El futuro incierto de los nuevos aut¨®nomos en Cuba
El medio mill¨®n de trabajadores por cuenta propia afronta la apertura con esperanza y dudas
Cuando Pepe habla de libertad, piensa sobre todo en la econ¨®mica. ¡°Queremos poder comprar lo que necesitamos para nuestros negocios¡±, dice este masajista que trabaja como cuentapropista (empleado aut¨®nomo) en La Habana. Para Luis, la libertad deber¨ªa abarcar m¨¢s. ¡°Me gustar¨ªa poder decir lo que pienso sin miedo¡±, asegura. A su lado, Orlando acota: ¡°Nos falta la oportunidad de poder elegir a los que nos gobiernan¡±. Orlando (ninguno de los entrevistados quiere decir su nombre completo) tiene un empleo estatal como vigilante por el que cobra unos 20 d¨®lares al mes (unos 18 euros). Luis, como Pepe, es cuentapropista, la palabra de moda en esta Cuba que no se sabe a¨²n si es tan nueva o se ha dado una mera capa de pintura reformista.
Hay quienes sienten gran esperanza y entusiasmo por la posibilidad de buscar su futuro, por una vez, lejos de la sombra del Estado. Los aut¨®nomos, ese sector por el que ha apostado Estados Unidos al dar el cambio de rumbo en su pol¨ªtica hacia Cuba, ya son al menos medio mill¨®n en la isla.
Ayudar era peligroso
Luis es uno de esos cuentapropistas, pero tiene sentimientos encontrados. Al fin y al cabo, dice, hace lo que ya llevaba mucho tiempo haciendo: ayudar a los turistas a encontrar ¡°la mejor paladar¡± (peque?os restaurantes privados) o el sitio m¨¢s escondido. Solo que hasta hace no tanto, aproximarse a los extranjeros y ofrecerles sus servicios informales como gu¨ªa era peligroso. A ¨¦l le cost¨® una condena de cuatro a?os de c¨¢rcel acercarse al sagrado for¨¢neo. Ahora, cuenta con un deje de amargura, le han dado un carn¨¦ que sanciona su estatus de operador tur¨ªstico como aut¨®nomo. Eso s¨ª, a cambio de una sustancial tasa para las arcas del Estado, dice con la sonrisa torcida.
La visita de Obama a La Habana ha dejado un regusto mezclado. Ha sido la primera de un presidente estadounidense en casi un siglo. La ¨²nica vez anterior, en 1928, la Cuba actual no estaba siquiera trazada, pero este nuevo viaje del primer dignatario americano no ha dejado claro del todo qu¨¦ Cuba se perfila para el futuro.
Cuando Obama y el presidente cubano, Ra¨²l Castro, anunciaron el 17 de diciembre de 2014 el inicio de la normalizaci¨®n de relaciones, la isla fue una fiesta. De repente, la bandera estadounidense, durante d¨¦cadas oficialmente vilipendiada, era el adorno m¨¢s deseado. Pero cuando Obama lleg¨® a La Habana hubo que buscar mucho para encontrar una bandera norteamericana fuera de los lugares oficiales de protocolo.
Se dirigi¨® a todos los cubanos en un discurso retransmitido en directo, sin censuras, por radio y televisi¨®n. Sin embargo, en las gradas del Gran Teatro Alicia Alonso desde el que habl¨®, los aplausos de un p¨²blico seleccionado por las autoridades cubanas fueron comedidos. Pasado ya el hurac¨¢n Obama y retirados los contingentes de fuerzas de seguridad que guardaron las calles de La Habana durante dos d¨ªas, las camisetas, pantalones y vestidos con las barras y estrellas resurgieron en las calles.
Pepe, el masajista, lo achaca a ¡°la doble moral¡± que desde hace a?os permea la sociedad cubana. Ese decir una cosa en p¨²blico y hacer todo lo contrario en privado es un concepto tan cubano como el ¡°almendr¨®n¡± (viejos taxis colectivos) o el ¡°no es f¨¢cil¡± que repiti¨® Obama con tanto gusto durante su estancia en Cuba.
Pero no todos los que defienden el sistema lo hacen solo por guardar las formas. Hay muchos, incluso j¨®venes, que afirman estar orgullosos de los logros de un pa¨ªs que les ha garantizado ¡ªde mejor o peor forma, seg¨²n a qui¨¦n se pida opini¨®n¡ª prestaciones como la educaci¨®n y sanidad gratuitas, y que no quieren que Cuba se lance en plancha a un sistema capitalista desigual. Creen que el sistema actual es muy perfectible, s¨ª, pero no quieren necesariamente trabajar en su contra, sino mejorarlo.
¡°Todo encaja¡±
El pasado viernes, los Rolling Stones volvieron a hacer historia al dar su primer concierto en Cuba. Muchos de los que asistieron ni siquiera conoc¨ªan sus canciones, pero no importaba. La presencia de sus sat¨¢nicas majestades ten¨ªa un significado mucho m¨¢s all¨¢ del musical: al igual que los Beatles, los Rolling estuvieron vetados durante a?os en Cuba.
¡°Sabemos que a?os atr¨¢s era dif¨ªcil escuchar nuestra m¨²sica en Cuba. Pero aqu¨ª estamos¡±, afirm¨® en espa?ol Mick Jagger. ¡°Creo que finalmente los tiempos est¨¢n cambiando, ?es verdad, no?¡±, agreg¨® el cantante brit¨¢nico entre aplausos.
¡°Todo tiene que ver, todo encaja¡±, asent¨ªa entre el p¨²blico el habanero Jorge Ravelo, vestido con una camiseta de Obama ¡°de cuando su reelecci¨®n¡±. ¡°No hay mejor ocasi¨®n para pon¨¦rsela¡±, se?al¨®. ¡°Cuba se est¨¢ abriendo al mundo y, lo m¨¢s importante, el mundo se est¨¢ abriendo a Cuba. Ahora es Obama, los Rolling, y antes lo fue el Papa¡±.
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