Estados Unidos reabre los cruceros a Cuba
La llegada de un ferri desde Miami inaugura la primera l¨ªnea tur¨ªstica mar¨ªtima en medio siglo
Cuba vivi¨® este lunes otro hito de cambio con la apertura de la primera l¨ªnea regular de cruceros desde Estados Unidos en m¨¢s de medio siglo. El buque inaugural zarp¨® el domingo de Miami con 704 pasajeros y entr¨® al d¨ªa siguiente a bocinazos en la bah¨ªa de La Habana, con saludos cruzados entre los turistas en cubierta y los habaneros que acudieron al muelle en una ma?ana soleada y con el mar tranquilo como un plato.
¡°Esto significa una nueva era¡±, dec¨ªa Ra¨²l Fern¨¢ndez Mart¨ªn, de 54 a?os, mientras se aproximaba el lujoso barco. ¡°Desgraciadamente, compadre, es algo que tendr¨ªa que haberse hecho mucho antes. Sin relaciones con Estados Unidos, este pa¨ªs no puede caminar¡±.
El buque Adonia, de la compa?¨ªa Carnival, que pese a la continuidad del embargo comercial contra la isla recibi¨® una licencia especial del Gobierno estadounidense para viajar a Cuba, empez¨® a divisarse desde el Malec¨®n sobre las ocho y media. Lentamente fue acerc¨¢ndose hasta entrar junto al Castillo del Morro, uno de los s¨ªmbolos de la ¨¦poca colonial espa?ola, y atracar en el muelle. En tierra la expectaci¨®n era floja. Pese a que este lunes era festivo, pues el domingo se celebr¨® el D¨ªa de los Trabajadores, apenas se acercaron unas decenas de curiosos, unos a prop¨®sito para presenciar el significativo momento y otros porque pasaban por all¨ª. Fern¨¢ndez Mart¨ªn, por ejemplo, estaba en el muelle pescando.
Este viaje inaugural, un nuevo hito del deshielo entre Estados Unidos y Cuba despu¨¦s de seis d¨¦cadas de conflicto, vino precedido de la pol¨¦mica que cre¨® el hecho de que la legislaci¨®n cubana imped¨ªa que cubanos residentes en el exterior llegasen a la isla por barco. La presi¨®n de los cubanoamericanos, indignados porque una empresa estadounidense no los aceptase como pasajeros debido a la norma del pa¨ªs de destino, y las palabras del Secretario de Estado John Kerry pidiendo flexibilidad llev¨® a Cuba a anunciar d¨ªas antes de la fecha de traves¨ªa prevista el fin de esa cl¨¢usula anacr¨®nica. Finalmente, entre los pasajeros lleg¨® una docena de cubanoamericanos.
¡°Mi t¨ªa Nereida, la de Miami, dice que aunque le regalen el pasaje ella no viene¡±, dec¨ªa enfrente del muelle un habanero que prefiri¨® no dar su nombre, aludiendo al profundo resquemor que conserva su familiar desde el triunfo de la revoluci¨®n en 1959, cuando ella se fue. ¡°Bueno¡±, le respondi¨® Aim¨¦ Montalvo, de 51 a?os, ¡°pues mi padre, que muri¨® en Nueva York, si viviera vendr¨ªa aunque fuera cojo, con bast¨®n y bajando del barco en camilla¡±.
Como ya no es infrecuente en La Habana desde que el 17 de diciembre de 2014 arranc¨® la reconciliaci¨®n entre Estados Unidos y Cuba, ayer se pod¨ªa ver a cubanos con la bandera de las barras y las estrellas. Como una pareja que llegaba al muelle en moto. ¡°Levanta un poco la bandera, que va rozando el piso¡±, le dijo el piloto a la joven que iba de carga.
El Estado de Florida, a 150 kil¨®metros al norte, es el lugar que concentra m¨¢s cubanos en el exterior, m¨¢s de un mill¨®n, alrededor de un 10% de los 11 millones que viven en la isla. Las remesas de los cubanoamericanos son uno de los flotadores de la maltrecha econom¨ªa cubana y se espera que la normalizaci¨®n de las relaciones en Cuba y Estados Unidos libere un potente flujo humano y de capital entre ambos lados y facilite la reuni¨®n de familias divididas.
¡°Yo soy el ¨²nico que est¨¢ aqu¨ª. Toda mi familia est¨¢ all¨¢¡±, contaba Fern¨¢ndez Mart¨ªn mientras troceaba un camar¨®n para hacer cebos. ¡°Ese camar¨®n no est¨¢ fresco. No va a agarrar bien en el anzuelo¡±, comentaba a su lado Misael, de 34 a?os, que hab¨ªa ido a pescar con sus dos hijos peque?os, Michael, de seis a?os, y Maikol, de cinco. ¡°En una hora y media nada m¨¢s hemos pescado este ronquito¡±, se queja el hombre, y se?ala un pececillo de lomos dorados.
Aunque todav¨ªa son muy peque?os para saber nada del intrincado ajedrez hist¨®rico-pol¨ªtico que liga a su pa¨ªs y al pa¨ªs vecino, antes de que entrase en la bah¨ªa el enorme crucero blanco los chiquillos ya sab¨ªan lo b¨¢sico del acontecimiento que iban a contemplar sus ojos: ¡°Viene un barco¡±, dijo el mayor. ¡°Un barco de los Estados Unidos¡±.
1977, el ¡®Crucero del Jazz¡¯
La llegada del buque Adonia a La Habana abre la espita un amplio flujo de turismo estadounidense a trav¨¦s del Estrecho de Florida, recuper¨¢ndose una antigua din¨¢mica. Antes de la Revoluci¨®n de 1959 los cruceros iban de Estados Unidos a Cuba con regularidad, sobre todo desde Nueva York y desde Miami, que ten¨ªa dos l¨ªneas por semana. Desde los sesenta no hab¨ªa traves¨ªas regulares entre ambos pa¨ªses. En 1977, en tiempos del presidente Jimmy Carter, que logr¨® una cierta distensi¨®n con Cuba, viaj¨® de Nueva Orle¨¢ns a La Habana el llamado Crucero del Jazz. Uno de sus pasajeros era el legendario trompetista Dizzy Gillespie.
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