected World, se publicar¨¢ en primavera.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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