M¨¢s Espa?a que Vietnam
Estados Unidos desea que la apertura econ¨®mica en Cuba lleve a una transici¨®n pol¨ªtica, m¨¢s que a un modelo de sistema autoritario con capitalismo
La Casa Blanca carece de un plan para democratizar Cuba.
Su esperanza es que las pol¨ªticas de liberalizaci¨®n de los viajes y los intercambios comerciales con EE UU acaben propiciando la apertura pol¨ªtica. El presidente Barack Obama rechaza la idea de un cambio de r¨¦gimen, por usar la expresi¨®n que durante tiempo se aplic¨® al relevo de gobernantes forzado desde fuera, por guerra o golpe de Estado.
Si existe un 'plan Obama', este no consiste en el paso s¨²bito del actual sistema autoritario y unipartidista a un sistema democr¨¢tico y pluralista. Se tratar¨ªa m¨¢s bien, seg¨²n se desprende de declaraciones p¨²blicas y privadas del entorno de Obama durante el viaje a La Habana, de una transici¨®n dilatada en el tiempo, sin exigencias ni ultim¨¢tums por parte de Washington: la confianza en que no se derrumbe el sistema sino que ¨¦l mismo se acabe democratizando por la propia din¨¢mica de la sociedad de mercado, los viajes entre cubanos a un lado y otro del estrecho de la Florida y el intercambio de ideas que todo esto traer¨¢.
Cuba, en definitiva, ser¨¢ m¨¢s Espa?a que Vietnam.
Vietnam es el modelo en el que querr¨ªa verse reflejado el gobierno cubano. Un antiguo adversario de Estados Unidos. Un pa¨ªs comunista que ha abrazado el capitalismo sin abandonar el comunismo. Y ahora, amigo de EE UU.
Pero Cuba no tiene el paraguas de una China al lado. Es una isla a 160 kil¨®metros de la democracia m¨¢s poderosa del planeta, donde vive una di¨¢spora din¨¢mica y acostumbrada al pluralismo como son los m¨¢s de dos millones de cubanoamericanos.
En el otro extremo, seg¨²n el esquema que maneja la Casa Blanca, se sit¨²an las 'democracias populares' de la Europa central y oriental. All¨ª, en 1989, el sistema comunista que parec¨ªa inquebrantable se derrumb¨® en unos meses. De Praga a Bucarest, de Varsovia a Berl¨ªn, todo ocurri¨® muy r¨¢pido. Y con civilidad, aunque la excepci¨®n de Yugoslavia trajo una violencia extrema, genocida en algunos momentos. Veteranos conocedores de Cuba aconsejan estos d¨ªas no olvidar el potencial violento en la isla (el odio acumulado y la desesperaci¨®n pueden ser un combustible incontrolable).
Pero Cuba ya sobrevivi¨® a la ca¨ªda del sistema sovi¨¦tico, y el componente nacionalista de la Cuba de los Castro era mucho menor en los sat¨¦lites sovi¨¦ticos, que eran esto: sat¨¦lites de una gran potencia. Cuba no es sat¨¦lite de nadie.
Ni Vietnam ni la Europa central y oriental: la Casa Blanca prefiere mirar el modelo espa?ol.
Nada es comparable, y menos una isla caribe?a controlada durante medio siglo por el Partido Comunista y enfrentada a la primera potencia mundial, con un pa¨ªs del sur de Europa sometida a una dictadura nacionalcat¨®lica. Pero Espa?a ofrece un esquema de transici¨®n de una dictadura a una democracia ¨²til para entender lo que a Obama le gustar¨ªa ver en Cuba.
La teor¨ªa es que la progresiva integraci¨®n de Espa?a franquista a la comunidad internacional, a partir de los a?os cincuenta, y el fin de la autarqu¨ªa y la apertura econ¨®mica ¨Cel desarrollismo, la emigraci¨®n, el inicio del turismo masivo en los a?os sesenta¨C crearon las condiciones para la transici¨®n a la democracia. No fue cuesti¨®n de un a?o, ni de cinco. Y requiri¨® la muerte del dictador. El modelo espa?ol ofrecer¨ªa otra lecci¨®n: el cambio no debe consistir en una ruptura sino en una transici¨®n. No habr¨¢ juicios sumarios a los l¨ªderes del antiguo r¨¦gimen, ni destierros, sino una transformaci¨®n desde dentro. El cambio, como ha repetido Obama en La Habana, lo har¨¢n los cubanos e implicar¨¢ una reconciliaci¨®n.
?Pura quimera? M¨¢s bien una apuesta. Puede salir bien. O mal. Obama, que ha llegado este mi¨¦rcoles a Argentina, no se hace ilusiones sobre la voluntad democratizadora del gobierno cubano.
Durante sus tres d¨ªas en Cuba, el presidente cubano Ra¨²l Castro ha querido dejar claro un mensaje. Todo est¨¢ atado y bien atado.
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