El virus antijud¨ªo infecta a la izquierda
En plena campa?a por la alcald¨ªa de Londres, el Partido Laborista se ve envuelto en una gran pol¨¦mica por comentarios antisemitas

"Para que triunfe el mal solo es necesario que los buenos no hagan nada", Edmund Burke
La ¨²ltima vez que vot¨¦, hace un a?o en las elecciones generales de Reino Unido, fue a favor del partido laborista, cuyo l¨ªder era jud¨ªo. Votar¨¦ de nuevo este jueves en las elecciones para el alcalde de Londres. Esta vez deber¨¦ elegir entre un jud¨ªo y un musulm¨¢n.
Las distinciones identitarias no influyeron en mi decisi¨®n en mayo de 2015. Tampoco en la gran mayor¨ªa de los votantes. Ahora es imposible no ponerlas en la balanza. Esta es la consecuencia del hurac¨¢n pol¨ªtico desatado la semana pesada tras la confirmaci¨®n de las sospechas recurrentes a lo largo de los ¨²ltimos meses de que el partido laborista de Jeremy Corbyn, hombre todo la vida de la izquierda radical, ha sido infectado por el virus antijud¨ªo.
Todo empez¨® el martes cuando se descubri¨® que una diputada laborista llamada Naz Shah hab¨ªa escrito en Facebook en 2014 que "la soluci¨®n" (palabra cargada de alusiones nazis) al problema que representaba Israel era "transportar" (otra palabra con connotaciones siniestras) a todos los israel¨ªes a Estados Unidos. Inicialmente Corbyn no reaccion¨®, hasta que el ruido medi¨¢tico y la furia de muchos de sus colegas parlamentarios lo obligaron el mi¨¦rcoles a suspender a Shah, que es musulmana, del partido.
El excalde Livingstone ha sido suspendido por citar mal a Hitler
Ah¨ª se podr¨ªan haber extinguido las llamas pero el d¨ªa siguiente, Ken Livingstone, ¨ªntimo de Corbyn y alcalde de Londres entre 2000 y 2008, tuvo la espectacular insensatez no solo de defender a Shah, cuando ella mismo hab¨ªa reconocido honrosamente ante el parlamento el d¨ªa anterior que lo que hab¨ªa dicho era indefendible, sino de mencionar a Hitler.
"Cuando Hitler gan¨® su elecci¨®n en 1932 su pol¨ªtica era que hab¨ªa que mover a los jud¨ªos a Israel," dijo Livingstone. "Estaba a favor del sionismo hasta que se volvi¨® loco y acab¨® matando a seis millones de jud¨ªos". No satisfecho con la grotesca falsedad hist¨®rica de lo que hab¨ªa dicho (el loco l¨ªder nazi escribi¨® en 'Mein Kampf', publicado en 1925, que los jud¨ªos eran "una pestilencia espiritual" que deb¨ªa ser erradicada de la faz de la tierra), Livingstone explic¨® que odiar solo a los jud¨ªos que viven en Israel no era antisemitismo.
Corbyn ha tardado en reaccionar y lo ha hecho despu¨¦s que sus diputados
Corbyn tard¨® una vez m¨¢s en reaccionar, pero el resto del partido parlamentario laborista explot¨®. Un diputado dijo en Twitter que Livingstone era "un pir¨®mano pol¨ªtico"; otro le grit¨® a la cara que era "una puta verg¨¹enza" ("a fucking disgrace") para su partido. Corbyn, gemelo pol¨ªtico de Livingstone hace m¨¢s de tres d¨¦cadas, parec¨ªa no entender al principio porque tanto l¨ªo, hasta que una vez m¨¢s el furor p¨²blico no le dej¨® m¨¢s remedio que actuar. Corbyn suspendi¨® a Livingstone y ahora se enfrenta a la amenaza de que si no lo expulsa del partido varias de las principales figuras de su partido dimitir¨¢n de sus cargos.
No se trata, como muchas figuras laboristas han reconocido, de un problema aislado. El propio Livingstone ha recibido miles de euros por sus apariciones en la televisi¨®n estatal de Ir¨¢n, un r¨¦gimen que niega que el Holocausto jud¨ªo ocurri¨®, oprime a las mujeres y lapida a homosexuales y ad¨²lteros. Como Livingstone, Corbyn tiene una larga trayectoria fraternal con individuos u organizaciones mucho m¨¢s oscurantistas en sus creencias que los iran¨ªes, con gente declaradamente a favor del terrorismo y el prop¨®sito de aniquilar al estado de Israel.
La elecci¨®n de Corbyn, tambi¨¦n muy fan en su d¨ªa de Hugo Ch¨¢vez, como l¨ªder del partido laborista en septiembre coloc¨® en primer fila a los que comparten su irredento infantilismo pol¨ªtico y dio luz verde a aquellos sectores que siempre denunciar¨¢n a Barack Obama antes que a Vladimir Putin, a Israel antes que a Ir¨¢n, o Arabia Saud¨ª, o el r¨¦gimen sirio de Bachar el Asad, o el propio ISIS. Es decir, a los que anteponen la condena al "imperialismo" a la defensa de valores b¨¢sicos del laborismo como la libertad de expresi¨®n, la igualdad de las mujeres, los derechos de los homosexuales y el repudio al racismo. No hay espacio en este peri¨®dico para catalogar las barbaridades antisemitas (el nombre de Hitler ha aparecido con frecuencia) que han salido de las bocas de gente que ocupa puestos pol¨ªticos dentro del laborismo en los ¨²ltimos meses.
Corbyn, por fin, hizo el viernes pasado lo que deber¨ªa haber hecho hace tiempo, que es marcar una l¨ªnea roja entre, por un lado, las muchas veces deplorables pol¨ªticas del gobierno israel¨ª y, por otro, no solo los ciudadanos israel¨ªes (muchos de los cuales consideran que su actual gobierno es una abominaci¨®n) sino los jud¨ªos en general -- como el anterior l¨ªder laborista Ed Milliband, enemigo declarado del actual primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu.
El l¨ªder anuncia una investigaci¨®n en su partido sobre estas acusaciones
Corbyn, reconociendo que problema s¨ª hay, anunci¨® que se har¨ªa una investigaci¨®n independiente de las acusaciones de antisemitismo dentro de su partido y declar¨®: "no hay lugar para el antisemitismo o cualquier forma de racismo en el partido laborista". La cuesti¨®n m¨¢s de fondo para Corbyn, mientras tanto, es si los fiascos de la ¨²ltima semana han sellado el suicidio electoral del laborismo. Por ejemplo, en las elecciones de esta semana para el alcalde de Londres.
Los principales rivales son el musulm¨¢n Sadiq Khan, hijo de un conductor de autob¨²s, que representa al partido laborista, y el jud¨ªo Zac Goldsmith, hijo de un multimillonario, que representa al partido conservador. Un columnista del Financial Times escribi¨® el viernes que hab¨ªa decidido votar a Khan pero que los acontecimientos de la semana le hab¨ªan hecho cambiar de plan. El columnista, Robert Shrimsley, dijo que nunca antes el hecho de ser jud¨ªo hab¨ªa influido en sus elecciones pol¨ªticas. Ahora s¨ª. Se hab¨ªa convertido de repente, confes¨®, en "un jud¨ªo pol¨ªtico" incapaz de votar al partido laborista de Corbyn y Livingstone.
Lo dijo ofreciendo disculpas a Khan, reconociendo que el candidato musulm¨¢n hab¨ªa reaccionado contra Livingstone mucho m¨¢s r¨¢pidamente que Corbyn. En cuesti¨®n de minutos de salir la noticia, Khan dijo que las declaraciones del antiguo alcalde sobre Hitler y los jud¨ªos hab¨ªn sido "atroces y repugnantes".
Yo no lo tengo tan claro como Shrimsley. Me gusta la idea de tener un alcalde musulm¨¢n en Londres. Quiero conf¨ªar en que Khan es un hombre decente y pr¨¢ctico que ser¨¢ fiel a su promesa electoral de buscar el entendimiento entre la infinidad de religiones y razas que pululan en esta gran ciudad, especialmente entre los musulmanes y los jud¨ªos. Quiero votarle y creo que lo har¨¦. Pero marcar¨¦ la papeleta al lado del emblema rojo del partido laborista con menos ilusi¨®n que si lo hubiese hecho hace una semana.
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