El miedo al populismo atenaza a los pol¨ªticos europeos
Los partidos de ultraderecha marcan la agenda en la UE pese a ser minoritarios
Que los pa¨ªses europeos no han sido hasta ahora capaces de organizar la acogida de refugiados de forma coordinada, eficaz y conjunta es a estas alturas una evidencia incontestable que reflejan tr¨¢gicamente las im¨¢genes que llegan de las fronteras. Las razones de ese fracaso son un asunto m¨¢s complejo. Hay pa¨ªses que se oponen a la acogida. Otros que en principio no, pero a la hora de la verdad arrastran los pies. Pero m¨¢s all¨¢ de posiciones pol¨ªticas expl¨ªcitas, hay un elefante en la habitaci¨®n que los conocedores de los pasillos de Bruselas identifican con claridad y al que conceden especial importancia. El ascenso de los partidos populistas de derechas y su discurso antiinmigraci¨®n ha generado un estado de ansiedad e inseguridad pol¨ªtica que paraliza a los l¨ªderes que negocian en Bruselas y favorece el contagio de los mantras populistas. El resultado, advierten los expertos, es que grupos minoritarios que se nutren de la mala gesti¨®n y las crisis europeas ¡ªecon¨®mica, refugiados, identidad¡ª acaban marcando el tono y la direcci¨®n de la agenda pol¨ªtica.
¡°Replicar el miedo que inyectan [los populistas] es un error. Los pol¨ªticos les damos m¨¢s poder del que realmente obtienen en las elecciones¡±, explica por tel¨¦fono Guy Verhofstadt, l¨ªder de los liberales en el Parlamento Europeo. El que fuera primer ministro belga asegura que cuando los dirigentes se sientan a la mesa del Consejo Europeo a decidir, se dejan atrapar por el miedo a qu¨¦ dir¨¢n cuando vuelvan a casa una opini¨®n excitada por los grupos ultras. ¡°Los pa¨ªses de la UE son cada vez m¨¢s reacios a adoptar soluciones europeas porque piensan que para contentar a su opini¨®n p¨²blica deben refugiarse en soluciones nacionales como exigen los partidos populistas y nacionalistas, pero se equivocan. La gente no est¨¢ en contra de Europa; est¨¢ en contra de esta Europa que no es capaz de ofrecer soluciones¡±.
Partidos como el Frente Nacional en Francia, el partido de la Libertad en Holanda y en Austria, el UKIP en Reino Unido o los Dem¨®cratas suecos han demostrado en las urnas que han llegado para quedarse, pero sobre todo han dejado clara su capacidad para movilizar e influenciar a la opini¨®n p¨²blica. El discurso de miedo y rechazo al inmigrante, de desprecio por las decisiones que se cocinan en Bruselas y la defensa de los supuestos valores e intereses nacionales circula por Europa con renovada fluidez.
Su persuasi¨®n es adem¨¢s contagiosa. ¡°Hay pol¨ªticos en los partidos alemanes que utilizan la misma forma de hablar y que muestran las mismas tendencias xen¨®fobas que el AfD (Alternativa para Alemania). Esa gente convierte el populismo de derechas en aceptable socialmente y no deber¨ªa sorprenderles si los ciudadanos luego votan al original y no a la copia¡±, se lanz¨® el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jean-Claude Junker esta semana tras conocerse el ascenso populista en las regionales alemanas, en una entrevista con el alem¨¢n Handelsblatt. Alemania es precisamente uno de los pa¨ªses que hasta ahora hab¨ªa logrado resistir a la mancha de aceite populista que se extiende por Europa. Pero el desembarco de refugiados ¡ª1,1 millones¡ª y la reticencia de buena parte de los socios de la EU de arrimar el hombro han dado pie a un clima polarizado y propicio para los intereses populistas.
¡°La pol¨ªtica europea est¨¢ paralizada por el miedo a los populistas, a la inmigraci¨®n, al terrorismo. Es muy dif¨ªcil escapar de ese c¨ªrculo¡±, piensa Piotr Buras desde la sede en Varsovia del European Council for Foreign Relations. Buras cita el caso franc¨¦s, donde el FN de Marie Le Pen?luci¨® poder¨ªo en las regionales de diciembre con un resultado hist¨®rico (6,8 millones de votos). ¡°Incluso el partido socialista est¨¢ extremadamente preocupado y se deja influir en temas como los refugiados o la seguridad. Ese miedo es una de las razones por las que Francia ha sido incapaz de tener un papel destacado en la crisis de los refugiados¡±. El caso franc¨¦s es solo uno m¨¢s. En Reino Unido, el populista UKIP ha empujado el debate sobre el Brexit hasta los l¨ªmites actuales (refer¨¦ndum en junio). M¨¢s al norte todav¨ªa ¡ªFinlandia, Suecia, Dinamarca¡ª es tambi¨¦n evidente el avance de partidos antes marginales, pero sobre todo de su discurso, instalado ahora en el coraz¨®n de sociedades en las que la correcci¨®n pol¨ªtica ha sido durante d¨¦cadas una religi¨®n.
Soluciones f¨¢ciles
Rosa Balfour, investigadora del programa europeo del German Marshall Fund explica que pa¨ªses como Hungr¨ªa o Polonia con Gobiernos abiertamente contrarios a la entrada de refugiados ha permitido que otros Estados Miembros se escuden tras esas posturas. Se?ala adem¨¢s la paradoja de que sean precisamente pa¨ªses como Espa?a, Grecia o Italia, puntos de entrada de migrantes los que no han sucumbido a los vientos xen¨®fobos que soplan por Europa.
Thorsten Benner del Global Public Policy Institute en Berl¨ªn piensa que ¡°todos [los partidos tradicionales] tienen miedo de perder votos, de que los ciudadanos se decanten por pol¨ªticos que ofrecen soluciones f¨¢ciles, que prometen mantener a los musulmanes fuera de la UE, construir muros o incluso irse de la Uni¨®n. Ese nerviosismo es el que hace que adopten decisiones preventivas¡±.
C¨®mo responder a lo que el presidente del consejo, Herman Van Rompuy, consider¨® ¡°el mayor peligro para Europa¡± es la gran pregunta. Francia, B¨¦lgica o Suecia han ensayado el llamado cord¨®n sanitario para excluir de los instituciones a los populistas. En la oposici¨®n sin embargo tienden a engordar, alejados del desgaste del gobierno. En el poder, como sucede en Hungr¨ªa o Polonia, el riesgo de incurrir en pol¨ªticas contrarias a los principios de la UE es alto. Heiko Mass, ministro de Justicia alem¨¢n, lanz¨® un tuit al poco de conocerse el resultado de las regionales que dec¨ªa: ¡°Tenemos que vencer con argumentos a los que utilizan la inmigraci¨®n para expandir su propaganda perversa¡±. Pero a estas alturas parece evidente que las cifras y los hechos tendr¨¢n solo un efecto limitado. ¡°La raz¨®n no basta, hay que responder con sus mismas herramientas, con una estrategia emocional¡±, defiende Benner.
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