Sagas patag¨®nicas
El kirchnerismo es una secta de fan¨¢ticos en una man¨ªaca guerra contra las agujas del reloj
Jorge Luis Borges introdujo las sagas islandesas en el mundo hispano parlante. Una narraci¨®n que transcurre en torno a la ¨¦poca de la colonizaci¨®n de Islandia y hasta la conversi¨®n del pa¨ªs al cristianismo entre los siglos IX y X. Son parte de la historia oral, textos an¨®nimos que recogen la tradici¨®n de transmitir el pasado de generaci¨®n en generaci¨®n, evocando an¨¦cdotas y personajes legendarios, tanto reales como ficticios: reyes, poetas y heroicos guerreros vikingos.
La saga es una manera peculiar de contar el pasado, que recrea y modifica los hechos al hacerlo. Fallecido en 1986, Borges no lleg¨® a ver el surgimiento de un g¨¦nero af¨ªn tan cerca: las sagas patag¨®nicas, narrativa de comienzos del siglo XXI y que perdur¨® por doce a?os. Su geograf¨ªa estaba en las ant¨ªpodas de Islandia, all¨¢ por el fin del mundo santacruce?o, igualmente frio y con h¨¦roes de coraz¨®n tan caliente como aquellos vikingos. Y tambi¨¦n hero¨ªnas, como la que acaba de escribir otro capitulo en la epopeya de su existencia, esta vez al enfrentarse a¡la citaci¨®n de un juez.
Tr¨¢mite pedestre y banal para la simult¨¢nea reencarnaci¨®n de Eva Per¨®n y Juana de Arco, pero all¨ª estaba ella. Se trata de Cristina Kirchner, quien con la excusa de un proceso penal produjo un verdadero ritual de redenci¨®n, no tan solo un evento pol¨ªtico. Fue otro sacrificio sublime de una semi deidad perseguida. Como entonces, como siempre, seg¨²n se lee en las sagas patag¨®nicas.
Eso s¨ª, en la ceremonia se escuchaba la melod¨ªa de un d¨¦j¨¤ vu, se notaba el color amarillento de un peri¨®dico de hace doce a?os hallado en el desv¨¢n. Doce y medio, para ser preciso. Es el dominio de la melancol¨ªa, fuera del poder ya no hubo cadena nacional; los buses y colectivos eran pocos para volver a congregar aquellas multitudes de anta?o, cuando la operaci¨®n se pagaba con los recursos del Estado Nacional.
Tambi¨¦n estaba la misma estructura clientelar¡ªmejor dicho, sus remanentes¡ªy los intimidadores de siempre, claro que en decadencia. Algunos hasta llevaban sus propios paraguas plegables, esos que se compran en la calle por dos pesos al inicio de un aguacero inesperado. La magia de la democracia se ve en todo su esplendor cuando el poderoso de ayer debe bajar al llano. Magia de la democracia y del tiempo, en estos doce a?os que no llegaron a ser eternos.
En el acto de Cristina Kirchner se escuchaba la melod¨ªa de un d¨¦j¨¤ vu, se notaba el color amarillento de un peri¨®dico de hace doce a?os hallado en el desv¨¢n
Hubo un momento surreal, sin duda, cuando el aparato de intimidaci¨®n convirti¨® la zona de los tribunales en territorio liberado. Sin polic¨ªa a la vista, se hizo cargo de la ley y el orden; una caricatura de ello, esto es. Agredi¨® a periodistas, insult¨® y amedrent¨®. Ocup¨® el edificio, controlando la entrada de personas y colgando una bandera partidaria. La imagen era la de una facci¨®n pol¨ªtica asaltando un poder del Estado; una escena cercana a la definici¨®n de golpe que se lee en los libros.
Pero se sabe que los libros exageran, no hay que prestarles demasiada atenci¨®n. Aqu¨ª solo se trataba de una secta de fan¨¢ticos en una man¨ªaca guerra contra las agujas del reloj, tratando de darles la vuelta hacia atr¨¢s en vano. Segu¨ªa siendo abril de 2016, los Kirchner segu¨ªan fuera del poder, las m¨²ltiples causas judiciales estaban activas y Macri continuaba siendo el presidente. Tal vez el gobierno haya sido exquisitamente estrat¨¦gico al permitir el espect¨¢culo en cuesti¨®n. Nada tiene mas fuerza que una concluyente muestra de debilidad del adversario.
Luego vino la arenga de la hero¨ªna y su clase magistral de historia, por su capacidad de reescribirla, por supuesto. Estaba ella junto a Yrigoyen y Per¨®n, presidentes anteriores que tambi¨¦n fueron perseguidos por los jueces, claro que despu¨¦s de haber sido derrocados por respectivos golpes militares. Su caso es el de un presidente que cumple con su mandato constitucional y cuya fuerza pol¨ªtica pierde en una elecci¨®n libre, pero eso no se lee en las sagas patag¨®nicas.
Y tampoco pod¨ªa faltar la cr¨ªtica a Macri. Ahora resulta que s¨ª hay inflaci¨®n, pobreza y carencias de todo tipo, cargos contra un gobierno que lleva cuatro meses en el poder. La explicaci¨®n econ¨®mica es relativamente simple: el gobierno kirchnerista se encontr¨® con los t¨¦rminos de intercambio m¨¢s favorables de los ¨²ltimos setenta a?os y despilfarr¨®, sino malvers¨®, los recursos acumulados. Es simple sentido com¨²n que la d¨¦cada ganada no se puede perder de la noche a la ma?ana y que un pa¨ªs con menos pobreza que Alemania, seg¨²n pontificaba la hero¨ªna en cadena, no puede generar 12 millones de pobres en 120 d¨ªas.
Mientras todo esto ocurr¨ªa, curiosamente, el verdadero p¨¢nico lo sent¨ªa la dirigencia del PJ, el peronismo. Intentando volver a ser una opci¨®n viable, saben que Cristina Kirchner es una pasivo a la hora de reconstruir y unificar el partido. Por eso la quieren lejos, en la Patagonia, y en silencio. Quieren las sagas en las bibliotecas y como material de estudio, no para el debate de la pol¨ªtica de hoy.
Pero la hero¨ªna se resiste a ello. Es que nadie puede heredar a un mito, se lee en la ¨²ltima de las sagas patag¨®nicas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.