Imaginar un secuestro (San Vicente del Cagu¨¢n)
En esta Colombia de 2016, que no s¨®lo desprecia ¡°la paz¡±, sino que protesta contra ella, Betancourt record¨® que nuestra idiosincrasia calla
No es f¨¢cil imaginar un secuestro. Quiero decir: qui¨¦n podr¨ªa ponerse en los pies rotos de un secuestrado, vivir en carne propia, como un actor de m¨¦todo, lo que pudo haber vivido un colombiano ¨Cy es incre¨ªble que esa incertidumbre y esa muerte sean tambi¨¦n vivir¨C aplastado por la violencia del que ha perdido las riendas de s¨ª mismo, encadenado durante cinco, seis, siete a?os a cualquier tronco de la selva. Digo esto porque desde que la excandidata presidencial Ingrid Betancourt fue secuestrada por guerrilleros de las Farc en el camino de Florencia a San Vicente del Cagu¨¢n, en Caquet¨¢, el s¨¢bado 23 de febrero de 2002, demasiados colombianos fueron capaces de repetir en voz alta que ella misma se hab¨ªa ganado su mala suerte. Y en qu¨¦ otra parte del mundo, si no es ac¨¢, puede uno ¡°ganarse¡± un secuestro.
Y qu¨¦ tipo de villanos de este mundo repitieron durante seis a?os semejante crueldad (¡°?pero si el gobierno le dijo que no se metiera all¨¢¡!¡±, ¡°?pero si le quitaron los escoltas para que no fuera¡!¡±) mientras la secuestrada Betancourt perd¨ªa otro poco de humanidad cada vez que abr¨ªa los ojos. Ni siquiera cuando apareci¨® aquella prueba de supervivencia que era tambi¨¦n una prueba del horror que ha estado ocurriendo en Colombia, ni siquiera cuando lleg¨® a los medios esa fotograf¨ªa espeluznante del mi¨¦rcoles 24 de octubre de 2007 ¨CBetancourt, hecha un cuerpo cabizbajo y no m¨¢s, esperando la muerte en la selva¨C, los maldicientes camuflados fueron capaces de bajar la guardia: ¡°pero qui¨¦n la manda a meterse en la boca del lobo¡¡±, se dijo, y en qu¨¦ clase de pa¨ªs se repite semejante canallada.
Cuando la excongresista Betancourt fue rescatada de su pesadilla en una inveros¨ªmil operaci¨®n de inteligencia, el mi¨¦rcoles 2 de julio de 2008, la gente que la hab¨ªa odiado desde sus rabiosos d¨ªas de congresista ¨C¡°por err¨¢tica¡±, ¡°por arrogante¡±, ¡°por narcisa¡±, dec¨ªan¨C dio una tregua a quienes admiraban su coraje. Dur¨® poco. Se le llam¨® ¡°protag¨®nica¡±, en el mejor de los casos, porque recibi¨® el Premio Pr¨ªncipe de Asturias por personificar a ¡°aquellos que est¨¢n privados de la libertad¡±, porque se sent¨® a hablar con una docena de l¨ªderes del mundo en nombre de las v¨ªctimas, y luego se fue a Oxford a hacer una maestr¨ªa en Teolog¨ªa, y a escribir, pero el viernes 9 de julio de 2010, cuando quiso demandar al Estado por permitir su secuestro, muchos m¨¢s se dedicaron a injuriarla.
El jueves pasado, seis a?os despu¨¦s de la ¨²ltima lapidaci¨®n, Betancourt volvi¨® aqu¨ª ¨Cque de aqu¨ª igual nadie logra irse¨C para participar en un foro sobre la b¨²squeda de la reconciliaci¨®n. Y en este pa¨ªs de 2016, que no s¨®lo desprecia ¡°la paz¡±, sino que protesta contra ella como si fuera un discurso oficial, record¨® en voz alta de v¨ªctima que nuestra idiosincrasia calla, deshumaniza, desconf¨ªa, niega, y es peor con las mujeres. Y hacia el final, cuando reconoci¨® que su secuestro volvi¨® borroso el resto de su vida, cuando dijo que ¡°aquellos que menos han estado expuestos a los rigores de la violencia se muestran a menudo m¨¢s intransigentes¡±, fue claro que esta guerra no se gan¨® cuando se dijo, sino que apenas se hizo invisible en las ciudades; que no es f¨¢cil imaginar un secuestro, pero estamos en la obligaci¨®n de hacerlo: y s¨ª, ni siquiera la muerte es peor.
Cuando yo era ni?o no era necesario usar la imaginaci¨®n porque las bombas estallaban a unas cuadras: todo el mundo, no s¨®lo los campesinos mudos, ped¨ªan a Dios que si la vida acababa ma?ana al menos no acabara con dolor.
Si no es la estremecedora plegaria de Ingrid Betancourt en aquel foro, un recordatorio, en suma, de que seis a?os pasan volando cuando uno no est¨¢ secuestrado, entonces no s¨¦ qu¨¦ va probarnos que no estamos condenados.
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