El doble crimen del ni?o que so?aba con ser sicario
As¨ª fue como un chico de 17 a?os plane¨® el asesinato de una madre y su hija de 14 en la Ciudad de M¨¦xico
En la mente de Marcos Gregorio, de 17 a?os, se repet¨ªan cuatro pasos clave: "Disparos. Sigilo. Emboscada. Dormirlos". Sobre una mesa de escritorio se hab¨ªa esmerado en moldear una macabra casa de mu?ecas, su propio escenario del crimen.?Con plastilina negra construy¨® una maqueta del domicilio de sus v¨ªctimas, en un barrio humilde del oriente de la Ciudad de M¨¦xico. Y en uno de los cuartos coloc¨® cinco mu?ecos. Cuando F¨¦lix Campos lleg¨® del trabajo y abri¨® la puerta de su casa, su mujer y su hija de 14 a?os estaban desangradas en el suelo de la cocina, colocadas exactamente igual que el muchacho las hab¨ªa imaginado con sus figuras. Una encima de la otra. La peque?a todav¨ªa respiraba.
Tambi¨¦n mat¨® al perro a machetazos, como hab¨ªa anticipado en su cuaderno escolar.?
Gregorio ten¨ªa el pelo negro y largo. Los vecinos lo describen como un "chico raro". Sol¨ªa sentarse en la escalera de hierro que comunicaba su habitaci¨®n con la calle a leer y por las noches trabajaba arreglando ordenadores en el cibercaf¨¦ de Carlos, el novio de su madre. Ella es polic¨ªa. No dej¨® que las autoridades le hicieran un examen psicol¨®gico al menor. Los dos alquilaban una parte de la casa que Campos hab¨ªa habilitado para sacar un dinero extra y as¨ª asegurar el futuro de su hijo de 13 a?os discapacitado. Todos estaban comunicados por un patio interior.
Un mes antes, el chico hab¨ªa comentado en el caf¨¦ internet que ten¨ªa previsto asesinar a una familia completa. Los testigos del local aseguraron a las autoridades que nadie le crey¨®. Desde ah¨ª contact¨® a otros dos j¨®venes, de 13 y 16 a?os, primos y adictos a inhalar thinner o disolvente, o lo que en M¨¦xico se conoce como mona. Las funciones de cada uno en su misi¨®n las detall¨® Gregorio en su cuaderno escolar: uno vigilar¨ªa la ventana que daba a la calle, avisar¨ªa de la llegada de las dos mujeres y el otro le ayudar¨ªa con la masacre. "Disparos. Sigilo. Emboscada. Dormirlos". Poco a poco fue juntando el dinero para pagar las armas que necesitaba para su carnicer¨ªa: dos machetes, una ballesta con tres flechas y un hacha de mano.
El 3 de mayo Maribel Socorro Cruz y Norma Campos llegaron a casa a la hora de comer. Gregorio y su grupo de ni?os sicarios las estaban esperando. Las llevaron a la cocina de la casa, en el primer piso. El menor de 13 a?os declar¨® que cuando Gregorio le clav¨® la flecha de la ballesta en la cabeza a la madre tuvo que correr hacia otro cuarto.
Hab¨ªa demasiada sangre en el suelo de la cocina. Hab¨ªa sangre en la puerta de la casa de Gregorio. Y hab¨ªa sangre en su cara, en sus manos, en sus pantalones y en sus botas. El chico baj¨® las escaleras cuando escuch¨® que llegaba el resto de la familia. Se detuvo en el ¨²ltimo escal¨®n y salud¨® a la abuela de las v¨ªctimas, Concepci¨®n Jacinto Ram¨ªrez, y a su hijo Jaime Campos, que ven¨ªan de hacer la compra.
¡ª Buenas tardes, se?ora. ?Podr¨ªa darme agua para limpiar la pintura roja que un compa?ero ha tirado?
Ram¨ªrez, que vive en el piso de abajo, y padece de diabetes e hipertensi¨®n, encontr¨® al asesino de su nuera y de su nieta y no se imagin¨® lo que acababa de suceder escalones arriba: "Estaba tan tranquilo, tan fr¨ªo, tan seguro de lo que dec¨ªa. ?C¨®mo pod¨ªa tener esa sangre fr¨ªa?".
¡ª ?Qu¨¦ est¨¢s haciendo, hijo, est¨¢s estudiando con unos amigos?
¡ª S¨ª, se?ora, estamos ensayando una obra de teatro. A ver qu¨¦ tal nos qued¨®. ?Usted cree que estas manchas se puedan limpiar?
Subi¨® cubos y cubos de agua, pero no logr¨® remover los gotazos de sangre que todav¨ªa hoy se observan ya negros en la entrada de su cuarto. Debajo del frigor¨ªfico de las v¨ªctimas se dibuja una mancha oscura que el desinfectante no pudo disolver, la sombra del crimen que F¨¦lix Campos atraviesa todos los d¨ªas antes de ir a trabajar a su taller mec¨¢nico.
Planeaba matarlos a todos, pero no esperaba que lo descubrieran antes. "Disparos. Sigilo. Emboscada. Dormirlos" se hab¨ªa roto. Cuando F¨¦lix se dio cuenta de que su mujer no respond¨ªa a sus llamadas y que a su hijo menor no lo hab¨ªa recogido nadie de la escuela, comenz¨® a sospechar. Acudi¨® corriendo a su casa. Este martes lo recuerda desde el sof¨¢, a escasos tres metros de la sombra negra que asoma bajo el frigor¨ªfico, junto a la mesa donde Maribel hab¨ªa dejado la harina de los hotcakes y que nadie se ha atrevido a mover. Lo hace sin dramatismos: "Al llegar las encontr¨¦ ensangrentadas ah¨ª y llam¨¦ a una ambulancia. No comprend¨ªa qu¨¦ hab¨ªa pasado. Hab¨ªa mucha sangre en la entrada del chavo. Pens¨¦: este cabr¨®n algo les hizo. Y sal¨ª a buscarlo con la Polic¨ªa". La peque?a Norma falleci¨® de camino al hospital.
Poco despu¨¦s los detuvieron. Al m¨¢s peque?o lo soltaron r¨¢pido porque es inimputable a los 13 a?os. Y Gregorio se enfrenta a cinco a?os interno en un centro de menores. "Todos sabemos que esos sitios son escuelas del crimen. Si solito ha logrado hacer esto, imag¨ªnese cuando salga de ah¨ª", cuenta el hermano de F¨¦lix, Jaime, preocupado.
La casa donde vive la familia parece un cementerio. En la entrada han colocado un altar con fotos de las dos, velas y muchas flores. Campos lo recorre cada d¨ªa para ir a trabajar. En la puerta de la calle se lee: "Los rosarios ser¨¢n a las ocho de la noche. Gracias".
La ni?a del p¨®ster de Goku
La habitaci¨®n de Norma Campos permanece intacta. Tiene una guitarra sobre la cama, una m¨¢quina de coser al fondo, muchos bolsos rosas colgados en la puerta y fotos de ella con sus amigas en una excursi¨®n. Ten¨ªa el pelo negro y lacio y unas gafas rectangulares del mismo color. En la pared hay colgado un p¨®ster enorme de Dragon Ball.
Una se?ora que se ha detenido en la puerta de su casa, mira hacia el cielo con l¨¢stima. "La ni?a era muy linda. Era medio novia de mi nieto. Todos aqu¨ª la conoc¨ªan, era muy lista, la mejor de la escuela".
Unas horas antes de que Gregorio la apu?alara, hab¨ªa recibido un diploma por sus buenas calificaciones. Su padre no hab¨ªa podido asistir al evento porque ten¨ªa que trabajar. Cuando llam¨® a su mujer, ella brome¨®: "Tu hija dice que su esfuerzo t¨² no lo aprecias". Los dos se rieron. Fue la ¨²ltima vez que las escuch¨®.
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