Los obreros latinos de Trump, contra Trump
El aspirante republicano construye un hotel cerca de la Casa Blanca. La mayor¨ªa de los trabajadores son inmigrantes inc¨®modos con su ret¨®rica xen¨®foba
En Washington no se ve publicidad electoral, pero Donald Trump, como con tantas otras cosas en esta campa?a, es una excepci¨®n. Un gran cartel reza ¡°Trump¡± con el antet¨ªtulo ¡°Apertura en 2016¡± en la fachada del hotel que el candidato republicano est¨¢ construyendo en un lugar privilegiado de la capital de Estados Unidos: la avenida que conecta el Capitolio con la Casa Blanca.
El hotel, muy cerca de la residencia presidencial, es el emblema del poder¨ªo y las ambiciones del aspirante republicano. Pero en su propio edificio, es impopular. La mayor¨ªa de los trabajadores son inmigrantes latinoamericanos, inc¨®modos con la xenofobia del magnate.
¡°Creo que est¨¢n en contra porque ven que es una persona racista¡±, dice Francisco Jim¨¦nez, un guatemalteco de 47 a?os. Jim¨¦nez, que lleva 26 a?os en EE UU, instala ventanas en la antigua sede de correos que el grupo Trump est¨¢ convirtiendo en un hotel de lujo con 263 habitaciones. Tiene la ciudadan¨ªa estadounidense, pero lleg¨® ilegalmente desde M¨¦xico cruzando el r¨ªo Grande.
Trump es el favorito en la carrera para la nominaci¨®n republicana a las elecciones presidenciales de noviembre. El empresario neoyorquino promete deportar a los inmigrantes ilegales y construir un muro fronterizo, con la intenci¨®n de que lo pague M¨¦xico, para frenar las llegadas.
Sus comentarios contra los inmigrantes llevaron en julio al chef espa?ol Jos¨¦ Andr¨¦s a cancelar la apertura de un restaurante en el hotel de Washington. Andr¨¦s y Trump mantienen una batalla judicial por el restaurante, que ahora ocupar¨¢ una cadena de asadores.
El obrero Jim¨¦nez no cree al aspirante republicano. ¡°Nunca va a poder echar a todos los latinos de EE UU, aunque lo diga. Es solo para ganar votos¡±, asegura el hombre, que trabaja para una empresa subcontratada por la constructora del proyecto. ¡°No me gusta como candidato. ?l cree que por su dinero puede comprar lo que sea. Pero la democracia no funciona as¨ª. Tiene que tomar decisiones con el Congreso¡±, agrega durante una pausa de la obra.
Pese a sus cr¨ªticas a Trump, Jim¨¦nez, que quiere votar en noviembre, se declara m¨¢s cercano al Partido Republicano que al Dem¨®crata porque cree que fomenta m¨¢s la creaci¨®n de empleo. Desconf¨ªa de las promesas de ayudar a los inmigrantes que hace el partido del presidente Barack Obama. ¡°Ahora que est¨¢ en el poder es cuando m¨¢s latinos se han mandado a Centroam¨¦rica¡±, se?ala en referencia a la pol¨ªtica de deportaciones de Obama.
Unas tres cuartas partes de los m¨¢s de 1.000 trabajadores de la obra son latinos, seg¨²n cuentan varios empleados. Dudan que entre ellos haya indocumentados. Entre los latinos, dice Jim¨¦nez, hablan a veces de Trump. Con los trabajadores anglosajones apenas hay relaci¨®n, pero asegura que ellos tambi¨¦n recelan del candidato: ¡°Algunos americanos dicen que Trump est¨¢ enfermo¡±.
Otros lo apoyan. ¡°Soy un seguidor de Trump¡±, dice un obrero blanco de 50 a?os que declina dar su nombre. Coincide en que a la mayor¨ªa de trabajadores no les gusta el candidato. Otros empleados latinos, que piden anonimato, lo corroboran.
Trump, que bautiza con su apellido todas sus construcciones, usa su futuro hotel en la capital estadounidense como arma electoral. Lo pone como ejemplo de su buen hacer empresarial: la apertura est¨¢ prevista para septiembre ¡ªdos a?os antes del plazo acordado con las autoridades¡ª y esgrime que, gracias a su solvencia econ¨®mica, gan¨® en 2014 el concurso para la remodelaci¨®n, cuyo coste es de 200 millones de d¨®lares. Trump garantiza que ser¨¢ ¡°uno de los mejores hoteles del mundo¡±.
Peso simb¨®lico
Y luego est¨¢ el peso simb¨®lico. Los carteles de 2016 ¡ªuna referencia obligada en la iconograf¨ªa de todos los candidatos¡ª y la ubicaci¨®n del hotel son referencias indirectas a las elecciones. El futuro presidente o presidenta de EE?UU pasar¨¢ por delante del Hotel Internacional Trump en el recorrido tradicional que har¨¢, tras la investidura en enero de 2017, por la avenida Pensilvania desde el Capitolio hasta la Casa Blanca. La residencia presidencial est¨¢ a tres cuadras del edificio.
El obrero Jim¨¦nez admite que le es extra?o trabajar en el hotel de Trump cuando est¨¢ en desacuerdo con sus propuestas, pero argumenta que no tiene elecci¨®n. ¡°Es solo parte del trabajo. Es una forma de ganar dinero. El jefe nos mand¨® aqu¨ª¡±, alega. ¡°El simple hecho de que uno est¨¦ aqu¨ª trabajando no quiere decir que sea del partido de ¨¦l o est¨¦ de acuerdo con todo lo que ¨¦l dice o hace¡±.
Jim¨¦nez est¨¢ a punto de terminar su pausa del desayuno. Charla animadamente con varios compa?eros a las puertas del futuro hotel. Todos son inmigrantes y critican a Trump. Pero uno se sincera. Un d¨ªa que Trump visit¨® la obra, todos, incluidos los latinos, lo recibieron con los brazos abiertos. ¡°Todos se tomaron fotos aunque no lo reconozcan¡±, dice.
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