La vulnerabilidad de las mujeres refugiadas y migrantes
Ellas son v¨ªctimas particulares de la discriminaci¨®n y la violencia sexual y de g¨¦nero
M¨¢s all¨¢ de su envergadura creciente como fen¨®meno multifactorial y de la vergonzante par¨¢lisis de los Gobiernos europeos para gestionarla de la ¨²nica manera posible (con una pol¨ªtica de fronteras, de asilo y de reubicaci¨®n com¨²n), algo muy importante ha cambiado en la crisis de refugiados.
La UE, colapsada por este flujo colosal, afronta por vez primera una crisis humanitaria dentro de su territorio, a la que da carta de naturaleza la iniciativa sin precedentes de la Comisi¨®n Europea (urgente y plausible entre tanto marasmo) de destinar 700 millones de euros a tal fin, reformulando creativamente una ayuda solo prevista para terceros pa¨ªses.
Y, como inform¨® UNICEF el mes pasado, ahora el 60% de los refugiados y migrantes que llegan son mujeres y ni?os. A mediados de 2015, los hombres constitu¨ªan el 73% del total de desplazados. La dimensi¨®n de g¨¦nero de este masivo desplazamiento de personas supone, por tanto, un factor esencial que debe ser tenido en cuenta para una respuesta adecuada y efectiva.
Hombres y mujeres est¨¢n expuestos a diferentes tipos de riesgo y vulnerabilidad a lo largo de las etapas de la migraci¨®n, pero las mujeres y las ni?as son v¨ªctimas particulares de la discriminaci¨®n y la violencia sexual y de g¨¦nero (en muchas ocasiones, tambi¨¦n de lo que huyen), y tienen necesidades espec¨ªficas de atenci¨®n y protecci¨®n (salud, privacidad, higiene y seguridad). Por ello, en el Parlamento Europeo vamos a debatir y votar este 8 de marzo, D¨ªa Internacional de la Mujer, un importante informe de iniciativa propia ya aprobado en la Comisi¨®n de Derechos de la Mujer, centrado en las mujeres y ni?as que huyen de conflictos y guerras afrontando diversos tipos de violencia de g¨¦nero y discriminaci¨®n en su viaje hacia pa¨ªses de acogida.
No trata solo de alertar y prevenir toda forma de violencia sexual (violaciones, ¡°sexo de supervivencia¡± a cambio de poder continuar su viaje, acoso y agresiones por otros migrantes y funcionarios en zonas de tr¨¢nsito y en campos, donde el hacinamiento y la falta de instalaciones sanitarias y de alojamiento separadas multiplica el riesgo) sino tambi¨¦n de abordar el incremento de la violencia intrafamiliar, la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva y de atenci¨®n ginecol¨®gica y obst¨¦trica.
Adem¨¢s, no tener en cuenta las cuestiones de g¨¦nero en los sistemas de asilo y las medidas de integraci¨®n relevantes (agrupaci¨®n familiar, acceso a ense?anza de idiomas, educaci¨®n p¨²blica de calidad, empleo, orientaci¨®n legal sobre sus derechos, as¨ª como laboral y psicol¨®gica) puede tener el efecto indeseado de una discriminaci¨®n secundaria posterior. La pregunta es: ?disponemos en Europa de instrumentos legales internacionales que provean de un marco de protecci¨®n especial a las mujeres y ni?as refugiadas y migrantes y nos obliguen a proporcion¨¢rsela?
Por supuesto. Valga con cruzar la Convenci¨®n de Naciones Unidas para la Eliminaci¨®n de todas las Formas de Discriminaci¨®n contra la Mujer (CEDAW) con la Convenci¨®n de Ginebra para los Refugiados (aunque adolece de la obligada perspectiva de g¨¦nero en su texto original), y, c¨®mo no, ratificar el Convenio de Estambul, el primer instrumento legalmente vinculante para prevenir y combatir de forma integral la violencia contra las mujeres y la violencia dom¨¦stica. Respetarlos y aplicarlos no solo es de justicia, sino imperativo por raz¨®n del principio rector de coherencia pol¨ªtica de la Uni¨®n Europea.
Beatriz Becerra Basterrechea Eurodiputada por UPyD, Grupo ALDE
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