Cinco fragmentos de Libia, un pa¨ªs roto
Varias escenas de la vida cotidiana ilustran el drama de un Estado fallido
Libia tiene un Gobierno sin legitimidad internacional, con sede en Tr¨ªpoli; cuenta con otro Ejecutivo reconocido por la comunidad internacional, pero exiliado en la ciudad de Tobruk, fronteriza con Egipto, y sin apenas poder real. Adem¨¢s, dispone de un Consejo Presidencial de nueve miembros, promovido por la ONU, que lleva tres meses fracasando en la formaci¨®n de un Gobierno de unidad.
En medio de esa superposici¨®n de poderes el Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s) cuenta ahora con entre 3.000 y 5.000 yihadistas en Libia, seg¨²n informes de la ONU y del Pent¨¢gono. La desintegraci¨®n que padece el pa¨ªs a los cinco a?os de la ca¨ªda de Muamar el Gadafi puede verse reflejada en estas cinco estampas.
Viaje en helic¨®ptero a Sabrata, en guerra con el ISIS. El viernes 26 de febrero este cronista fue invitado por el Gobierno de Tr¨ªpoli a visitar Sabrata, en cuyas afueras un avi¨®n de Estados Unidos mat¨® el viernes 19 de febrero a 40 supuestos terroristas del ISIS y dos funcionarios serbios que ten¨ªan secuestrados.
El Gobierno de Tr¨ªpoli hab¨ªa negado hasta entonces la presencia del Estado Isl¨¢mico en una zona clave para controlar el pa¨ªs, ya que este municipio de 9.000 habitantes se encuentra a 80 kil¨®metros de Tr¨ªpoli y a 110 de la frontera con T¨²nez. Dos d¨ªas despu¨¦s del ataque de Estados Unidos, tropas del ISIS asaltaron por la noche Sabrata y mataron a cinco milicianos fieles a Tr¨ªpoli. El mi¨¦rcoles 24 de febrero por la noche los yihadistas volvieron a tomar brevemente el control del pueblo y decapitaron a 12 miembros de las fuerzas de seguridad, antes de ser expulsados. Al d¨ªa siguiente, Jamal Zubia, responsable en Tr¨ªpoli de relaciones con la prensa internacional, invit¨® a este diario y a tres medios extranjeros a visitar Sabrata.
- ?Hay garant¨ªas de seguridad? ¡ªle preguntamos.
- Absolutamente. Estamos m¨¢s interesados en vuestra seguridad que ustedes mismos.
En condiciones normales, ir de Tr¨ªpoli a Sabrata apenas supondr¨ªa una hora en coche. Pero las diferencias entre tribus locales y la presencia del Estado Isl¨¢mico no hac¨ªan aconsejable el coche. Incluso los milicianos que partieron de Tr¨ªpoli para combatir al ISIS viajaron en helic¨®ptero.
El helic¨®ptero ten¨ªa previsto salir a las diez de la ma?ana y finalmente despeg¨® a las tres de la tarde de Tr¨ªpoli. Se elev¨® por encima del mar y no abandon¨® el mar hasta que aterriz¨® 40 minutos despu¨¦s en la localidad de Zuwara, entre Sabrata y la frontera con T¨²nez. Desde all¨ª hab¨ªa que ir en coche hasta Sabrata, en una carretera m¨¢s que peligrosa. Pero a los cinco minutos del aterrizaje, el aeropuerto de Zuwara recibi¨® una llamada de los responsables militares de Sabrata pidiendo que nos march¨¢ramos, que la seguridad en Sabrata no estaba garantizada.
El helic¨®ptero volvi¨® a despegar hacia Tr¨ªpoli y la guerra contra el Estado Isl¨¢mico continu¨® en Sabrata. Nadie puede garantizar la seguridad de nadie desde Tr¨ªpoli a la frontera con T¨²nez. Quienes necesitan acudir a los hospitales del pa¨ªs vecino se ven obligados a pagar un billete de avi¨®n. En la madrugada de este viernes murieron ocho supuestos yihadistas y dos de los cuatro rehenes italianos que ten¨ªan secuestrados desde julio. Los otros dos rehenes fueron rescatados al d¨ªa siguiente.
El episodio del helic¨®ptero revela tanto la presencia del Estado Isl¨¢mico en el este del pa¨ªs como la descoordinaci¨®n entre el Gobierno de Tr¨ªpoli y el mando militar de Sabrata.
Los protectores del petr¨®leo. Dentro del caos libio hay dos instituciones que mantienen la independencia. Una es el Banco Central, que se encarga entre otras cosas de pagar a los funcionarios de los dos Gobiernos enfrentados y a los milicianos de ambos mandos. Y la otra es la National Oil Corporation (NOC), la gran empresa p¨²blica de la que dependen los ingresos de la mayor parte de los 6 millones de habitantes del pa¨ªs. Su presidente, Mustaf¨¢ Sanalla, declar¨® a este diario que la milicia encargada de proteger las instalaciones de petr¨®leo, la Petroleum Facilities Guard (PFG), ha fallado siempre a la hora de proteger los tanques petroleros frente a los ataques del Estado Isl¨¢mico en los dos ¨²ltimos meses.
Esta fuerza depende de Ibrahim Yadr¨¢n, un se?or de la guerra que combate al Estado Isl¨¢mico. ¡°A la hora de pedir salarios dicen que son 12.000 hombres, pero cuando les hemos repartido alimentos no llegan a 1.000 por cabeza¡±, se?ala Sanalla para explicar la ineficiencia de esta milicia frente al Estado Isl¨¢mico.
Un ni?o torturado y colgado por no pagar su rescate. Los secuestros se han convertido en una pr¨®spera actividad. Muchos empresarios han abandonado el pa¨ªs, a pesar de que los secuestros han disminuido este a?o en comparaci¨®n con 2013 y 2014. No obstante, febrero conoci¨® un nuevo r¨¦cord en el nivel de crueldad.
El ni?o de 12 a?os Abdul¨¢ Dagnoush fue torturado, colgado y tirado en la carretera el 23 de febrero, en el municipio de Wirshiffana, 30 kil¨®metros al oeste de Tr¨ªpoli. Era hijo ¨²nico y hab¨ªa sido secuestrado dos meses antes frente a su casa. Su padre no pudo reunir el medio mill¨®n de dinares (294.000 euros) que le ped¨ªan por el rescate. Los secuestradores lanzaban as¨ª un aviso a sus siguientes v¨ªctimas.
Un corralito en Libia. Desde principios de a?o los libios tienen restringida la cantidad de dinero que pueden sacar del banco. La mayor¨ªa no pueden retirar al mes m¨¢s de 300 dinares (el equivalente a 78 euros en el mercado negro, que es el ¨²nico donde se encuentran los euros). Ali Gnemail es director de una sucursal del banco National Comercial, en Misrata. Se cierra en su despacho con llave para atender al periodista. Durante media hora la gente seguir¨¢ llamando a su puerta. Quieren dinero. ?l privilegia a una mujer con c¨¢ncer. Pero a un refugiado de la ciudad de Bengasi le dice lo que a todos: que ahora mismo no puede retirar su dinero.
¡°La gente de negocio en Libia no conf¨ªa en los bancos, porque saben que si lo dejan aqu¨ª les pueden imponer l¨ªmites para sacarlo. Y el Banco Central se queda sin dinero¡±, explica Gnemail. ¡°En Tr¨ªpoli ya muchas sucursales han cerrado porque se quedaron sin dinero y ahora vienen a los bancos de Misrata a sacarlo¡±.
El enviado de la ONU, expulsado. Y el que lo expuls¨®, secuestrado. El 1 de enero el enviado de la ONU para Libia, el alem¨¢n Martin Kobler, ofreci¨® una conferencia de prensa en el aeropuerto de Tr¨ªpoli, que es una zona controlada por la brigada de Al Rad¨¢, al mando del salafista Abdulrauf Kara. Esta brigada es una de las tres grandes que reinan en Tr¨ªpoli.
La conferencia de Kobler fue interrumpida por el responsable de relaciones con la prensa del Gobierno de Tr¨ªpoli, Jamal Zubia, quien adujo que Kobler no ten¨ªa permiso de ¨¦l para pronunciarla y deb¨ªa partir. La irrupci¨®n de Zubia pudo interpretarse como un desaire al salafista Abdulrauf Kara. Tras aquel incidente Jamal Zubia sufri¨® un secuestro de varios d¨ªas, que varias fuentes atribuyeron a la brigada Al Rad¨¢.
Zubia fue consultado por este diario y desmiente que fuese la brigada Al Rad¨¢ quien lo secuestr¨®, pero acusa a los servicios de inteligencia del propio Gobierno para el que trabaja. ¡°La gente de Al Rad¨¢ me pregunt¨® que por qu¨¦ hab¨ªa irrumpido yo en la conferencia en el aeropuerto y no la hab¨ªa prohibido antes en la ciudad. Y yo les dije que yo no soy el presidente del pa¨ªs y que solo puedo intervenir cuando algo ata?e a mi puesto. Con ellos qued¨® el tema aclarado. El problema es que los servicios de inteligencia me acusaron de traer aqu¨ª a gente de inteligencia. Ellos creen que algunos periodistas son esp¨ªas¡±.
El secuestro de Zubia muestra hasta qu¨¦ punto el equilibrio de fuerzas en el Gobierno no reconocido de Tr¨ªpoli es fr¨¢gil y delicado.
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