El libro en el escondite de El Chapo
Lidiar con la mafia no significa cubrirse de sellos antimafia, sino entender c¨®mo act¨²a
Las proclamas gubernamentales y las declaraciones victoriosas que siguen a las detenciones de criminales ilustres siempre me han hecho reflexionar. Nac¨ª y crec¨ª en el sur de Italia, el pa¨ªs que cuenta con las organizaciones criminales m¨¢s poderosas y peligrosas del mundo y s¨¦ bien que cuando uno de sus jefes es detenido, eso no significa que el Estado haya obtenido una victoria. Cuando un jefe es arrestado es porque se ha vuelto d¨¦bil, es porque otros le han vendido, es para salvarse de una posible ejecuci¨®n, es porque ha decidido colaborar con la justicia, incapaz de soportar ya la clandestinidad. Cuando un jefe es detenido, los que menos deber¨ªan alegrarse por ello son los pol¨ªticos, para no quedar como simples marionetas o, peor a¨²n, como chacales, para no ser objeto de mofa y escarnio. Todav¨ªa recuerdo c¨®mo, durante un programa televisivo m¨ªo de 2010, tras haber explicado la infiltraci¨®n de la 'Ndrangheta en el norte de Italia, el entonces ministro del Interior, Roberto Maroni, de la Liga Norte, exigi¨® intervenir en directo en la transmisi¨®n para leer la lista de superfugitivos arrestados por su Gobierno. Mientras Maroni le¨ªa, a m¨ª me costaba contener la risa ante la idea de que todos aquellos capos hab¨ªa sido detenidos por causas muy alejadas de los posibles m¨¦ritos del ministro o de los de su Gobierno, aparte de haber sido reemplazados antes incluso de ser detenidos.
Cuando un jefe es arrestado es porque se ha vuelto d¨¦bil, es porque otros le han vendido
Lidiar con la mafia no significa cubrirse de sellos antimafia, sino entender c¨®mo esta act¨²a y sobre todo admitir que ya no es posible analizar el segmento militar divorciado del econ¨®mico, que ya no es posible considerar las mafias al mismo nivel que organizaciones dirigidas por personas violentas y sin escr¨²pulos armadas hasta los dientes, sin cultura alguna ni conocimiento acerca de c¨®mo funciona el mundo civilizado. Tratando de esta forma a la mafia y a los mafiosos hemos llegado a la situaci¨®n actual, en la que convivimos con ellos sin ser capaces de reconocerlos, de lo mucho que se parecen a nosotros.
Cuando El Chapo Guzm¨¢n fue detenido el pasado mes de enero, por tercera vez (despu¨¦s de haberse fugado espectacularmente dos veces), el presidente de M¨¦xico, Enrique Pe?a Nieto, se regocij¨® p¨²blicamente en Twitter demostrando que no entiende en absoluto c¨®mo funciona el c¨¢rtel de Sinaloa, uno de los c¨¢rteles criminales m¨¢s poderosos y sanguinarios del mundo. Demostrando que no entiende por qu¨¦ El Chapo ha podido ser detenido esta vez as¨ª como las dos anteriores, ni c¨®mo es que se las apa?¨® para evadirse.
Sin embargo, alguien como yo, que estudia la din¨¢mica de la mafia, pero no forma parte de ninguna organizaci¨®n criminal, alguien como yo, que no puede trabajar como infiltrado, pero puede recopilar fragmentos y tratar de recomponer el conjunto en un marco coherente, sabe que la epopeya de El Chapo Guzm¨¢n deber leerse a trav¨¦s de cada gesto, de cada palabra, de cada se?al. A trav¨¦s de los colores chillones de las camisas que lleva, a trav¨¦s de las mujeres que trata, a trav¨¦s de una ficci¨®n que es m¨¢s real que la realidad.
Un jefe que siga siendo poderoso se mantiene alejado de todo, de los medios de comunicaci¨®n y del cotilleo
Empecemos por decir que a un jefe de verdad no le gusta estar en el candelero. Un jefe de verdad que siga siendo poderoso se mantiene alejado de todo, de los medios de comunicaci¨®n y del cotilleo. A un jefe de verdad le hace falta, al principio de su carrera, ganar cr¨¦dito entre su gente, pero mantenerse invisible para el resto del mundo. Por el contrario, la atenci¨®n de los medios se vuelve necesaria cuando su poder real va menguando. Cuando tiene necesidad de una legitimidad externa al mundo del crimen, cuando apela al mito y a la leyenda, cuando se le hace imprescindible, como al ¨²ltimo de los showman, ver su carota en los quioscos para revitalizar su propia imagen criminal. La entrevista concedida por El Chapo a Sean Penn supone su mayor declaraci¨®n de debilidad, no un pecado de vanidad. Su intenci¨®n de trabajar en una pel¨ªcula que contara su propia historia respond¨ªa a una necesidad empresarial y criminal y no a un deseo de ver glorificadas sus acciones por pura vanagloria. A El Chapo le hac¨ªa falta una nueva visibilidad para reiterar un sencillo concepto: sigo siendo el que manda.
Y el control debe ser integral: nada puede escapar a esta estrategia de comunicaci¨®n. Por eso, cuando me llamaron en plena noche para decirme que hab¨ªa un video, difundido por el diario mexicano El Universal, en el que se ve¨ªa mi libro CeroCeroCero en la guarida de El Chapo en Las Piedrosas, en Sierra Madre Occidental, el estupor me dur¨® un momento. El tiempo de darme cuenta de que siempre ha sido as¨ª: mientras la sociedad civil considera a los criminales unos bestias incultos, ellos, en la sombra, demuestran un mani¨¢tico inter¨¦s por todo lo que les concierne. Ellos, que se mantienen informados sin ser vistos. Ellos, que nos observan y nos estudian sin ser observados y que s¨®lo salen a la luz cuando son animales agonizantes, haci¨¦ndonos sentir omnipotentes por el mero hecho de ser capaces de tocarles la cola y olfatear su pista.
Lo que ha sorprendido a todos fue la constataci¨®n de que un jefe criminal puede leer
El perfil de los jefes criminales se asemeja al de los consejeros delegados
Con Gomorra, mi primer libro, ocurri¨® lo mismo. Sus p¨¢ginas fueron durante mucho tiempo las m¨¢s le¨ªdas en las c¨¢rceles del sur de Italia. Gomorra estaba en la guarida de dos jefes del clan de los Casaleses, en la de Michele Zararia (la vieja guardia) y en la de Francesco Barbato (la nueva guardia). Todos, absolutamente todos, quer¨ªan saber lo que ese joven escritor napolitano hab¨ªa escrito sobre ellos. Como si los estuviera presentando ante Italia y el mundo; el capo de los Casaleses Antonio Iovine, ahora colaborador con la justicia, dijo, literalmente, y con cierta complacencia: "Saviano, con Gomorra, nos ha llevado a los Estados Unidos". Ocurre a menudo que haya periodistas abordados por la Camorra para invitarles a escribir sobre ellos, pero sin falsedades, y por falsedades entienden conjeturas sobre alianzas y traiciones. Hace 30 a?os, un joven periodista napolitano, Giancarlo Siani, fue asesinado a causa de un art¨ªculo en el que aventuraba una alianza y una traici¨®n que no deb¨ªan ser reveladas. Sus escritos no aparec¨ªan en primera p¨¢gina, no era una de las firmas estrella del peri¨®dico, y sin embargo los sicarios le¨ªan sus art¨ªculos.
Y por esa raz¨®n, ver CeroCeroCero en la cama de El Chapo, en un edificio en ruinas en medio de la nada, entre camisas de absurdos colores y rollos de papel higi¨¦nico, no resulta extra?o en absoluto. El video fue grabado el 6 de octubre, cuatro d¨ªas despu¨¦s de la entrevista con Sean Penn. A la izquierda, colgando de un soporte, estaba a¨²n la camisa que llevaba El Chapo en la fotograf¨ªa que dio la vuelta al mundo, esa en la que le estrechaba la mano. Una camisa de marca: nada se deja al azar, y menos a¨²n la iconograf¨ªa. En los d¨ªas posteriores a la difusi¨®n del v¨ªdeo empezaron a ocurrirme cosas peculiares. Para empezar, me pararon en la aduana de los Estados Unidos, dado que, al parecer, seg¨²n algunas indiscreciones, el ejemplar de CeroCeroCero hallado en la guarida de El Chapo llevaba una dedicatoria m¨ªa, dedicatoria que por supuesto yo nunca le hab¨ªa puesto. Adem¨¢s parec¨ªa que hab¨ªa un juez que quer¨ªa aclarar conmigo algunos aspectos de la historia. Por ahora siguen poni¨¦ndose en contacto conmigo para todo tipo de suposiciones. Algunos se han referido a mi intervenci¨®n en la televisi¨®n mexicana despu¨¦s de la captura de El Chapo en febrero de 2014, intervenci¨®n que parece ser que le intrig¨®. En aquella ocasi¨®n, yo reiter¨¦ la necesidad y la urgencia de conceder su extradici¨®n a Estados Unidos, dado que la extradici¨®n es tal vez la ¨²nica medida que realmente asusta a los jefes de los c¨¢rteles sudamericanos, incapaces de ejercer cualquier forma de control en las prisiones estadounidenses. Seg¨²n otros, quien le facilit¨® el libro fue su abogado, presumiblemente para obtener m¨¢s informaci¨®n sobre m¨ª y sobre lo que hab¨ªa escrito. Otros aventuran que estaba preocupado por la serie de televisi¨®n basada en CeroCeroCero en la que estoy trabajando. Para otros, quien estaba leyendo el libro era su hijo, que me hab¨ªa visto en el canal CNN de M¨¦xico.
Las FARC est¨¢n llevando a cabo negociaciones de paz con el Gobierno porque los c¨¢rteles mexicanos han hecho tierra quemada a su alrededor
Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de las conjeturas, lo que de verdad ha sorprendido a todos, pero lo que se dice a todo el mundo, fue la constataci¨®n de que un jefe criminal puede leer. ?De verdad cre¨ªa el mundo que los jefes de las organizaciones criminales eran meras bestias interesadas exclusivamente en sus sangrientos manejos? Pues se trata de una lectura superficial, muy alejada de la complejidad de la vida real. El perfil de los jefes de las principales organizaciones criminales se asemeja mucho m¨¢s de lo que pensamos al de los consejeros delegados de cualquier respetada empresa internacional. La diferencia estriba a menudo s¨®lo en el recurso a la violencia, pero la l¨®gica de sus inversiones, las estrategias de "ataque" contra sus rivales y los m¨¦todos de adquisici¨®n de consensos, son casi id¨¦nticos. Una de las razones por las que las series y las pel¨ªculas sobre criminales obtienen tanto ¨¦xito entre el p¨²blico no estriba en la fascinaci¨®n por el mal, sino en el hecho de que las personas perciben de alg¨²n modo su afinidad con los capos y reconocen en las despiadadas reglas de la violencia, en la obsesi¨®n por el crecimiento econ¨®mico, en la jerarqu¨ªa de valores y en sus estrategias, mecanismos que son t¨ªpicos de las relaciones sociales al desnudo, es decir, le¨ªdas sin fingimientos. En el cine de criminales, el espectador ve de alguna manera su propia vida sin mediaci¨®n alguna; falta el filtro de la ley, dado que las mafias se rigen por sus propias normas, que parecen adherirse a la realidad sin hipocres¨ªas: todos quieren el dinero, quienes tienen el poder lo consiguen, quienes no lo tienen tratan de obtenerlo en una guerra silenciosa de todos contra todos. Y ya est¨¢. El resto no existe: se deja a un lado el respeto hacia la vida humana. Y sin embargo, todo se parece dolorosamente a la vida de verdad, como si las pel¨ªculas de criminales nos ense?aran un nivel primordial, m¨¢s aut¨¦ntico, de las relaciones cotidianas.
Pero lo que me result¨® m¨¢s claro desde un principio es que, una vez menguada la ola de asombro y curiosidad despertada por la reuni¨®n con Sean Penn y por el descubrimiento de mi libro en el escondite de El Chapo, la atenci¨®n hacia los asuntos de M¨¦xico ha vuelto a sus niveles habituales, es decir, igual a cero, mientras que el flujo de capitales que llega a Europa desde M¨¦xico sigue creciendo sin parar. Despu¨¦s de la detenci¨®n de El Chapo, se descubri¨® que, gracias a una red internacional de intermediarios, los narcod¨®lares del c¨¢rtel de Sinaloa eran enviados a trav¨¦s de Los ?ngeles hasta Suiza, donde deb¨ªan ser cambiados en francos o en euros para ser depositados despu¨¦s en un banco de Liechtenstein. La situaci¨®n sociopol¨ªtica en Am¨¦rica Central y del Sur ha cambiado dr¨¢sticamente, y con ella la geopol¨ªtica del narcotr¨¢fico internacional. M¨¦xico es actualmente el nudo central en el que converge y se organiza todo el comercio, mientras que Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala se han convertido en colonias de los c¨¢rteles mexicanos. Tambi¨¦n en Colombia la situaci¨®n ha cambiado radicalmente: los grandes c¨¢rteles han muerto y gran parte de la gesti¨®n del flujo de coca ha emigrado a manos de las organizaciones mexicanas. Las FARC, la m¨¢s antigua forma de guerra de guerrillas en el mundo, hist¨®ricamente activa en Colombia, est¨¢ llevando a cabo negociaciones de paz con el Gobierno en Cuba por razones de las que se habla muy poco: a saber, por el hecho de que los c¨¢rteles mexicanos han hecho tierra quemada a su alrededor. Las FARC siempre se han mantenido con la producci¨®n de drogas, convertidas de hecho en los proveedores exclusivos de coca, que vend¨ªan a los c¨¢rteles mexicanos. El sistema funcion¨® hasta que estos ¨²ltimos dejaron de comprarles a ellos, despu¨¦s de haberse asegurado el control de plantaciones colombianas, peruanas, bolivianas: desde ese momento, el precio de la coca¨ªna producida por las FARC se hundi¨®, haciendo imposible la sustentaci¨®n de la guerrilla. Esta es una de las posibles interpretaciones, pero demuestra claramente que la reordenaci¨®n de la jurisdicci¨®n del narcotr¨¢fico, definitivamente prerrogativa de M¨¦xico, tiene repercusiones exponenciales y protagonistas que no deben subestimarse.
No habr¨¢ ning¨²n cambio efectivo mientras su dinero siga siendo una parte fundamental de la riqueza financiera de nuestro tiempo
En este contexto, la imagen que el presidente Enrique Pe?a Nieto ofrece de M¨¦xico y de s¨ª mismo es falaz, dado que no basta con dejar de mencionar el narcotr¨¢fico para que el problema desaparezca. El sexenio de Pe?a Nieto se est¨¢ revelando dram¨¢tico: 54.421 homicidios en los ¨²ltimos tres a?os, y 2015 fue el annus horribilis con 18.650 casos registrados. Cifras propias de una guerra civil. A esto se a?ade el hecho de que Pe?a Nieto no ha llegado a proporcionar una respuesta pol¨ªtica efectiva al caso de los 43 estudiantes de Iguala desaparecidos y de los cuales el Gobierno es responsable. Y lo mismo vale para el asesinato de Gisela Mota, la neoalcaldesa de Temixco asesinada el pasado 2 de enero.
El presidente tiene que admitir que por mucho que intente hacer pasar la detenci¨®n de El Chapo como una victoria, en realidad no es m¨¢s que una puesta en escena, una representaci¨®n para los medios, dado que el capo estaba ya sumido en una profunda crisis. Tal como ocurri¨® con Pablo Escobar y Bernardo Provenzano, la pol¨ªtica y la polic¨ªa aprovechan la ocasi¨®n para centrarse en el personaje, que gracias a los medios de comunicaci¨®n se vuelve m¨¢s relevante que sus propias actividades il¨ªcitas. Por ese motivo el video de la incursi¨®n en el escondite de El Chapo da la vuelta al mundo, aunque sean pocos los que est¨¦n realmente al corriente del alcance de sus actividades, de la extensi¨®n y del poder del imperio que se oculta detr¨¢s de este "humilde campesino". Los capos son hombres duchos en negocios, pero tambi¨¦n en experiencias y en la supervivencia: se mantienen informados, estudian, profundizan, buscan informaci¨®n sobre ellos mismos, sobre sus rivales, sobre el mundo que los rodea y que los amenaza. El mayor error que podemos cometer cuando nos enfrentamos a ellos es reducirlos a sujetos de una sola dimensi¨®n, limit¨¢ndonos a estudiarlos como criminales. Esta visi¨®n, adem¨¢s de ser parcial, no nos permite entender por qu¨¦ son tan peligrosos: por mucho que sus aspiraciones sean criminales, han sabido y saben c¨®mo poner al servicio de sus objetivos una capacidad organizativa y estrat¨¦gica que es claramente el resultado de una lectura inteligente de su tiempo. Considerarlos como campesinos incultos, violentos e irracionales, es s¨®lo una forma ingenua, o m¨¢s a menudo astuta, de considerar que su poder s¨®lo es manejable mediante la represi¨®n policial. Pero ning¨²n cambio efectivo podr¨¢ tener lugar mientras su dinero siga siendo una parte fundamental de la riqueza financiera y de negocios de nuestro tiempo. Y, sobre todo, mientras quienes nos gobiernan no tengan el valor de reconocerlo.
Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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