El G¨¹ero Palma, el terror¨ªfico l¨ªder del c¨¢rtel de Sinaloa, quedar¨¢ libre en junio
El narco, que dirigi¨® con El Chapo la mayor organizaci¨®n criminal de M¨¦xico, saldr¨¢ por buena conducta. Sus enemigos, tras seducir a su esposa, la degollaron y se la enviaron en una caja met¨¢lica. A sus dos hijos, de cuatro y cinco a?os, los arrojaron por un puente
En el penal de Atwater (California), el preso n¨²mero 56442-179 acaba de recibir una buena noticia. Es Jes¨²s H¨¦ctor Palma Salazar, El G¨¹ero Palma, el despiadado narco que en los a?os noventa lleg¨® a dirigir el c¨¢rtel de Sinaloa mano a mano con El Chapo, y al que sus enemigos enloquecieron al mandarle la cabeza de su mujer (tras seducirla) en una caja met¨¢lica y matar a sus dos hijos peque?os tir¨¢ndolos por un puente en Venezuela. Esa sombra del pasado m¨¢s negro de M¨¦xico quedar¨¢ libre el 11 de junio pr¨®ximo. Tendr¨¢ entonces 55 a?os y a¨²n mucho tiempo para vivir y recordar.
Detenido en 1995 en Nayarit, despu¨¦s de que su avi¨®n se estrellara, El G¨¹ero Palma apenas ha cumplido 9 de los 16 a?os a los que fue condenado. Supuestamente, su buena conducta le ha valido una reducci¨®n de pena que le permitir¨¢ salir por la puerta grande de Atwater. Una vez fuera se reencontrar¨¢ con un pa¨ªs y una historia que, si bien han cambiado de protagonistas, a¨²n mantienen en la c¨²spide del narco al c¨¢rtel de Sinaloa. Un conglomerado criminal que ¨¦l, junto con su paisano Joaqu¨ªn Guzm¨¢n Loera, ayud¨® a encumbrar. "Ambos forman parte del ecosistema del narcotr¨¢fico sinaloense; son amigos de la sierra y sus figuras punteras", afirma el experto en seguridad Alejandro Hope.
De or¨ªgenes modestos, El G¨¹ero arranc¨® su carrera asesina como un sicario m¨¢s a las ¨®rdenes del expolic¨ªa Miguel ?ngel F¨¦lix Gallardo, El Padrino, l¨ªder del c¨¢rtel de Guadalajara y protomaestro de los grandes capos. Bajo su ¨¦gida, se establecieron los v¨ªnculos con los c¨¢rteles colombianos, y el narcotr¨¢fico mexicano, s¨²bitamente enriquecido por su control de la frontera con Estados Unidos, toc¨® el cielo de su poder. En ese entramado, El G¨¹ero ascendi¨® con celeridad y acab¨® formando con El Chapo una s¨®lida alianza?que cristaliz¨® en el c¨¢rtel de Sinaloa cuando F¨¦lix Gallardo fue capturado en 1989 por el asesinato y tortura del agente antinarc¨®ticos estadounidense Enrique Salazar Camarena.
Encarcelado El Padrino, se desat¨® una ola de violencia extrema. El G¨¹ero y El Chapo se enfrentaron a los hermanos Arrellano F¨¦lix, del c¨¢rtel de Tijuana. Matanzas, bombas y decapitaciones se sucedieron. El pa¨ªs empez¨® a temblar. En el fragor del combate, los Arrellano F¨¦lix se aliaron con el diablo para asestarle un terrible golpe a su principal adversario. Uno de sus sicarios fue enviado como agente encubierto a las l¨ªneas enemigas. Era el venezolano Rafael Clavel Moreno, El Buen Mozo. Cumpli¨® su misi¨®n con creces. Primero, seg¨²n las versiones policiales de la ¨¦poca, sedujo a la hermana de El G¨¹ero, y luego, ya instalado en el c¨ªrculo m¨¢s cerrado del poder sinaloense, se gan¨® los favores de su esposa, Guadalupe Leija. Con ella, sali¨® del pa¨ªs. En San Francisco, tras robarle dos millones de d¨®lares, la mat¨® y, en una caja met¨¢lica refrigerada, envi¨® su cabeza a El G¨¹ero. Quince d¨ªas despu¨¦s, en Venezuela, sus dos hijos, Nataly y H¨¦ctor, de cuatro y cinco a?os, fueron arrojados por el puente de la Concordia, en San Crist¨®bal (Tachira). 150 metros de ca¨ªda libre. Los tres fueron enterrados en un gigantesco pante¨®n del cementerio de los Jardines de Humaya, en Culiac¨¢n (Sinaloa). Un abigarrado fresco los representa con alas de ¨¢ngel.
La sangre pidi¨® m¨¢s sangre. Clavel, el amante criminal, fue r¨¢pidamente encarcelado en Venezuela. Y all¨ª mismo le asesinaron. Lo mismo hicieron con sus tres hijos, y otros tres c¨®mplices venezolanos, que aparecieron b¨¢rbaramente desmembrados. Luego cayeron el abogado del c¨¢rtel de Tijuana y cuatro familiares de los Arrellano. La venganza abarc¨® al menos cinco a?os. Jam¨¢s se ha conocido con exactitud cu¨¢ntos cad¨¢veres sembr¨®.
En esta espiral de violencia, El G¨¹ero se volvi¨® uno de los capos m¨¢s sanguinarios de M¨¦xico. Aunque no lleg¨® a ser condenado por ello, se le atribuyen la muerte de la activista Norma Corona, una indomable defensora de los derechos humanos en Culiac¨¢n, el ametrallamiento en la discoteca Christine?de Puerto Vallarta, con 10 v¨ªctimas mortales, e incluso el asesinato del cardenal Juan Jes¨²s Posadas Ocampo durante un tiroteo en mayo de 1993 en el aeropuerto de Guadalajara.
La muerte del prelado, un asunto que se ha convertido en un misterio hist¨®rico, horroriz¨® a M¨¦xico y oblig¨® a las autoridades a dar una respuesta contundente.Y r¨¢pida. Apenas dos semanas despu¨¦s, el 9 de junio de 1993, El Chapo fue detenido en su refugio de Guatemala. Entre sus captores figuraba un prometedor militar llamado Otto P¨¦rez Molina, que 20 a?os despu¨¦s llegar¨ªa a presidente de Guatemala y que ahora pena en una prisi¨®n castrense por corrupci¨®n.
Tras la detenci¨®n de El Chapo, el cetro del c¨¢rtel de Sinaloa se reparti¨® entre El G¨¹ero e Ismael Zambada. El primero se qued¨® con el control de la estrat¨¦gica frontera entre Sonora y Arizona. Enriquecido y con sus rivales a distancia, vivi¨® sus a?os dorados. Su suerte se vino abajo cuando el avi¨®n con el que se dirig¨ªa a una boda en Toluca, al tener que desviarse de su ruta, se estrell¨® por falta de combustible. Murieron el piloto y el copiloto. Palma logr¨® refugiarse en una casa de seguridad, pero un operativo militar que le segu¨ªa la pista dio con su paradero. Al ser capturado, el terror de M¨¦xico yac¨ªa postrado en la cama y en bata.
Tras su condena por narcotr¨¢fico, en 2007 fue extraditado a Estados Unidos. Su buena conducta, seg¨²n el expediente hecho p¨²blico por las autoridades federales, le ha servido para acortar la pena. Cuando el 11 de junio vuelva a la calle, tendr¨¢ que decidir su destino. En prisi¨®n se declar¨® insolvente y su gran compadre est¨¢ encarcelado. Pero fuera, el c¨¢rtel de Sinaloa se mantiene donde siempre estuvo: en la boca del infierno. Esper¨¢ndole.
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