¡°Si gana Trump, me voy a Cuba¡±
La novedad de viajar a la isla epata a los turistas americanos Mientras tanto los cubanos ven en Obama un atisbo de bienestar
¡°?Qui¨¦n es ese? ?El presidente de Cuba?¡±, pregunta, llegada desde Virginia, la turista Nancy Carwile se?alando un cartel en La Habana. ¡°Es Ra¨²l Castro, s¨ª, el presidente de Cuba¡±. ¡°Ah, es Ra¨²l¡ ?Yo me lo imaginaba m¨¢s joven!¡±. El primer recuerdo que tiene de Ra¨²l Castro es un art¨ªculo que ley¨® en los cincuenta en Reader¡¯s Digest. Para los estadounidenses mayores, Cuba es un recuerdo de p¨¢ginas amarillentas, pero ahora, cada vez m¨¢s, tienen la oportunidad de pisar la isla para constatar que no se ha quedado congelada en el tiempo.
En 2015 llegaron a Cuba unos 160.000 turistas procedentes del Antiguo Enemigo Imperialista. Un 77% m¨¢s que en 2014. Son las primeras gotas de un flujo que podr¨ªa convertirse en torrente a medida que Washington siga aligerando las trabas a sus ciudadanos para viajar al Antiguo Enemigo Comunista.
El s¨¢bado por la noche, en el inevitable Floridita, el bar donde Hemingway se ha quedado acodado en la barra con una borrachera de bronce, dos californianas cruzaban los dedos para que el eventual aluvi¨®n de turismo no estandarice La Habana. ¡°Est¨¢ tan libre de influencias occidentales¡±, suspiraba una ¨Cprofesional de las nuevas tecnolog¨ªas¨C con su mojito de fresa en la mano. Su compa?era bromeaba con que ya sab¨ªa qu¨¦ hacer si no le gusta el resultado de las pr¨®ximas elecciones de Estados Unidos: ¡°Si gana Trump, me vengo a vivir a Cuba¡±. Prefirieron no dar su nombre, porque como muchos otros americanos, para obtener el permiso de viaje a Cuba, han hecho el truco de inscribirse en un programa cultural que, como reconocen, ¡°despu¨¦s nadie vigila que se cumpla¡±. El domingo ten¨ªan pensado irse a la playa a rebozar su programa en arena.
Hoy a mediod¨ªa, unas horas antes de que aterrizase Barack Obama, La Habana Vieja estaba tranquila. Por all¨ª paseaba el matrimonio Kronenberg. ?l, Hale, comentaba que le hab¨ªa sorprendido poder ver por cable en la tele del hotel la BBC y la CNN. ¡°Imaginaba un ambiente m¨¢s dictatorial y opresivo¡±, dijo, pero espera que la visita de Obama ¡°impulse m¨¢s los derechos humanos en Cuba¡±.
Los Kronenberg hablaban delante de la catedral. A un costado del templo estaba otra familia, esta cubana: la abuela Erena Cabarrocas, la hija Diana Soria Cabarrocas y la nieta Samanta Soria Cabarrocas, tres afrocubanas con empat¨ªa mulata por otra familia que visitar¨ªa la catedral unas horas despu¨¦s: Sasha, Malia, Michelle y Barack Obama. ¡°A ¨¦l tenemos que agradecerle lo valiente que ha sido¡±, dijo la abuela. La hija se limit¨® a opinar con una sonrisa t¨ªmida que le parece ¡°un hombre bonito¡±. Eso s¨ª, tiene claro que no hay opciones: ¡°La Primera Dama es muy fuerte y elegante. No me dejar¨ªa¡±.
En otra calle del casco antiguo, la habanera Milagros Ortiz mostraba un discurso a¨²n antagonista. ¡°Es bueno que venga Obama para que se restablezca la relaci¨®n como es debido, pero yo estoy con la Revoluci¨®n. Tengo 46 a?os, tres hijos y hasta ahora ninguno de ellos se me ha muerto de hambre¡±, dijo. M¨¢s tarde unos ni?os estaban diciendo que les parec¨ªa estupendo que viniera Obama y una se?ora de pelo cano se les acerc¨® de repente y dijo: ¡°Cuidado con la ideolog¨ªa. Ustedes nacieron en la Cuba socialista¡±. La miraron sin decir nada y uno de ellos continu¨®: ¡°Y que tenga el placer de conocer al equipo cubano de pelota¡±.
En Cuba, los americanos ven belleza, historia, gente amable. En Obama los cubanos ven un motivo para tener esperanza en el bienestar, el mayor de sus anhelos. No lo alaban como un redentor de sus carencias, pero se refieren a ¨¦l con aprecio y su nombre est¨¢ presente por todas las esquinas. Una mujer contaba este domingo que en un bautizo un cura se hab¨ªa puesto a reflexionar sobre la visita del hombre del Despacho Oval. Entonces, con el beb¨¦ en la pila bautismal, una ni?a levant¨® la voz e hizo una pregunta sensata: ¡°?Pero por qu¨¦ habla de Obama en un bautizo?¡±.
Obama, aplaudir o no aplaudir
Uno de los momentos ¨¢lgidos de la visita de Obama ser¨¢ su asistencia el martes al partido amistoso de b¨¦isbol entre la selecci¨®n cubana y los Tampa Bay Rays de Estados Unidos.
Ser¨¢ el ba?o de masas cubano del presidente de Estados Unidos. Lo rodear¨¢n 50.000 personas en el Estadio Latinoamericano de La Habana. Las entradas son gratis y el gobierno cubano las ha repartido entre militantes y organizaciones sociales, al parecer con un par de indicaciones: "No aplaudir cuando entre Obama y no llevar gorras ni sombreros", asegura 14ymedio, un diario local cuyo acceso por Internet est¨¢ vetado dentro de la isla.
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