Inestabilidad presidencial
Brasil obliga a reflexionar sobre la estabilidad democr¨¢tica de Am¨¦rica Latina
El voto en la C¨¢mara de Diputados de Brasil mostr¨® de todo. Fue solemne y absurdo al mismo tiempo, con dedicatorias personales como si fueran goles, libros o canciones. Tambi¨¦n hubo espanto y tal vez hasta apolog¨ªa del delito: una dedicatoria fue para el torturador de Dilma Rousseff. Ello adem¨¢s de la sopa de letras del sistema de partidos, todo en la pantalla de su televisor.
El impeachment continuar¨¢ en el Senado, siendo improbable que la presidente pueda detenerlo, y seguir¨¢ la disputa sobre su caracterizaci¨®n. Quienes dicen que es un golpe aducen que no hay cargos por corrupci¨®n contra la presidente, que las pedaladas fiscales no alcanzan la categor¨ªa de delito. Sin embargo, los requisitos legales parecen estar bastante bien cubiertos. De hecho, el Supremo Tribunal Federal ha aprobado el proceso, posici¨®n contundente si se tiene en cuenta que 8 de sus 11 integrantes fueron designados por Lula o por Dilma.
Ergo, si el mecanismo de impeachment se admite en la Constituci¨®n, no puede ser ilegal. De otro modo, llama la atenci¨®n que la presidente le entregue el mando al "golpista" Temer para viajar a Nueva York y que ¨¦ste se lo devuelva a su regreso seg¨²n indica esa misma Constituci¨®n. El argumento no tiene suficiente peso espec¨ªfico.
Tal vez no est¨¦ tan mal la democracia en Am¨¦rica Latina, Hace tiempo que, con excepci¨®n de Venezuela, ni siquiera conocemos el nombre de ning¨²n General
El problema es que demasiada discusi¨®n legal termina siendo una cortina de humo. Ocurre que esta crisis es esencialmente pol¨ªtica y viene desde hace tiempo, profundizada por la recesi¨®n y el desempleo. Ante cada cap¨ªtulo de esta historia¡ªMensal?o, Petrol?o, Lava Jato¡ªla respuesta del gobierno siempre ha sido una fuga hacia adelante. Tal es el caso del nombramiento de Lula como Jefe de Gabinete para blindarlo ante el juez Moro, lo cual empuj¨® a Dilma al borde del precipicio. Lula no puede eludir su propia responsabilidad, y no menor, en el "Tchau querida".
La destituci¨®n, entonces, es una salida a dicha crisis. El juicio pol¨ªtico¡ªt¨¦rmino castellano por impeachment¡ªtambi¨¦n es un enjuiciamiento a todo el partido gobernante por su responsabilidad pol¨ªtica, valga la redundancia. Puede ser que haya habido traiciones, pu?aladas por la espalda y codazos en la cara en cada tiro de esquina; ese es el juego en cuesti¨®n y no solo en Brasil. Golpe es otra cosa.
La crisis brasile?a recrea la discusi¨®n sobre el parlamentarismo, bajo el cual una crisis de gobierno no necesariamente se traduce en una crisis de r¨¦gimen pol¨ªtico. El contra f¨¢ctico entre los expertos ha sido que muchos golpes en la historia de Am¨¦rica Latina se habr¨ªan evitado en un sistema en el cual la jefatura de Gobierno est¨¢ separada de la jefatura de Estado. Las crisis se resuelven con un voto de no confianza y a empezar de nuevo. Si Brasil fuera Italia, la marat¨®nica sesi¨®n del Congreso habr¨ªa concluido con Temer como primer ministro y menos trauma.
Pero Am¨¦rica Latina produjo un subtipo de presidencialismo flexible, con rutinas institucionales semi parlamentarias¡ªalgunos pa¨ªses tienen la figura de primer ministro¡ªy mecanismos de remoci¨®n m¨¢s simples. La realidad es que por mucho menos de lo que se ha visto en esta prolongada crisis brasile?a, o en cualquiera de las crisis de los presidentes latinoamericanos que en el ¨²ltimo cuarto de siglo no completaron sus mandatos, los militares sol¨ªan tomar el poder.
Hoy se critica este presidencialismo de coalici¨®n, tal vez prematuramente. Se soslayan sus ¨¦xitos¡ªv¨¦ase, sino, la estabilidad de Chile, Per¨² y Uruguay, por ejemplo¡ªy se pasa por alto que con sistemas de partidos fragmentados¡ªcrecientemente, la norma¡ªlas coaliciones son la ¨²nica manera de ¡°formar gobierno¡±; con deliberadas comillas para indicar el ¨¦nfasis parlamentario. Tal vez no haya que eliminar el gobierno de coalici¨®n sino subir los umbrales, crear mecanismos para reducir el n¨²mero y de este modo acabar con los ¡°partidos de alquiler¡±, la sopa de letras brasile?a.
La inestabilidad es resultado del comportamiento de los presidentes, m¨¢s que de los defectos de la instituci¨®n de la presidencia. Durante el s¨²per ciclo de comienzos de siglo, muchos gobiernos usaron la acumulaci¨®n de recursos para acumular poder y, en varios casos, asegurarse la perpetuaci¨®n; en el caso de Brasil, del PT. Para tal fin se increment¨® la discrecionalidad del Ejecutivo, alterando el equilibrio constitucional. El ciclo pol¨ªtico se convirti¨® as¨ª en una m¨ªmica del ciclo econ¨®mico. El boom de las commodities fue el boom del poder; la corrupci¨®n, la grasa en las ruedas.
Ello hasta ahora que el ciclo econ¨®mico ha cambiado, en Brasil y en todas partes. No es solo que esa estrategia dej¨® un sistema pol¨ªtico dividido y corro¨ªdo por la desconfianza. Tambi¨¦n deja una oposici¨®n que, vilipendiada desde el oficialismo durante mucho tiempo, acumula resentimiento y est¨¢ presta a cobrarse las deudas. Quienes han perseguido la perpetuaci¨®n idearon la mejor de las coartadas institucionales: la reelecci¨®n indefinida, atributo de un sistema parlamentario, pero en un sistema h¨ªper-presidencial sin la disoluci¨®n del gobierno en caso de crisis, otra caracter¨ªstica del parlamentarismo. Eso es jugar con cartas marcadas.
La moraleja de esta historia es que las crisis son inevitables en la pol¨ªtica. Lo importante es que existan mecanismos para, primero, neutralizar el da?o y, luego, resolverlas con celeridad. De eso se trata este semi-parlamentarismo. Tal vez no est¨¦ tan mal la democracia en Am¨¦rica Latina, despu¨¦s de todo. Hace tiempo que, con excepci¨®n de Venezuela, ni siquiera conocemos el nombre de ning¨²n General.
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