Obama se ha colao en mi televisi¨®n
Cr¨®nica del discurso al pueblo cubano desde el hogar de una familia de La Habana
Obama lleg¨® al 411 de la calle Muralla, empuj¨® la puerta del edificio, que s¨®lo estaba arrimada, subi¨® una empinada escalera con sus el¨¢sticas zancadas de Carl Lewis, entr¨® al patio, sigui¨® hasta la precaria escalerilla del fondo, la subi¨® con cautela, pas¨® al antiguo desv¨¢n que habita con su ni?o el matrimonio Pupo Chac¨®n, Maikel y Yanelis, se meti¨® en su tele de los 90 y les dijo, en persona, que cree en su talento, "en los cuentapropistas, en las cooperativas, en los almendrones, que todav¨ªa funcionan¡±, y a ellos, tumbados en cama, los dos descalzos, eso les hizo sonre¨ªr. ¡°El cubano¡±, continu¨® el monologuista de la Casa Blanca, ¡°el cubano inventa del aire¡±. Y ah¨ª s¨ª: se rieron de verdad.
Maikel Pupo, 36 a?os, es cuentapropista, el palabro que en el lenguaje de la Cuba socialista en transici¨®n significa empresario. Es reparador de tel¨¦fonos.
"El cubano inventa del aire", dijo Obama, y ah¨ª s¨ª que se rieron de verdad
¡°?Este tiene m¨¢s cojones que Maceo!¡±, dijo, refiri¨¦ndose a uno de los libertadores cubanos del siglo XIX, cuando el presidente de Estados Unidos se adentraba en sugerencias democr¨¢ticas al pueblo cubano.
¨C?Tanto?
¨CBueno, como Maceo no. Maceo se bat¨ªa a machetazos. Este no.
Su taller es un mueble de gavetas encajado, para optimizar espacio, entre una pared y el techo de la habitaci¨®n, que tiene ocho metros cuadrados, m¨¢s tres de ba?o. Ah¨ª duermen, ah¨ª viven, en la preciosa Habana Vieja; ah¨ª estaba Yanelis Chac¨®n, 31 a?os, poniendo a calentar el caf¨¦ a las seis y media de la ma?ana. Jeans Pupo a¨²n dorm¨ªa.
El lunes por la noche, en la Plaza del Cristo, el ni?o jugaba a dar vueltas en bici. Jeans Pupo, que tiene cinco a?os, sab¨ªa que al d¨ªa siguiente iba a hablar por la tele un tal Obama. ¡°?Pero yo quiero ver La Bestia!¡±, dijo.
La idea del coche blindado de Obama fascina a muchos cubanos. A Jeans tambi¨¦n.
Bueno, a qui¨¦n no.
Segu¨ªa el discurso y Maikel Pupo dijo: ¡°Yo tengo una bandera de esas¡±, como la que ten¨ªa Obama detr¨¢s mientras hablaba. ¡°Una bandera americana grandona. La tengo por ah¨ª dentro de una maleta. Me la regal¨® un turista americano el d¨ªa que hicimos las paces. Si me la hubiera ofrecido antes le dir¨ªa: ¡°Muchacho, ¨¦chese atr¨¢s¡±¡±.
Pupo, reparador de celulares, es de un pueblo cercano al de Fidel Castro
?l es de un pueblo de la provincia de Holgu¨ªn casi vecino del de Fidel Castro, Bir¨¢n, y se fue a La Habana a buscar trabajo.
Para el futuro, dijo, ¡°quisiera poder trabajar bien y ganar un poquito de dinero, para tener una casa m¨¢s grande y que el ni?o tenga espacio para jugar¡±. A Jeans Pupo le gusta tanto la bicicleta que, seg¨²n su padre, ¡°anda palante y patr¨¢s¡± por el m¨ªnimo pasillo que queda entre la cama, donde duermen ¨¦l y su madre, y la pared; el pasillo m¨ªnimo sobre el que cada noche su padre tiende su colch¨®n para no quitarles sitio.
Maikel Pupo invirti¨® hace un a?o 1.500 d¨®lares en ¡°un plimito¡±. Un Plymouth del 53 que estaba hecho chatarra. Le ayud¨® una t¨ªa que vive en Italia. Todo lo que gana lo invierte en restaurar el coche. Para comer, dijo su esposa, casi se arreglan con los diez d¨®lares mensuales que les manda su suegro desde Holgu¨ªn. ¡°Todo el dinero se lo estoy echando a esto para cuando vengan los americanos, pa que se puedan montar. En un a?o le he metido 3.000 d¨®lares y no gasto en nada m¨¢s. Tengo el ¡®plimito' y dos pantalones¡±, explic¨® Pupo.
Formada como t¨¦cnica de electrocardiogramas, Yanelis se dedica al cuidado de su hijo Jeans
Yanelis es poco habladora. Formada como t¨¦cnica de electrocardiogramas, ella se dedica a cuidar a su hijo, que tiene epilepsia, aunque controlada gracias a las pastillas y con perspectivas de mejora. Hace dos horas que lo dej¨® en la escuela.
¡°El futuro de los cubanos tiene que estar en manos del pueblo cubano¡±, concluy¨® el afroamericano que se hab¨ªa metido en su televisor. Yanelis, que llevaba un rato de espaldas preparando m¨¢s caf¨¦, volvi¨® la cara para mirarlo y meneo la cabeza un poco, como si hubiese algo que no se acabase de creer del todo, y se qued¨® removiendo un poso de az¨²car en el fondo de un vaso.
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