Carta para Venezuela
Es com¨²n a las autocracias en declinaci¨®n quebrantar la institucionalidad que ellas mismas han creado
Es la Carta Democr¨¢tica de la OEA, aquel documento escrito en 2001. Pocos meses atr¨¢s, aqu¨ª mismo trac¨¦ un paralelo entre la crisis peruana de los noventa y la actual de Venezuela. El Per¨² de Fujimori y esta Venezuela chavista exhiben rasgos similares, no importa el signo ideol¨®gico proclamado desde el poder. As¨ª como debemos a Fujimori el concepto de ¡°autogolpe¡±, Maduro bien puede reclamar derechos de autor por la noci¨®n de ¡°golpe judicial¡±.
Ello por la ampliaci¨®n del Tribunal Supremo de Justicia con la nomenclatura adepta, presta a invalidar las leyes emanadas de la Asamblea Nacional. Para ello cuenta con una Sala Constitucional que act¨²a para privar a la Asamblea de sus poderes de control pol¨ªtico sobre el gobierno y la administraci¨®n p¨²blica. Lo hace violando la propia Constituci¨®n que el chavismo escribi¨® y aprob¨®, no debe olvidarse. Es com¨²n a las autocracias en declinaci¨®n quebrantar la institucionalidad que ellas mismas han creado.
Por ende, el conflicto de poderes ya est¨¢ instalado. Comienza a tomar forma la necesidad de aplicar la Carta, seg¨²n han manifestado los expresidentes nucleados en IDEA, Iniciativa Democr¨¢tica de Espa?a y las Am¨¦ricas. De hecho, la alteraci¨®n del orden constitucional es un pedido a gritos del art¨ªculo 20 de la Carta, el cual anticipa la posibilidad de convocar al Consejo Permanente de la OEA para analizar dicha crisis y decidir sobre la misma, incluyendo el env¨ªo de una misi¨®n al pa¨ªs en cuesti¨®n.
Ser¨ªa necesario. Intervenir en Venezuela es imperioso para prevenir una profundizaci¨®n de la crisis pol¨ªtica y la inminente crisis humanitaria. T¨¦ngase en cuenta, adem¨¢s, que el proyecto de Ley de Amnist¨ªa ha sido discutido pero todav¨ªa no ha sido aprobado. Ser¨¢ la madre de todas las batallas. Es la ley sin la cual la elecci¨®n del 6 de diciembre pierde todo su sentido; ley con la que el oficialismo no puede coexistir ni por un minuto. Con los presos pol¨ªticos en la calle, el gobierno caer¨ªa como un castillo de naipes.?
A sabiendas, la Sala Constitucional probablemente sentencie la inconstitucionalidad de la amnist¨ªa. Significar¨ªa una dram¨¢tica reducci¨®n de las opciones de negociaci¨®n pac¨ªficas. El hilo siempre se corta por la parte m¨¢s delgada. Luis Almagro lo dijo, concisamente y hasta con una cierta licencia po¨¦tica: ¡°No hacemos nada si no hacemos nuestra la prisi¨®n de cada preso pol¨ªtico. Su prisi¨®n es prisi¨®n de nuestros derechos¡±.
La Ley de Amnist¨ªa es la ley sin la cual la elecci¨®n del 6 de diciembre pierde todo su sentido; ley con la que el oficialismo no puede coexistir ni por un minuto
Ello mientras espera una petici¨®n formal para invocar la Carta, menos un requisito burocr¨¢tico que la necesidad de acumular capital pol¨ªtico para sostener su aplicaci¨®n en el tiempo. Es que el gobierno de Maduro contin¨²a con apoyo en la regi¨®n, sea por ideolog¨ªa, por petr¨®leo a¨²n subsidiado, o por temor al efecto domin¨®. Precisamente, Dilma, Lula y Maduro, acorralados los tres, no paran de elogiarse mutuamente.
No es casual, entonces, que los familiares de los presos pol¨ªticos reciban buen trato en muchas legislaturas latinoamericanas pero no por parte de los Ejecutivos. Fue el caso con la canciller de M¨¦xico y el presidente de Paraguay, pero nadie m¨¢s en el ¨²ltimo tiempo. Las canciller¨ªas latinoamericanas deber¨ªan recordar las palabras de Martin Luther King: ¡°Al final no recordaremos las palabras de nuestros enemigos sino el silencio de nuestro amigos¡±.
Hasta el propio Mauricio Macri ha dejado de hablar sobre Venezuela. Aquella n¨ªtida foto con Lilian Tintori en la noche de su elecci¨®n aparece un tanto desdibujada hoy, en la nebulosa de quienes invocan la ¡°diplomacia silenciosa¡±. Tal vez ignoren que la diplomacia silenciosa jam¨¢s se usa a expensas de la ¡°diplomacia publica¡±, es decir, a costa de hablar de los valores permanentes, no importa a quien incomoden, ya que es la ¨²nica manera de ser cre¨ªble ante la comunidad internacional.
Este escenario no es bueno para los dem¨®cratas venezolanos, obviamente, tan necesitados de apoyo internacional. La paradoja es que tampoco es bueno para el propio Macri, quien, callado, terminar¨¢ dejando pasar la oportunidad de construir aquel liderazgo que insinu¨® con su victoria y que tanta esperanza hab¨ªa despertado en todo el hemisferio.
La solidaridad internacional no es m¨¢s que hacer de la prisi¨®n de un preso pol¨ªtico, la prisi¨®n de uno mismo, como bien dijo Almagro. En el caso venezolano, tambi¨¦n implica hacer de la desesperaci¨®n de las colas por alimentos, la propia desesperaci¨®n. Y de la angustia por la falta de medicinas, la angustia propia. La Carta Democr¨¢tica es el instrumento necesario para transformar esa empat¨ªa en acci¨®n.
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